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Diez falsos mitos sobre los coches eléctricos

El futuro ya está aquí y viene con cuatro ruedas y un silencioso motor a pilas que se puede cargar en cualquier enchufe; es la revolución del coche eléctrico que llega en forma de nuevos modelos cada vez más asequibles y ambiciosos. Se calcula que los próximos diez años son cruciales para que esta tecnología se expanda y relegue definitivamente al motor térmico, basado sobre todo en el petróleo.

Pero todavía son muchos los dudan y se muestran reticentes a apostar por que su próximo coche tenga un motor eléctrico, en buena parte influidos por los siguientes diez falsos mitos.

1. Los coches eléctricos son muy caros

Fueron muy caros en el inicio de esta industria, hace poco menos de diez años, pero en la última década además de los Tesla, ciertamente punteros y caros -los Apple de los coches eléctricos para entendernos- han aparecido en el mercado no pocos modelos de los fabricantes tradicionales europeos y japoneses que ofrecen buenas prestaciones a precios muy asequibles. Por ejemplo, un Nissan Leaf parte de los 29.000 euros, un Renault Zoe de los 22.000 euros y un BMW i3 de los 33.500 euros.

Es decir, similares a los que se pagan por coches de serie con motor de explosión. En el futuro estos precios tenderán a la baja a medida que la oferta crezca. Sí es cierto, por otro lado, que las baterías tienen una duración limitada a unos 5 a 8 años y que su recambio es caro. Pero si se suma el ahorro en combustible, que puede llegar a ser de unos 600 euros al año y la menor incidencia de averías, así como revisiones muy baratas y simplificadas, el beneficio es más que interesante.

2. Tienen poca autonomía

Este es un mito heredado de los primeros modelos, que fueron además pensados para entornos urbanos, casi domésticos. Lo cierto es que Tesla tiene modelos con una autonomía de 700 kilómetros, y los modelos de Nissan, Renault y BMW oscilan entre los 300 y los 400 kilómetros de autonomía.

3. Es complicado recargar la batería

Otra leyenda que poco a poco se va desvaneciendo, aunque en un inicio fuera cierta: la red de centros de recarga se va extendiendo poco a poco por el territorio y en las zonas urbanas incluso ya apenas existen problemas para identificar centros. Pero es que, además, la mayoría de los coches pueden cargarse en puntos domésticos siempre que se cuente con los sistemas de adaptación de enchufes necesarios. Dicho esto, sí es cierto que hasta ahora los protocolos de carga rápida no han sido universales, algo superado ya en los coches más modernos.

4. Tardan mucho en cargarse

Depende, pero a medida que se extienden los puntos de carga rápida, este problema desaparece. Por otro lado, si el coche duerme en parking, podemos adquirir un tótem de carga para dejarlo cargando por la noche. De este modo, además, ahorraremos, ya que el coste de carga en tarifa nocturna es de 1,5 euros por cada 100 kilómetros, mientras que en tarifa diurna es de 2,5 euros cada 100 kilómetros.

5. Tienen velocidades limitadas

Es cierto que actualmente los coches eléctricos tienen velocidades más limitadas que los que funcionan con motor de explosión, pero en casi todos los casos las velocidades máximas están por encima de los 120 km/hora permitidos por la ley y se sitúan en torno a los 150 km/hora, más que suficiente para circular con comodidad y legalidad. El Tesla X puede alcanzar los 250 km/h en su versión más potente.

6. No disponen de ayudas públicas

Desde 2011 existen ayudas para comprar coches eléctricos en el Estado, que rebajan los precios de partida de estos modelos. En concreto en junio el Gobierno puso en marcha el Plan Movea de ayuda al coche eléctrico, con el que podemos vernos favorecidos con rebajas de hasta 10.000 euros. Pero además en algunas ciudades se les permite aparcar gratuitamente en la calle o hacer carga gratuita en los tótems dispuestos a tal efecto. Asimismo, algunas comunidades autónomas ofrecen una ayuda adicional.

7. En realidad no se ahorra tanto

Se suele aducir que, dado que una batería puede costar entre 8.000 y 10.000 euros y no suelen superar los ocho años de vida, el ahorro conseguido en energía y reparaciones desaparece. Pero lo cierto es en ocho años podríamos ahorrar unos 5.000 euros en combustible, a los que podríamos sumar el ahorro en revisiones ya que, según datos de Renault, el coste de mantenimiento de un eléctrico es un 42% inferior al de un motor térmico. Pero, además, existe la posibilidad de financiar el coste de la batería con un plan de leasing.

8. Son más frágiles

La fragilidad o robustez de un coche eléctrico frente a los impactos está en su carrocería, no en el motor. Por otro lado, al ser este casi de una sola pieza, disminuye la necesidad de lubricantes y la probabilidad de averías por fallos en componentes menores.

9. Los coches eléctricos no contaminan

El único mito que hay que desmentir en negativo, e incluso así es muy relativo. Lo cierto es que directamente no lo hacen, ya que carecen de emisiones, pero indirectamente y en función del origen de la energía eléctrica que utilicen, pueden ser causa de emisiones de CO2. En todo caso, no tienen emisiones contaminantes de partículas ni óxidos de nitrógeno, que son hoy el mayor problema en grandes ciudades.

10. Los seguros para eléctricos son mucho más caros

Hace años esta aseveración sí era cierta pero, a raíz de la popularización de los vehículos eléctricos, el precio de los seguros ha ido descendiendo paulatinamente, según un estudio de Rastreator.com, acompasándose al de las tradicionales pólizas para coches de combustión.

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