Si no ves este contenido puede deberse a la carga en tu dispositivo móvil. Haz clic aquí para recargar la página.
Se estima que en el mundo industrializado entre un 5% y un 12% de la población sufrirá de litiasis renal antes de llegar a los 70 años, según datos de 2020 de la Sociedad Española de Nefrología. Se calcula, además, que el número de personas con esta patología aumenta en un 40% debido al ascenso de las temperaturas durante los meses de calor. El motivo es la mayor evaporación del agua corporal a través del sudor, que puede no reponerse debidamente si no nos hidratarnos continuamente.
¿Qué son las piedras en el riñón?
Las piedras en el riñón, también conocidas como cálculos renales, son formaciones de distintas sales que precipitan en la orina y terminan conformando pequeñas piedras que pueden dificultar la expulsión de orina, a veces de forma muy dolorosa e incluso provocando infecciones. El motivo es que estas piedras, que muchas veces se asemejan más a pequeños cristales, tienen cantos afilados que pueden arañar las paredes del uréter y permitir que se introduzcan en este conducto las bacterias de la orina. El proceso de su formación se conoce como litiasis renal.
Pero sin duda, la consecuencia más notable de las piedras en el riñón, especialmente cuando su tamaño es considerable, es el dolor que provoca expulsarlas, lo que lleva a los llamados cólicos nefríticos, donde muchas veces el o la paciente precisa ser hospitalizado. En algunas ocasiones, cuando las piedras son excesivamente grandes, deben ser extirpadas por intervención quirúrgica.
Tipos de piedras en el riñón
- Cálculos de oxalato cálcico: tienen que ver con la reacción que el ácido oxálico forma con el calcio, creando una sal insoluble que se deposita en los conductos. El ácido oxálico se encuentra en numerosos alimentos de origen vegetal, pero también el riñón puede fabricarlo en cantidades considerables.
- Cálculos de fosfato cálcico: se forma en el riñón una sal insoluble entre el ácido fosfórico y el calcio.
- Cálculos de ácido úrico: el ácido úrico o su forma urea son el principal subproducto de la degradación de los alimentos para expulsarlos por la orina. Estos cálculos se forman porque la concentración de ácido en la orina es excesivamente alta y se vuelve insoluble, cristalizando.
- Cálculo de cistina: se debe a una excesiva presencia de determinados aminoácidos en la orina por un trastorno metabólico de herencia genética llamado cisturia.
Causas de las piedras en el riñón
En aquellas personas propensas, es importante conocer las causas de las formación de piedras en el riñón y, si existen, estrategias para evitarlas o como mínimo aminorar su tamaño, de modo que puedan ser expulsadas por la orina de la forma más indolora posible. En primer lugar, existe un componente genético: una persona que venga de una familia con piedras en el riñón tiene mayor probabilidad de padecerlas también.
Esto se debe a que estas personas tienen por genética algún tipo de alteración metabólica que hace que su cuerpo produzca o almacene más los productos y compuestos que conforman las sales, que terminan convirtiéndose en cristales. Por otro lado, también existe una mayor predominancia entre los hombres, que tienden dos veces más que las mujeres a padecerlas.
Pero frente a estas causas que podríamos clasificar de inevitables, existen otras evitables, entre las cuales cabe destacar los buenos hábitos y la alimentación, que sí puede determinar la mayor o menor frecuencia de piedras en el riñón.
¿Se puede evitar las piedras en el riñón?
Es difícil predecir la predisposición de una persona a generar más o menos depósitos cristalinos en su riñón, pero se ha comprobado que aquellas personas con menor grado de hidratación, que beben menos de uno a dos litros al día de agua, tienen una mayor tendencia a generar piedras en el riñón, sobre todo cuando ya son propensos genéticamente.
Por lo tanto, la primera estrategia para evitar la formación de piedras en el riñón debe ser mantener una hidratación elevada, cercana o superior a los dos litros de agua diarios, aunque sin obsesionarse y beber en exceso. El motivo es que el agua aumenta la diuresis y ayuda a arrastrar los posibles depósitos de arenilla, que si permanecen en el riñón demasiado tiempo, acaban aglomerándose en forma de cristales o piedras.
Respecto a las dudas de algunas personas sobre si beber agua del grifo puede propiciar la formación de piedras en el riñón –debido a que algunas aguas públicas de diversas zonas de España, especialmente en el Arco mediterráneo, son ricas en calcio– un metaanálisis de 2013 señaló que no se puede establecer una correlación entre consumo de agua del grifo y la incidencia de piedras.
Por lo tanto, y hasta que no se demuestre lo contrario, el agua del grifo es buena para combatir las piedras en el riñón. Dicho esto, si la dureza del agua es muy elevada, tal vez sea recomendable para personas propensas beber agua embotellada pobre en sales. Pero para el resto de la población es válida como cualquier otra agua.
Respecto al ejercicio físico que nos hace sudar, siempre que, durante y después de su práctica, se cuide apropiadamente el nivel de hidratación y se repongan los líquidos perdidos, este no aumenta el riesgo de sufrir piedras en el riñón.
Otro punto sobre el que incidir para disminuir el riesgo de sufrir piedras en el riñón es evitar la ingesta de productos excesivamente diuréticos, que son aquellos que provocan la expulsión de orina sin aportar una cantidad de agua suficiente como para restituir la perdida y que, por lo tanto, aumentan la concentración en el riñón de los compuestos susceptibles de generar arenillas y piedras. En este grupo estarían el café, el té y sobre todo el alcohol, especialmente los destilados. Por lo tanto, es recomendable en personas propensas moderar su consumo e incluso evitarlo.
Y finalmente, mantener una alimentación adecuada y equilibrada es un factor de mucho peso en la incidencia de las piedras en el riñón. El Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y de Riñón de Estados Unidos asegura que mantener una alimentación inadecuada aumenta el riesgo de repetir las piedras en el riñón en el plazo de cinco años. En el caso contrario, el de una persona que mejora y equilibra su alimentación, la incidencia tras un primer episodio a cinco años disminuye sensiblemente.
Este instituto ofrece una serie de consejos para mantener una adecuada alimentación que evite las litiasis renales. Entre ellos, destaca moderar el consumo de vegetales de hoja, especialmente los de hoja verde, debido al alto porcentaje de ácido oxálico que presentan.
También incide la página del citado instituto en la moderación del consumo de derivados lácteos, especialmente quesos curados, así como yogur o, eventualmente, leche si somos muy propensos a la litiasis. El motivo es su riqueza en calcio especialmente pero también en fósforo, elementos importantes en la formación de piedras. La recomendación es sustituir los aportes que nos dan estos productos por otras alternativas o bien mantener un consumo que se limite a de dos a tres porciones diarias.
Y otro alimento diana de los expertos para prevenir la litiasis renal son las carnes, especialmente las rojas pero en general todas. La razón, en este caso, es que la proteína de la carne es el principal contribuyente metabólico a la formación de altos niveles de ácido úrico en la sangre y, por lo tanto, a la generación de cálculos. En el mismo grupo también podemos incluir los huevos, las ostras o el marisco. Así, las personas propensas deben procurar que todos estos alimentos sean infrecuentes en su dieta, aunque no necesariamente tienen que evitarlos.
Alimentos positivos contra la litiasis renal
No hay ningún alimento milagro contra la formación de cálculos en el riñón, pero sí existen alimentos que introducidos en nuestra dieta pueden disminuir el riesgo de padecerlos. Entre ellos están los cereales integrales, que son por otro lado un aporte de minerales como el calcio, pero no en una cantidad tan grande como los productos lácteos.
También cabe destacar las legumbres, una fuente de proteína interesante y que además contiene fibra vegetal, que tiende a saciar e impedir los abusos. Cabe añadir también el consumo de cítricos y otras frutas ácidas debido a que sus jugos contienen citratos, un compuesto que evita la formación de piedras de oxalato calcico.
Así lo firma una revisión de estudios llevada cabo por la iniciativa Cochrane en la que puede leerse: “Las sales de citrato impiden la formación de nuevos cálculos y reducen el crecimiento de cálculos adicionales en los pacientes con cálculos residuales que principalmente contienen oxalato”. No obstante, en sus conclusiones la revisión reclama un estudio multiétnico para establecer sus conclusiones con mayor solidez.
Por otro lado, la mayoría de frutas, ácidas o no, tienden a aportarnos azúcares, pero en muchas ocasiones bloqueando la absorción de minerales y ácido oxálico, debido a la presencia de determinadas sustancias denominadas antinutrientes.
Y finalmente, es interesante señalar que el apio, ya sea consumido en zumos o bien directamente crudo o estofado, en curris o arroces, podría tener un papel interesante en la disminución de las litiasis debido a su efecto aparentemente disgregador de los cálculos. Así lo determina un estudio en ratones de 2019. A este respecto, todas aquellas hortalizas y verduras que presenten un efecto diurético pero que por otro lado aporten una gran cantidad de agua, entre las que también se podría sumar el pepino, son interesantes en la prevención de las litiasis.