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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Cuatro ideas para dejar de comprar ropa nueva y seguir siendo elegante

Cada día, la mayoría de nosotros nos vestimos con prendas que han sido producidas en masa por la considerada, según la ONU, la segunda industria más contaminante del mundo: el sector textil, por detrás del petróleo. Así, la industria de la moda contribuye a una enorme destrucción del medio ambiente; sobre todo, porque muchos insistimos en comprar mucha ropa y a un precio muy bajo: es la llamada ropa low cost o ropa low cost o fast fashion: moda veloz, feroz, casi de usar y tirar.

Solo en lo que llevamos de 2020, en el mundo se han fabricado 2.826.373 toneladas (tn) de fibra de algodón que se transformarán en tu camiseta, pantalones o jerséis de cuello de vuelto. El agua constituye una parte significativa del problema: solo para manufacturar esas prendas, la industria textil ha gastado 24.922.722.000 tn de agua. Pero el contador no para de crecer, y cuando leas esto, habrá crecido de nuevo.

Tras su uso, mucha de esta agua se descarga en ríos y acuíferos cargada de contaminantes, entre ellos, blanqueadores, ácidos y distintas tintas que dan a tu camiseta el acabado que tanto te gusta, pero que destrozan los ecosistemas acuáticos. Todo esto sin contar con el terrible impacto que tiene la moda rápida en las personas, muchas veces con sueldos de miseria y condiciones peligrosas.

En España no lo hacemos mejor

Cada año mandamos al vertedero 300.0000 tn de ropa, según la Asociación Ibérica de Reciclaje Textil (Asirtex). Y solo una pequeña parte se recupera: “La tasa de separación en origen en España no supera el 10%”, afirma Elisabeth Molnar, directora de la Fundación Humana.

Para ello, hay que depositarla en un contenedor específico para su recogida: los hay en algunos puntos limpios, otros son municipales y, de momento, opcionales (a partir de 2024 serán obligatorios, según la directiva 2018/851). Aunque a veces su gestión esté en manos de empresas que hacen negocio con los pantalones, abrigos y sudaderas que depositamosmanos de empresas que hacen negocio.

Y los hay que son gestionados por ONGs como Humana, que recupera las prendas para poner en marcha proyectos sociales en África, América Latina y Asia: en 2019 recuperó 17.573 toneladas, unos 40 millones de prendas que podrán tener una segunda vida a través de la reutilización o el reciclaje.

Solución: no alimentar al monstruo. Plantéate unirte al movimiento global y creciente de personas que han dejado de comprar ropa nuevapersonas que han dejado de comprar ropa nueva, el modo más eficaz de frenar el impacto de la industria textil en el planeta. Drástico, pero infalible. Tiene ecorrecompensa: según un estudio de la Agencia Europea de Medio Ambiente, por cada kilo de ropa que dejes de comprar, evitas lanzar 3,169 kilogramos (kg) de CO2 (solo durante su fase de incineración), y de contaminar 8.818toneladas de agua.

Cuatro ideas para no comprar ropa nueva

1. El “armario cápsula” vive su momento

Como reacción a los estragos de la moda rápida (al menos en parte), cada vez más personas están vaciando sus armarios, sin volverlos a llenar de ropa nueva. De hecho, la ropa que guardamos en ellos va en declive: de las 164 prendas por cabeza de 2017 a las 136 de media durante 2019, según el extenso estudio global de mercado realizado por Tredup. Aún es mucha, pero la tendencia al declive parece que se afianza.

Seamos partidarios o no del método Marie Kondo, la clave para aprovechar tu fondo de armario al máximo se llama armario cápsula. Es decir, vestirte solo con básicos esenciales (fondo de armario), y aprender a combinarlos. Eso sí: recuerda donar o regalar las demás, o depositarlas en un contenedor para ropa para que alguien las pueda aprovechar.

2. Remienda la ropa o acude a costurerías

Alarga la vida de tu armario con la costura. Cuando te aburras de una camiseta o le aparezca un agujero, no la tires. En su lugar, coge la máquina de coser y únete a la creciente comunidad reunida bajo etiquetas como #ropareciclada o #visiblemending. Aprender a utilizar la máquina de coser no es tan difícil: si tienes la suerte de tenerla cerca, tu abuela seguro que puede ayudarte.

En su defecto, prueba con un curso o taller de costura, o busca tutoriales online. Si te rindes, siempre puedes recurrir a una costurera profesional. Como dicen gurús de la costura: las restricciones en el armario fuerzan tu creatividad. A veces basta con aplicar un poco de pegamento en un botón o un dobladillo. O sacar la tijera para transformar un cuello.

3. Compra ropa de segunda mano

El mercado de segunda mano es una bestia bien diferente, que cuenta cada vez con más adeptos. En 2018 la ropa usada generó en el mundo 25.500 millones de euros25.500 millones de euros (28.000 millones de dólares, según Forbes), en comparación con los 32.000 millones de la moda rápida. Pero la tendencia apunta a que seguirá creciendo, y en una década podría desbancar al low cost: 58.300 millones de euros frente a los 40.000 millones de la fast fashion.

4. Comparte armario

Cuando te asalte la urgencia de comprar, prueba en su lugar a alquilar una prenda de un armario ajeno. Las plataformas de alquiler de ropa online movieron en el mundo 923 millones de euros en 2017, pero se estima que alcanzarán los 1.691 millones en 2023. Y aunque en España el negocio aún es tímido, ya hay opciones: Ouh Lolá, Ecodicta, La más mona o Pislow, por citar algunas compañías del sector.

Un arma secreta: comparte ropa con tus amigos, una opción que aún no aprovechamos lo suficiente. El armario del futuro será sostenible y comunitario, o no será. El movimiento para frenar la moda rápida en favor de las prendas de segunda mano o del armario colaborativo se extiende. Y unirse es seguramente el cambio personal más importante que podemos hacer a favor del planeta.

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