Cinco razones para pasar olímpicamente de los suplementos de omega-3

Gervasio, lector y socio de eldiario.es, nos escribe el siguiente mensaje: “Tengo sesenta y un años y tomo desde hace cinco suplementos en cápsulas de aceite de pescado rico en omega-3 para prevenir problemas cardiovasculares, aunque no recuerdo bien quién me los recomendó, creo que el herbolario. En fin, quiero saber si realmente sirven para algo, porque baratos no son y con la edad te vas dejando un dineral en medicinas y suplementos”.

Gervasio ya se puede dar por contestado en el titular: no sirven para nada, tal y como detallaremos más adelante exponiendo algunas de las muchas revisiones realizadas sobre el tema. Pero de todos modos, su ineficacia ya suficientemente demostrada, no es el único motivo para quitarse del consumo de este producto. Hay otras razones de fondo que también intervienen y que merece la pena tener en cuenta.

Sobre el por qué no funcionan en suplemento cuando se conocen sobradamente sus propiedades beneficiosas ingeridos en los alimentos, puede haber varios motivos, como que solo son eficientes cuando se enmarcan dentro de una dieta sana en la que participen otras grasas, proteínas y determinados aminoácidos y muy posiblemente el concurso de la fibra vegetal.

También se puede especular sobre si funcionan solo en determinadas correlaciones de los ácidos omega-3 con respecto los omega-6 y otros ácidos grasos insaturados. Si quieres saber más sobre los ácidos grasos omega, te recomendamos nuestro artículo ¿Qué son los dichosos ácidos grasos omega y para qué demonios sirven?. A continuación te exponemos cinco razones para pasar de los suplementos de omega-3, principalmente en base a aceite de pescado.

1. No tienen ninguna incidencia sobre nuestra salud cardiovascular

Son muchos los estudios que indican que los suplementos de ácidos grasos omega-3 no sirven para nada, al menos en lo referente a sus efectos antiinflamatorios, que sí tiene el mismo ácido ingerido de forma natural en la carne de un pescado azul, el salmón, las truchas o bien las nueces y otras fuentes naturales (recomendamos Diez fuentes de ácidos omega 3 alternativas al salmón de granja). Un estudio de 2012 publicado en la revista Jamaya dejaba clara la dificultad para relacionar los suplementos con la prevención cardiovascular.

Posteriormente, en 2014, otro estudio publicado en la misma revista y del que se hizo eco la agencia Reuters, rubricó la evidencia de que la ingesta de estos suplementos no presenta mejoras en la salud cardiovascular ni en la prevención de trastornos. De nuevo en 2015 otro estudio puso en duda su eficiencia y la extendió a la prevención de la degeneración macular.

Finalmente una revisión de la Cochrane Colaboration sobre 112.059 casos ha dejado claro que no se aprecia ningún tipo de evidencia de que estos suplementos ofrezcan mejoras de salud y prevención en prácticamente ningún aspecto de nuestra salud. Más claro, el agua.

2. No son sostenibles desde el punto de vista medioambiental

La moda de tomar suplementos de omega-3 esconde un próspero negocio de granjas de salmones y otros peces cuya huella medioambiental es nefasta, como explicamos en el artículo Cinco cosas que no sabes sobre el salmón de piscifactoría. Investigadores del Departamento de Nutrición la Universidad de Toronto evaluaron en marzo de 2009 cuál podía ser el impacto total de esta industria sobre la naturaleza.

El título de su estudio, publicado en la revista Canadian Medical Association Journal, formulaba la siguiente pregunta: “¿Son sostenibles las recomendaciones dietéticas para el uso de aceites de pescado?”. La respuesta era “no”. Los autores aconsejaban a los gobiernos que se abstuvieran de promover el aumento de la ingesta de ácidos grasos omega-3 a través del consumo de pescado.

3. Enmascaran la necesidad de una dieta sana

Muchas personas creen que por tomar estas cápsulas están redimidos de comer de forma sana y equilibrada, conjuntando fibra vegetal, proteína, grasa e hidratos en sus justas proporciones. También que son un parche para poder fumar o beber sin ninguna moderación. Según investigadores de la Universidad de Auckland, en Nueva Zelanda, un 10% de los norteamericanos suele consumir suplementos de omega-3 con regularidad, pero de ellos solo un 10% lo hace bajo prescripción médica. Es decir que casi 30 millones de estadounidenses los consumen sin tener mucha conciencia de lo que conseguirán con ellos.

4. No sustituyen la necesidad de hacer ejercicio frecuente

De nuevo la búsqueda del suplemento como sustituto se impone, y muchas personas, sobre todo de edad cercana o superior a los 50 años los consume porque cree que le darán una mejor salud y prevención de cara al futuro. Como adición a un ejercicio regular y moderado o intenso, solo suponen un gasto económico inútil, pero son un (pésimo) sustituto de este, son un peligro.

5. Facilitan el abuso, insano, de estos ácidos grasos

Un estudio de 2013 de la Universidad Estatal de Oregon, Canadá, puso de manifiesto que un consumo de este tipo de suplementos, y en general de ácidos omega-3, por encima de determinados límites parecía incidir en una caída del sistema inmunitario y nos hacía más sensibles a las infecciones bacterianas. El consumo en píldoras tiene el obvio riesgo de ser superior que el relacionado con una dieta sana.

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