Parece increíble, pero tras la levadura panadera y el pan para hacer torrijas, ahora se está agotando en los estantes la llamada “leche de soja”. Curiosamente, mientras se mantiene la oferta de otras bebidas vegetales y de leche de vaca, los cartones de extracto de soja han desaparecido.
Hemos preguntado en el supermercado de El Corte Inglés de plaza de Catalunya de Barcelona por esta alta demanda y nos han confirmado que esta bebida de soja (legalmente no se la puede llamar leche) es uno de los productos más demandados en la compra por internet, de modo que la mayoría de reposiciones en estantes se desvía a este canal de venta.
Así que si no queremos pasar la Semana Santa sin nuestra bebida vegetal favorita, lo mejor que podemos hacer es salir corriendo al súper de la esquina a por nuestro tetrabrick antes de que se lo lleve la vecina o el vecino y tengamos que pasar el fin de semana endulzando el café con leche de arroz o almendras. O peor…
No obstante, la buena noticia es que siempre nos queda un plan B: hacernos la leche de soja en casa. Como veremos, el proceso es de lo más simple y solo necesitamos una olla grande, medio kilo de semillas secas amarillas de soja, agua y un colador chino. También puede valer un colador normal y un trapo limpio, sin resto de jabón. Si se hubiera lavado en lavadora, le daremos un par de aguas antes de usarlo para que no interfiera en el sabor.
Proceso para obtener leche de soja
El primer paso será rehidratar las semillas. Para ello colocaremos las semillas en la olla y la llenaremos de agua durante aproximadamente 24 horas. Iremos cambiando el agua cada seis u ocho horas, con el fin de depurarla de los restos sólidos y suciedad que la semilla pueda haber soltado, así como de microorganismos. Se recomienda usar agua embotellada de manantial para sortear el olor a cloro, pero en realidad el cloro se evapora a partir de las tres horas, con lo que no da sabor al agua, además de que nos sirve para hacer la esterilización de la futura bebida de soja.
Pasado un día, las semillas se habrán rehidratado y comprobaremos que no solo se han ablandado, sino que han dilatado más del doble de su volumen; muchas de ellas presentarán un aspecto roto y con la cáscara reventada. No nos preocupemos. Lo que que haremos es tomar aproximadamente la mitad de las semillas y mezclarlas con algo menos de medio litro de agua.
Las batiremos en la licuadora o con la batidora de mano en un cuenco adecuado durante tres minutos aproximadamente. Haremos lo mismo con la otra mitad y juntaremos las dos partes en un solo recipiente, por ejemplo la misma olla que habíamos usado para hidratarlas. Veremos que se nos forma una pasta blanquecina y lechosa con grumos debidos a la suspensión de partículas sólidas procedentes de la trituración.
Pondremos el colador chino sobre un nuevo recipiente y verteremos la pasta blanquecina, rascando con una cuchara las paredes para asegurarnos que todo el líquido pasa por el colador. Si no tenemos colador chino usaremos el trapo antes citado, exprimiendo la pasta con nuestras propias manos. Como resultado de la colación, obtendremos residualmente una pasta. La podemos tirar a la fracción orgánica o aprovechar para hacer abono doméstico para nuestras plantas. En el recipiente nos quedará el líquido blanco colado, que es la “pre-leche” de soja.
Para rematar el proceso herviremos la “pre-leche” durante diez minutos en una olla lo bastante grande para que no se salga y mientras tanto pasaremos repetidamente el colador para eliminar la espuma que se forma en la superficie. Al cabo de diez minutos veremos que se forma una tela similar a la que queda en la leche hervida, proveniente de algunas proteínas desnaturalizadas. La retiraremos. El líquido hervido es la leche de soja definitiva.
La podemos verter en una botella y guardar en la nevera una vez se enfríe, o bien beberla caliente. Hay quien le añade azúcar, miel o sirope de agave, aunque es más recomendable endulzarla con edulcorantes naturales no calóricos. Finalmente, aclarar que si se trata con la máxima higiene, este preparado puede durar en la nevera hasta dos semanas.
Si no te quieres perder ninguno de nuestros artículos, suscríbete a nuestros boletines
suscríbete a nuestros boletines