REPORTAJE

Ringana, la empresa de cosmética que promete cambiarte la vida: “Se han quedado con mi dinero y mis clientes”

Ringana, la empresa de cosmética que promete cambiarte la vida.

María Zuil

2 de enero de 2025 22:24 h

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Cuando a Claudia* le propusieron hacerse socia de la empresa Ringana, no había oído nunca hablar de la marca. La persona que lo hizo, que luego se convertiría en su mentora, estuvo insistiéndole “hasta la saciedad” con las bondades de formar parte de la compañía, especializada en cosmética natural. Al final, un año después del primer contacto, tomaron un café y se decidió a hacer una demostración de los productos en su centro de yoga.

A partir de ese momento, hacia mediados de 2023, empezó a vender. “Como tengo una red de contacto bastante grande por mi trabajo, vendí un montón. Pero justamente cuando iba a subir de nivel, y por tanto cobrar en dinero, me cerraron la cuenta y no he podido volver a entrar”. Calcula que generó 3.000 euros en un par de meses, pero hace ya un año que su dinero está bloqueado y que nadie –ni la persona que la metió en la empresa ni la propia empresa– le da ninguna solución. “Llamé indefinidamente, durante días, y fue imposible hablar con nadie. Cuando por fin conseguí que me contestaran en castellano, monté en cólera y les dije que me parecía una estafa”, cuenta indignada al teléfono. “Se han quedado con mi dinero y con mis clientes, porque sé que mi mentora ha vuelto a ponerse en contacto con ellos para venderles directamente”, explica. 

Ringana es una empresa austriaca fundada en 1996 por una familia de hoteleros que vendían sus propios productos de belleza y que lleva desde 2012 en el mercado español. Según cuentan en respuesta a este diario, España es ya su tercer mercado más fuerte en términos de ingresos, y cerrarán este año con un porcentaje de crecimiento de “dos dígitos altos”. Venden desde complejos vitamínicos o cremas hasta productos capilares. Todo con reclamos como 'ecológico', 'orgánico', 'vegano' o 'climáticamente neutro'.

Vendí un montón. Pero justamente cuando iba a subir de nivel, y por tanto cobrar en dinero, me cerraron la cuenta y no he podido volver a entrar

Claudia (pseudónimo) ex socia de Ringana

En los últimos meses es fácil haberse cruzado con estos productos en redes. Decenas de usuarios, especialmente los dedicados a la belleza o nutrición, hablan a menudo de las bondades de su composición, de lo novedoso de cada producto recién sacado al mercado, o de las diferencias con la competencia. Pero no suelen ser contenidos desinteresados: quienes los hacen, la mayoría mujeres, son socias de la empresa. Es decir, personas que se llevan puntos por cada venta, primero canjeables por descuentos y, a medida que aumentan su nivel de facturación, en dinero. Y no solo eso, por su modelo de empresa multinivel, si consiguen meter a nuevos socios en su equipo, se llevarán también una comisión por las ventas que ellos hagan, y así de manera exponencial, aumentando sus comisiones a medida que suben de nivel o 'metas', del 1 al 10.

Para entrar como nuevo socio solo hace falta contar con el aval de alguien que esté dentro, y algunos piden a los potenciales miembros abonar 34 euros a modo de starter pack (lote de iniciación), para que prueben el producto, pero Ringana dice que esto no es obligatorio.

Es fácil cruzarse con estos productos en redes. Decenas de usuarios, especialmente los dedicados a la belleza o nutrición, hablan de sus bondades. Pero no suelen ser contenidos desinteresados: quienes los hacen, la mayoría mujeres, son socias de la empresa

A Pedro*, este esquema de ventas le sonó a “engaño” desde el primer momento, por eso intentó disuadir a su pareja de que se metiera como socia. No lo consiguió: “Les hacen creer que van a ganar dinero con las ventas, pero lo cierto es que necesitas muchos puntos para eso, y si en un determinado tiempo no lo consigues, los pierdes y vuelta a empezar. Mi pareja hizo muchas ventas, pero nunca vio dinero”, cuenta por teléfono. “Yo creo que es parte del negocio, que es como un carrusel y todo el rato está entrando y saliendo gente. Y cuando te vas, se quedan con sus clientes para seguir vendiendo”. Cada socio tiene que registrar a sus compradores en una web personalizada, por las que deben pagar unos 9 euros al mes más impuestos a la empresa austriaca, introduciendo sus datos personales (incluido NIF, domicilio, contacto y nombre), y es la empresa la que hace los cobros y envíos directamente, por lo que aunque el socio se vaya, los datos de los clientes se quedan en la base de datos.

Según cuenta la compañía, el modelo de empresa multinivel forma parte del ADN de la compañía desde sus orígenes, cuando vendían sus productos en sus propios hoteles y eran los huéspedes los que los recomendaban a amigos y familiares. Además, debido a la corta caducidad de sus composiciones (la mayoría de seis meses), consideran que este sistema, que implica envíos desde Austria, es su mejor opción: “En los comienzos de RINGANA, ninguna tienda ni farmacia quería vender los productos”, añaden.

Los socios de la empresa se llevan puntos por cada venta, primero canjeables por descuentos y, a medida que aumentan su nivel de facturación, en dinero: 'Mi pareja hizo muchas ventas, pero nunca vio dinero

Ringana vende esa figura de “embajador autónomo” como todo un estilo de vida, con reclamos para “ser tu propio jefe”, muy en la línea de otra preocupación social creciente: la precariedad y la falta de flexibilidad laboral en muchos trabajos. Y los testimonios de sus socias en redes sociales apoyan esa narrativa, con historias de superación y mensajes de coaching empresarial que suelen preceder a propuestas de unirse a su equipo de ventas.

“No estoy construyendo un negocio, estoy construyendo la vida que quiero”, “esta aventura llegó a mi vida para salvarme”, “me levanto todas las mañanas totalmente feliz de tener esta tarea, esta visión, esta misión”, son algunas de las frases que puede uno encontrarse en una rápida búsqueda en redes. Además, la conversación con su comunidad es constante, a través de canales de WhatsApp, Telegram o publicaciones en Instagram, promocionando a diario productos, descuentos o ventas flash.

Sheila Tejeda es una de esas socias a las que, según cuenta a este diario, entrar en Ringana le ha cambiado la vida. Hace dos años que decidió apostar por este negocio después de ser madre de dos hijos y buscar un cambio laboral. Conoció la marca investigando sobre cosmética natural y ahora cuenta con un equipo de 18 personas.

Lo que le gusta de ellos, asegura, es que son pioneros en este tipo de cosmética. “Hay otras que van detrás y se suman al carro, pero no son así: tan frescos, con ese nivel de excelencia y que marquen tendencia”. Hace dos meses que, después de una implicación intermitente, ha conseguido alcanzar un sueldo similar al que tenía antes como técnica de prevención de riesgos laborales. “Cambié de trabajo para poder conciliar. Ahora no me pongo horario, sigo haciendo mis tareas como mamá, hago las cosas de casa y cuando están en el cole sí le dedico algo más, pero atiendo el teléfono en cualquier momento que me puedan necesitar. Pero si lo comparo con otros trabajos que haya tenido, una llamada a deshora no me habría gustado, pero ahora es distinto. Trabajo todo el tiempo y ninguno”, cuenta al teléfono.

Ringana vende esa figura de 'embajador autónomo' como un estilo de vida, con reclamos para 'ser tu propio jefe', muy en la línea de otra preocupación social creciente: la precariedad y la falta de flexibilidad laboral en muchos trabajos

Sin embargo, quien ha vivido la evolución de una socia desde fuera, no tiene la misma opinión de esa revolución en el estilo de vida. “Está siempre trabajando, porque la frontera entre el tiempo libre y el trabajo se difumina”, explica Miguel* sobre una amiga que entró en Ringana durante la pandemia, tras un fracaso profesional. “Ya sólo habla de eso, está todo el rato mandándonos mensajes para vendernos cosas, se ha convertido en su estilo de vida”.

Quimiofobia y callo solar

A Pablo García, farmacéutico y divulgador sanitario especializado en cosmética, la composición de los productos de Ringana le parece adecuada, aunque “quizá demasiado hiperbólica” en sus argumentos de venta “cuando no introducen nada nuevo en el mercado”. Sin embargo, lo que más le molesta es la utilización de la quimiofobia en sus reclamos de venta, porque “es jugar con el miedo de la gente para vender más”. “En Europa todos los productos cosméticos son seguros, no incluyen sustancias tóxicas y está muy claro lo que se puede y no se puede usar. Por ejemplo, me parece especialmente grave lo que dicen de las cremas solares, diciendo que tienen disruptores endocrinos, cuando todo lo que se usa es legal y además son los únicos cosméticos que previenen enfermedades. ¡Con lo que ha costado que se genere esa conciencia por la protección solar!”.

“Tienen una imagen de marca con todos los reclamos que funcionan ahora mismo: orgánico, natural, sostenible… Que ya me dirás lo sostenible que tienen todos los envíos desde Austria y meter 800 muestras en un paquete”, opina Paloma Abad, autora de la newsletter especializada en cosmética Pretty in, pretty out, y que hace poco se lanzó a probar los productos de la marca tras verla continuamente en redes. “Cuando puse un mensaje en Instagram diciendo que iba a escribir algo sobre Ringana, me llegó casi un centenar de mensajes de gente hablándome de 'secta' y contándome historias de amigas obsesionadas, que sólo hablaban de eso, que intentaban vender a señoras en el parque o poniendo carteles en la puerta de la matrona…”, explica a este diario. “Es muy extraño, hay muchas marcas de cosmética que van a comisión, como Avon, pero no es así. Las de Ringana se comportan como evangelizadoras. Hablan en redes con el mismo furor que los fans de Taylor Swift cuando se intercambiaban las pulseras en las puertas del Bernabéu”.

Me parece especialmente grave lo que dicen de las cremas solares, diciendo que tienen disruptores endocrinos, cuando todo lo que se usa es legal y además son los únicos cosméticos que previenen enfermedades

Pablo García farmacéutico y divulgador sanitario especializado en cosmética

Miguel, que se ha acabado distanciando de una amiga por las opiniones y “falsedades” que divulga desde que trabaja con esta marca, dice: “Lo primero fue recomendarnos a todos los amigos los productos con la excusa de que lo que te compras en el súper o hasta en la farmacia está lleno de sustancias tóxicas y los suyos no. Empezó así de manera muy insistente, mucho mensaje reenviado… Pero es que llegó al punto de que empezó a escribir a mi madre con un tema delicado, porque le decía que los productos eran anticancerígenos y mi padre había fallecido de cáncer hacía poco. Ahí me cabreé y la relación se enfrió”.

Abad considera que el problema de esta desinformación que divulgan las socias y que ella también se ha encontrado radica en su propio modelo: “Son personas que no están rigurosamente seleccionadas porque cada socia busca a su equipo, y yo ahí veo un problema de imagen de marca. Tienes perfiles que hablan del callo solar como algo bueno o de que sus productos no tienen disruptores endocrinos cuando es prácticamente imposible de comprobar”.

Según Ringana, sus socios, con los que no tienen ninguna relación laboral, reciben una formación completa tanto al inicio como de manera continua “que abarca conocimiento sobre los productos, prácticas de marketing ético y gestión empresarial” por parte del equipo interno de formación de Ringana y dirigidos por mentores experimentados. Claudia solo recuerda una charla con su mentora y “algo de formación online que nosotras teníamos que leer”, mientras que Sheila dice que hay formaciones a menudo de diversas temáticas, que llevan a cabo otros socios de mayor rango.

Respecto al cierre de cuentas, como le pasó a Claudia, desde la empresa aseguran que pueden darse tras violaciones del código ético de conducta, más de 12 meses de inactividad o mal uso de los recursos de la empresa. “Sin embargo, nos comprometemos con la equidad y la transparencia, y cualquier comisión ganada se paga según nuestros acuerdos. Si existen disputas, nuestro equipo de soporte trabaja de manera diligente para resolverlas”, añaden.

Es muy extraño, hay muchas marcas de cosmética que van a comisión, como Avon, pero no es así. Las de Ringana se comportan como evangelizadoras. Hablan en redes con el mismo furor que los fans de Taylor Swift

Paloma Abab periodista a cargo de la newsletter sobre cosmética 'Pretty in, pretty out'

Además, Ringana asegura que afirmaciones como hacer “callo solar”, es decir, usar menos protección solar de la debida para acostumbrar a la piel al sol, tal y como ha podido comprobar este diario que defienden varias de sus socias, “puede llevar medidas coercitivas, incluida la terminación de la colaboración”. Según explican –sin concretar una cifra–, ahora mismo tienen varios “miles de socios activos” en España “que encarnan nuestros valores de sostenibilidad e innovación”, aunque reconocen que por su modelo flexible puede que haya habido casos en los que “la información no haya sido fluida”.

“Hay gente a la que les va muy bien y a otra no tanto, depende de la implicación y de la capacidad de venta”, explican desde Ringana. 

“Lo que ocurre es que las que realmente triunfan con este modelo son las que tienen una red más amplia”, considera Abad, “y la presión por estar continuamente hablando y publicando sobre Ringana repercute directamente en los ingresos, porque a todas les interesa tener gente y abrir mercado nuevo”. De hecho, ve una presencia considerablemente más alta de influencers que en otras marcas que no es casual: “Nunca habían entrado tan a saco a un proyecto de ventas de nada, y eso es porque ellas tienen mucha masa de seguidores y, por tanto, de posibles compradoras y nuevas socias”. 

*Nombre cambiado a petición del entrevistado.

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