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Entre un 30% y un 40% de la población mundial tiene algún tipo de alergia, según datos de la Organización Mundial de la Alergia (WAO), y muchas de ellas empeoran durante el verano. Su prevalencia ha aumentado de tal manera que la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasifica las alergias entre las seis patologías más frecuentes.
Aunque las alergias aparecen a lo largo de todo el año, con el buen tiempo, una época en la que solemos cambiar nuestro ritmo y nuestros hábitos de la mano de viajes, excursiones o comidas fuera de casa, solemos bajar la guardia y relajarnos con las medidas de vigilancia.
Esta relajación no tiene porqué tener ningún tipo de repercusión en condiciones normales. Sin embargo, es importante recordar que estos cambios de rutina se traducen en un aumento del riesgo de reacciones alérgicas.
Como recuerda la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), frente a este escenario es necesario que las personas alérgicas extremen las precauciones, especialmente frente a las alergias más comunes, porque las alergias no se toman vacaciones.
Alergia al sol
La alergia al sol hace referencia a cualquier tipo de “respuesta cutánea anormal o exagerada producida por una exposición ‘ordinaria’ a la luz solar”, explica El libro de las enfermedades alérgicas, coeditado por la Sociedad Española de Alergología y la Fundación BBVA. Así, el término se reserva para aquellas patologías mediadas por un mecanismo de hipersensibilidad como la dermatitis fotoalérgica y la urticaria solar.
En el caso de presentar una reacción exagerada al sol deberemos consultar con el médico para que pueda determinar un diagnóstico y tratamientos específicos y establecer las medidas de prevención adecuadas.
La prevención pasa sobre todo por evitar exponeros al sol al mediodía, usar gorra o sombrero para proteger la cabeza y la cara, gafas de sol para que absorban la radiación ultravioleta, beber abundante agua para compensar la pérdida de calor y usar fotoprotectores que cubran el espectro UVA y UVB adecuados para cada tipo de piel (cuanto más clara, mayor debe ser el factor de protección).
Alergia alimentaria
Durante los meses de calor solemos comer fuera de casa con mayor frecuencia que el resto del año, una práctica frente a la que deben extremarse las precauciones en caso de alergia alimentaria. Atendiendo a los datos que ofrece la SEAIC, siete de cada diez reacciones alérgicas a alimentos se producen en comidas fuera del domicilio.
Por tanto, es importante tomar medidas extras como preguntar el menú y vigilar todos los productos que ingerimos, sobre todo ingredientes como leche, huevo o frutos secos en helados o frutas como melón o melocotón en batidos.
Debemos prestar especial atención también a pescados y mariscos, muy populares durante los meses de verano y también responsables de muchas de las reacciones de alergia alimentaria. Los crustáceos son los que más se relacionan con las alergias, desde los camarones hasta la langosta, gambas, cigalas nécoras, y les siguen los moluscos, como mejillones, almejas u ostras, según informa la Asociación Española de Personas con Alergia a Alimentos y Látex (AEPNAA).
El único tratamiento para este tipo de alergias es evitar el alimento en cuestión. Aquí es fundamental tener especial cuidado con las comidas fuera de casa, evitar la fritura en aceite usado de pescados y mariscos y vigilar posibles fuentes ocultas, como sopas, pizzas, paellas o gelatinas.
Alergia a insectos
La alergia a las picaduras de avispas y abejas se dispara también durante los meses calurosos, cuando estos insectos están activos y pasan más tiempo al aire libre. Según datos de la SEAIC, un 3% de la población sufre reacciones alérgicas generalizadas por el veneno de estos himenópteros, y la tasa de mortalidad al año se estima en un 0,08 por millón de habitantes, lo que se traduce en que unas tres o cuatro personas podrían fallecer cada año en España por esta causa.
Uno de los problemas es que la persona no sabe que es alérgica hasta que sufre una primera reacción. Por ello, desde la sociedad advierten de la importancia de prestar atención a los síntomas que, aunque son muy variados, pueden empezar con picor en las palmas de las manos y en las plantas de los pies que se va extendiendo al resto del cuerpo.
También puede aparecer eritema y ronchas, dificultad para respirar, tragar o hablar y síntomas digestivos. Especial atención debemos tener con la Vespa velutina, una especie invasora cuya presencia en España ha aumentado de forma considerable en los últimos años y que preocupa a los alergólogos.
El uso de ropa con manga larga, pantalones largos y calcetines cuando estamos al aire libre nos ayudará a prevenir las picaduras. La vacuna con veneno de himenópteros es “el único tratamiento etiológico capaz de curar la alergia con una alta tasa de éxito, en torno al 95%”, reconoce la SEAIC ya que permite que los pacientes alérgicos puedan tolerar futuras picaduras.
Alergias ‘de verano’
Algunas reacciones alérgicas necesitan el componente del sol para producirse. Las principales causas tenemos que ir a buscarlas en algunas plantas, como higueras o cítricos, o el uso de ciertos cosméticos como perfumes y cremas solares. También ciertos medicamentos antiinflamatorios y algunos antibióticos pueden tener un efecto fotosensibilizante, lo que nos obliga a extremar las medidas a la hora de protegernos del sol.
Otras reacciones se producen por el contacto con la piel de ciertas frutas como melocotones o cerezas, que suelen provocar síntomas como inflamación y picor en la boca o los labios.
También los baños en piscinas pueden empeorar los síntomas de dermatitis atópica en muchas personas, sobre todo niños. Los baños prolongados y el cloro pueden irritar la piel sensible de estos pacientes. Es recomendable que, tras el baño, se hagan un buen aclarado de la piel con agua dulce y después la hidraten bien con una crema. En el caso de la sal del agua del mar, en cambio, esta puede ayudar a mejorar este tipo de pieles atópicas.
En verano, no descuidar el tratamiento
Que sea verano no tiene porqué ser sinónimo de más alergias, siempre y cuando adoptemos las medidas adecuadas para prevenirlas. La primera y más importante es evitar los desencadenantes y, la segunda, no dejar el tratamiento si estamos siguiendo alguno.
Así, llevaremos siempre encima la medicación –antihistamínicos, broncodilatadores, corticoides tópicos o autoinyector de adrenalina- y tendremos siempre a mano el informe médico que dice qué tipo de alergia tenemos y qué tratamiento nos ha prescrito el médico.