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Picaduras de medusa: ¿cómo debemos proceder ante una?

ConsumoClaro

8 de julio de 2023 22:03 h

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Como cada verano –pero no solo en verano–, las medusas vienen a las costas españolas. O mejor dicho, nosotros nos metemos en las aguas que ellas suelen ocupar pasivamente, llevadas por la corriente, y nos rozamos con ellas. Las consecuencias de este roce las conocemos todas y todos: sarpullidos, escozor hiriente y, a veces, reacciones alérgicas graves.

Aunque las medusas que merodean por el Mediterráneo y nuestra costa atlántica no son especialmente peligrosas, a no ser que nos piquen varias a la vez o que estas entren en contacto con zonas sensibles, conviene ser precavidos. En el sureste asiático y Oceanía, las picaduras de las medusas sí son muchas veces mortales y requieren de un antídoto específico, pero en España los remedios son más sencillos y prosaicos.

Cuatro mitos en torno a las medusas

1. Las medusas vienen a las costas solo en verano

Las medusas en genérico no tienen especial predilección por las aguas cálidas ni por las costas veraniegas, sino que llegan arrastradas por las corrientes marinas, que son su principal método de desplazamiento. Las hay en el Ártico al igual que en los trópicos. Tienen un sistema motor que funciona creando ondas con contracciones de su umbrela (la cabeza), pero solo les sirve para desplazarse en distancias cortas y no les permite resistir a las corrientes.

La razón de que las veamos más en verano es tan simple como que nos bañamos y por lo tanto entramos en contacto con ellas. También que las altas temperaturas pueden favorecer corrientes de fondo que las arrastren hacia el litoral desde mar adentro, ya que el agua del fondo tiende a calentarse y subir. Los vientos costeros pueden ser otro factor que favorezca su llegada.

2. A las medusas les gusta el calor

Es cierto que el cambio climático está disparando la población de medusas en mares especialmente cálidos, como el Mediterráneo, pero no es porque les guste el calor. Simplemente lo resisten mejor que otras especies que compiten con ellas, como los peces. Si a ello sumamos la sobreexplotación pesquera, que elimina a sus depredadores, entenderemos el aumento de su presencia.

Otro factor que las favorece es la salinidad del agua: en años secos, cuando ha llovido poco y los ríos han bajado poco cargados, el agua del mar es más salada, sobre todo en las zonas de bajo calado de las costas. En verano, con la evaporación, estas zonas se salinizan mucho y las medusas tienden a ir hacia ellas. Por eso son más frecuentes en las orillas.

3. Las medusas atacan a los bañistas

Las medusas son cazadores pasivos que poseen unos tentáculos con células urticantes y son capaces de detectar ligeros cambios de calor. Si pasamos cerca de ellas la temperatura del agua cambiará y cargarán sus dardos urticantes, pero solo los descargan por el tacto con nuestra piel, es decir si las rozamos. Nunca se acercan a nosotros. 

4. La picadura de una medusa no mata a nadie

Esto no siempre es cierto, por un lado porque hay medusas más potencialmente venenosas que otras, aunque en las orillas del Mediterráneo no son tan comunes. Por otro, porque hay personas a quienes la toxina urticante les hace una reacción alérgica extrema –un choque anafiláctico– que las puede llevar a la muerte si no se trata a tiempo la picadura. 

Remedios populares que no siempre aciertan

Existe una extensa literatura respecto a los remedios contra la picadura de las medusas. La ocurrencia más exótica es aquella que recomienda verter orina sobre la picadura. En primer lugar, no se ha demostrado que la orina sea un buen antídoto contra la sustancia irritante que desprenden las células urticantes de la medusa, que se nos quedan pegadas a la piel y que nos clavan unos pequeños cristalitos impregnados de veneno.

Pero además, si la herida provocada por la irritación de la picadura es seria, la adición de orina puede propiciar fácilmente infecciones y mayores irritaciones, dado el pH normalmente ácido de la orina. Así que esta supuesta solución queda totalmente descartada. Tampoco se debe jamás, bajo ningún concepto, salir corriendo hacia las duchas y lavarse con agua dulce. Ni siquiera aplicarse agua dulce sobre la picadura.

La razón es que mientras las células urticantes de la medusa tienen en su interior agua salada, el agua dulce apenas tiene sales, lo que genera una diferencia de presión osmótica que hace que el agua dulce entre dentro de las células urticantes para diluir la concentración de sales de su plasma, y con ello las haga estallar. Al estallar, verterán todo el veneno que contienen sobre nuestra piel y el efecto será peor.

Tampoco parece muy cabal verter vinagre ni amoníaco sobre la zona irritada a no ser que la picadura sea bastante puntual. Se trata de líquidos agresivos que en una herida muy amplia solo pueden provocar mayores daños, por mucho que puedan neutralizar el veneno, que suele ser una sustancia de carácter básico. Finalmente, también queda descartado el limpiarse la zona con arena de mar.

¿Qué es lo correcto ante la picadura de una medusa?

Lo mejor, si notamos la picadura de una o varias medusas, y aunque sintamos el dolor pero no experimentemos ningún otro trastorno negativo, es permanecer en el agua como mínimo veinte minutos con la zona afectada en remojo. Si es más tiempo, tanto mejor. De este modo mantenemos los restos de células que puedan quedar pegadas sin estallar y a la vez el veneno que se ha derramado en nuestra dermis irá diluyéndose en el agua y perdiendo efecto.

Podemos, siempre dentro del agua salada, frotarnos suavemente la zona para quitarnos restos de células o de patas de la medusa en caso de tenerlas pegadas. Aunque estallen las células, el agua del mar lavará el veneno; eso sí, podemos sentir algo más de dolor, por lo que se recomienda extraer los tentáculos con un guante o un trapo. Si al cabo de un tiempo prudencial sentimos que el dolor ya disminuye, podemos salir y valorar. Si es soportable, valoraremos si la picadura ha provocado una herida o solo un enrojecimiento.

En caso de herida, sería recomendable lavar bien con agua de mar y después dejar secar de tres a cuatro horas antes de aplicarnos agua dulce. Más tarde deberíamos aplicarnos una pomada con antihistamínicos, de venta en farmacias, pero solo sobre la herida bien limpia y seca. Si solo tenemos un enrojecimiento podemos esperar a que pase el escozor fuera del agua. Preventivamente, no mojaremos la zona con agua dulce hasta pasadas de tres a cuatro horas.

Si hubiera reacción de anafilaxia en el afectado o afectada, la Guia d'actuació d'emergències de la Generalitat de Catalunya asegura que la actitud prudente “si hubiese temblores, vómitos o fiebre” es contactar con el socorrista o acudir lo antes posible a un centro médico. En su defecto, podemos llamar al 112, ellos nos indicarán qué hacer tras realizar la evaluación médica telefónica.