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En un artículo publicado en la revista del sector farmacéutico Offarm, la doctora en farmacia Sonia Leranoz explica que la caspa es un proceso natural en la regeneración del cuero cabelludo. En cierto modo es normal, a todos se nos salta y se nos escama la piel muerta de las capas superiores del cuero, la llamada epidermis.
Lo que pasa es que en condiciones normales se trata de un proceso gradual y apenas perceptible, porque generalmente se produce en escamas u hojuelas minúsculas. Así, lo normal es regenerar la epidermis del cuerpo aproximadamente cada mes, pero sin dejar rastros blanquecinos en hombros ni pecheras.
Sin embargo, en algunas personas esta regeneración dérmica se produce de un modo más acelerado y brusco, de modo que se forman escamas más grandes y visibles que saltan y quedan entre los filamentos de pelo como plaquitas blanquecinas; es lo que comúnmente llamamos caspa.
En estas personas, la regeneración dérmica del cuero se da cada dos semanas o incluso semanalmente, dando un efecto poco estético y de falta de higiene, a menudo falso e injusto.
Así, la doctora Leranoz define la caspa (Pityriasis capitis) como “una descamación excesiva del cuero cabelludo acompañada de prurito leve pero sin signos clínicos de inflamación”.
Causas de la caspa
No obstante, podemos considerar la caspa como un fenómeno “problemático”, ya que no se debe a una sola causa sino que su aparición es multifactorial.
Según la Fundación Mayo para la Educación y la Investigación Médica, pueden intervenir desde procesos reactivos autoinmunes a deficiencias alimentarias, infecciones por hongos y problemas fisiológicos, todos ellos combinados. En general, las principales causas de la formación de hojuelas de caspa son:
- Micosis por exceso de generación de sebo capilar: hay personas que por sudor o por excrecencia de los folículos generan demasiada grasa en la base del cuero. Esta alcaliniza el medio y lo hace propicio para que prospere la levadura Malassezia globossa, que en condiciones normales no causa problemas y vive en todas las cabezas. Ahora bien, cuando encuentra un medio rico en grasas las utiliza de alimentos para crecer en exceso. Este crecimiento provoca irritación, enrojecimiento inflamatorio y desprendimiento frecuente de hojuelas grandes de piel muerta.
- Piel del cuero cabelludo muy seca.
- Uso de champús alcalinos: algunas personas emplean champús neutros o alcalinos porque tienen la piel sensible; el problema es que si tienen el pelo graso, facilitarán así la acción de hongos que creen micosis similares a la de Malassezia globossa y den lugar a inflamaciones.
- Estrés: el estrés también puede tener consecuencias inflamatorias y de debilitamiento del sistema inmunitario, dando lugar a micosis y dermatitis seborreicas.
- Causas hormonales: especialmente en la adolescencia, donde las hormonas juegan un papel muy importante en la diferenciación sexual, estas pueden generar disfunciones en la producción de grasa del cuero cabelludo, que prepara el terreno a la levadura Malassezia globossa.
- Psoriasis: es raro que ocurra, pero la psoriasis, una enfermedad autoinmune, puede extenderse al cuero cabelludo y generar escamas de caspa.
Según la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos de América, la caspa es un fenómeno que afecta aproximadamente al 50% de la población mundial, con mayor incidencia en hombres que en mujeres y con una evolución positiva a medida que avanza la edad de las personas afectadas.
Remedios contra la caspa
El remedio más eficaz para combatir la caspa son los champús anticaspa, pensados para tal fin. No obstante, tal como explica en su artículo Sonia Leranoz: “Debido a que la formación de la caspa puede ser consecuencia de un proceso multifactorial, las formulaciones anticaspa actuales se presentan en diferentes formas cosméticas y contienen varios principios activos encaminados a corregir individualmente cada una de las causas que pueden originarla y aliviar sus consecuencias”.
Así, podemos encontrar los siguientes principios activos:
- Antifúngicos: inhiben la proliferación de microorganismos, especialmente frente la levadura Malassezia furfur.
- Citostáticos: regulan el ciclo de renovación celular del cuero cabelludo.
- Antiseborreicos: normalizan la secreción de las glándulas sebáceas.
- Queratolíticos: eliminan la acumulación de escamas del cuero cabelludo.
- Antipruritos: alivian los picores y enrojecimiento que acompañan los procesos de caspa.
La mayoría son ácidos e incluyen zinc, antiinflamatorios y ketoconazol, un antifúngico que elimina las posibles micosis.
La acción de los champús puede combinarse con diferentes estrategias que aceleran la desaparición de la caspa. Entre ellas, lavarnos con una mayor frecuencia, especialmente si tenemos el pelo bastante o muy graso. Con ello disminuiremos el sustrato para que crezca la levadura Malassezia.
También podemos aplicarnos vinagre blanco con independencia del champú que usemos. La idea es hacernos friegas de vinagre blanco tras el lavado para bajar el pH del cuero cabelludo. Lo dejamos unos minutos y seguidamente podemos aclararnos con agua o bien dejarlo y esperar a que se vaya el olor, ya que es un excelente acondicionador del pelo ecológico.
¿Hay una dieta anticaspa?
En el volumen 23 de la revista Farmacia Profesional, una referencia en el sector, la farmacéutica Teresa Martín-Aragón publica un artículo sobre la nutrición y su relación con la salud capilar.
En el mismo, expone que “es necesaria una adecuada nutrición para el desarrollo y mantenimiento de todo el organismo, que se traducirá en una piel y un cabello saludables”, si bien descarta que se pueda atribuir las distintas enfermedades, entre ellas la caspa, a una deficiente nutrición, sí incide en que una buena alimentación es fundamental para combatirlas con mayor éxito.
En este sentido, Martín-Aragón cita los principales compuestos necesarios para una buena salud del cuero cabelludo:
En primer lugar, señala las proteínas y explica que “la malnutrición proteica afecta al metabolismo proteico del organismo y altera la síntesis de colágeno y la formación de tejido conectivo”.
“La falta de vitamina C, un cofactor necesario para la hidroxilación del procolágeno, conlleva una alteración en la reparación tisular y la dehiscencia de heridas”, prosigue el artículo.
También alude a la vitamina A por su papel en “la epitelización y la síntesis de glucoproteínas y proteoglucanos”, así como por ser “un cofactor para la síntesis de colágeno”. También destaca su papel en el sistema inmunitario, fundamental para combatir las infecciones de Malassezia.
Por supuesto cita las vitaminas del grupo B: “Riboflavina, piridoxina y tiamina actúan como cofactores para la formación de colágeno”. Y finalmente, concede un papel importante al zinc porque “interviene en la síntesis de la queratina y protege frente a radicales libres, participa en la síntesis de ácidos grasos esenciales que protegen el folículo piloso y es necesario para la movilización de la vitamina A, que protege el cuero cabelludo”.
Además del zinc, añade “Aminoácidos azufrados, magnesio, vitamina B6, hierro, ácido fólico y vitamina B12” como nutrientes indispensables.
Por lo tanto, aunque la dieta no pueda salvarnos de sufrir caspa, sí puede lograr que sus efectos sean mucho menores e incluso imperceptibles, además de ayudar a los champús a mantenerla a raya.
Una dieta que comprenda los principios nutricionales antes citados deberá contemplar:
- Frutas de colores pardos y ocres, así como anaranjados, pues aportarán carotenoides precursores de la vitamina A, vitamina C y antioxidantes que rebajen la inflación a nivel del cuero.
- Vísceras animales por su riqueza en vitamina A y vitaminas del grupo B.
- Frutos secos por su importante aporte en zinc, magnesio y ácidos grasos omega-3, con importantes efectos antiinflamatorios.
- Hortalizas de todo tipo, tanto de hoja como pardas o rojas, ricas en vitamina C y compuestos fenólicos, licopeno, etc.
- Pescado, especialmente azul, por su buena relación en ácidos graso omega 3 y 6.
- Legumbres por su aporte de vitaminas y proteína de calidad, mejor si van combinadas con cereales integrales.
Evitaremos las comidas ricas en hidratos de carbono refinados, así como el exceso del alcohol y de carne roja por sus efectos inflamatorios.