Este año el calor se ha hecho esperar, pero parece que por fin ha llegado con toda su intensidad a la mayor parte de la península Ibérica. Con él, alcanzaN su cenit reproductivo los mosquitos del género Phlebotomus, también conocidos como “moscas de la arena”, que se desarrollan bien con el calor potente en zonas donde haya cerca aguas quietas o encharcadas.
Phlebotomus no sería un insecto especialmente preocupante de no ser porque se comporta como el vector de transmisión del parásito Leishmania, culpable de causar en diversos mamíferos una enfermedad conocida como leishmaniasis y que para los dueños de perros es sinónimo de dolencia crónica y angustiosa muerte final de sus peludos compañeros, normalmente por fallo renal.
Es por ello que las campañas de prevención contra la leishmania son tan frecuentes en esta época del año, en especial en las zonas endémicas, que no son pocas en la península. En algunas de ellas, en especial en la cuenta mediterránea, se calcula que puede llegar a haber hasta un 15% de animales con síntomas (sintomáticos), aunque se cree que el número de canes infectados podría acercarse al 50%.
A continuación te exponemos nueve razones para proteger a tu perro de la leishmaniasis aunque no vivas en zona de riesgo.
1. Es una enfermedad muy grave
Ten en cuenta que la leishmaniasis es una enfermedad especialmente grave y penosa para los perros, que les degrada físicamente de un modo muy doloroso hasta provocarles la muerte, generalmente por un fallo renal. Todo el organismo del perro se ve resentido por la presencia del parásito Leishmania infantum.
2. No tiene cura
Es una enfermedad crónica, sin cura, en la que una vez infectado el perro a través de la picadura del mosquito Phlebotomus -siempre que sea sintomático-, el parásito se irá desarrollando en su sistema circulatorio e irá invadiendo sus órganos vitales hasta causarle la muerte en un periodo que puede ir de meses a varios años, pero durante el cual el can irá a peor. Prevenir la leishmaniasis siempre sale más a cuenta emocional y económicamente que cuidar a un perro enfermo.
3. El perro infectado no siempre muestra síntomas
Un porcentaje alto de los perros infectados por el parásito no muestran síntomas en años o incluso en toda su vida, son los individuos llamados “asintomáticos”. En ello pueden intervenir las características genéticas del perro, ya que hay razas muy propensas a los síntomas como el cocker o el boxer, y otras muy poco, como el podenco ibicenco, por ejemplo. Pero, como decimos, los síntomas pueden terminar por aparecer.
4. Evitamos que se extienda a otros perros
Un individuo asintomático es un peligro para la extensión de esta enfermedad si no está debidamente protegido contra la picadura del mosquito. Si un ejemplar de Phlebotomus le pica, puede absorber con la sangre unidades de Leishmania y al picar a otro perro sano, puede transmitirle la infección. Por lo tanto, ya sea porque es asintomático o incluso en un perro sintomático, la prevención a nuevas picaduras es fundamental para evitar la extensión silenciosa de la leishmaniasis.
5. También es una enfermedad de humanos
Leishmania infantum se llama así porque además de los perros, podía afectar en el sur de Europa a los niños, causándoles en ocasiones problemas graves. Actualmente también las personas con VIH o inmunodeprimidas químicamente por causa de enfermedades autoinmunes o tratamientos tumorales, pueden contraerla, siempre a través del mosquito y nunca directamente. La protección de nuestro perro es fundamental para protegernos a nosotros mismos.
6. El cambio climático está alargando el periodo de actividad del mosquito transmisor
El periodo activo y reproductivo del Phlebotomus va de mayo a septiembre, pero con el calentamiento global se está extendiendo hasta abril en algunas zonas del sur a finales de octubre en general en la cuenta mediterránea, con lo que la alerta es más larga.
7. Las altas temperaturas veraniegas favorecen su expansión hacia zonas del norte peninsular
En efecto, otro factor que favorece al Phlebotomus es que los veranos del norte, sobre todo las noches, también se han vuelto más calurosos, con lo que se amplia lentamente el hábitat de este insecto en la cornisa Cantábrica, donde se comienzan a ver casos de leishmaniasis. Prevenir es poner coto a esta extensión a la totalidad del territorio.
8. La globalización le ayuda a encontrar nuevos hábitats
La globalización implica que una familia de Euskadi, Asturias, Galicia o Cantabria veranee en Alicante, por citar un ejemplo, y se lleven a su can, donde será infectado. Al regreso a su lugar de residencia, si las condiciones favorecen al Phlebotomus puede ser picado por el mosquito, que a su vez puede picar a otro perro no infectado del norte.
Pero la globalización implica que una familia de Barcelona se lleve su perro infectado y asintomático veranear a San Sebastián, donde podría ser picado por un ejemplar de Phlebotomus en un año especialmente caluroso, con lo que absorbería el parásito y podría picar a otros perros norteños sanos hasta ese momento. Todos estos problemas se eliminan con una adecuada prevención y protección de nuestro perro.
9. Existen métodos eficaces y baratos para prevenirla
Como ya hemos dicho, la prevención es siempre mucho más barata, no solo económica sino también emocionalmente, que el cuidado de un perro enfermo. Existen collares preventivos que duran hasta cinco meses, cuestan apenas entre 10 y 20 euros y protegen en un 80% contra la leishmaniasis. Si a ello sumamos una pipeta, por un precio similar y una eficacia de tres semanas, la prevención es del 90%.
Si queremos estar totalmente seguros, existen vacunas y pastillas que el perro debe tomar, pero que requieren tener la seguridad de que no está previamente infectado y es asintomático, ya que en caso de estarlo podrían provocarle serios problemas circulatorios y la muerte. Existen tests de diversos niveles para comprobar si un animal está o no infectado. En cualquier caso la mejor opción es comentar el tema con nuestro veterinario.
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