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Qué tipo de piel tengo y cómo puedo protegerme mejor del sol

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No todos somos iguales, ni en cuanto al tipo de piel se refiere. Pieles más blancas que otras o más oscuras. Todas son distintas y no sufren las mismas consecuencias frente a los rayos UV del sol. Algunas se broncean más rápido, otras ni siquiera logran un mínimo bronceado. El fototipo es el concepto que explica este proceso natural y clasifica los distintos tipos de piel según su sensibilidad y reactividad al sol.

Qué es el fototipo

El fototipo es una categorización de los tipos de piel basada en el color de la piel en asociación con el de los ojos y el cabello, teniendo en cuenta la reacción a la radiación ultravioleta. El fototipo permite estimar el riesgo asociado a la exposición solar para cada tipo de piel y determinar la importancia de la protección solar. 

Depende de tres elementos: el color del cabello, la calidad del bronceado y la frecuencia de las quemaduras solares. El fototipo está relacionado con la producción de melanina y explicaría por qué unas personas se broncean más otras. 

Los melanosomas, una especie de “sacos” donde se acumula la melanina, son capaces de producir pigmento al exponernos al sol y protegen nuestras células del daño solar, el que provoca quemaduras y cáncer de piel.

Clasificación de la piel: del I al VI

Cada piel tiene una capacidad distinta de responder a la radiación UV. La clasificación identifica entre I y VI:

Fototipo I: las personas con este fototipo tienen la piel muy blanca, el pelo rubio o pelirrojo y los ojos azules o verdes. Las pecas también son comunes en este tipo de personas, que se queman fácilmente, se les queda la piel roja pero casi nunca se broncean. A este tipo de fototipo le basta con 10 minutos de exposición al sol para que aparezcan quemaduras.

Fototipo II: la piel es clara, el cabello rubio, pelirrojo tirando a castaño, los ojos claros también tirando a marrones. En algunos casos también pueden aparecer pecas. Las quemaduras solares son frecuentes y la piel apenas se broncea o lo hace muy lentamente. Una exposición de 15 a 20 minutos al sol sin protección es suficiente para provocar quemaduras.

Fototipo III: la piel es intermedia, el cabello castaño y los ojos marrones. Las quemaduras solares son ocasionales y se broncean de manera progresiva. Es suficiente una exposición de unos 30 minutos para que las personas con este fototipo sufran quemaduras.

Fototipo IV: la piel es oscura, el cabello castaño y los ojos también. La piel se broncea de forma rápida, con un tiempo de exposición necesaria para que aparezcan quemaduras que se sitúa entre los 30 y 45 minutos.

Fototipo V: la piel es morena y el cabello y los ojos oscuros y se broncea mucho. Las quemaduras solares son raras y soporta un tiempo de exposición de 60 minutos.

Fototipo VI: la piel, el cabello y los ojos son negros. Casi nunca se queman y se trata de pieles que están muy pigmentadas.

Esta clasificación la determinó en 1975 el dermatólogo Thomas B. Fitzpatric, basándose en el hallazgo de que el color del cabello, los ojos y la piel influye en el resultado del bronceado (la intensidad, pero también los riesgos). Algunos test nos ayudan a conocer cuál es nuestro tipo de fototipo.

Cómo protegernos del sol

Aunque una persona tenga un tipo de fototipo que las protege de las quemaduras, es aconsejable que todas usen protector solar ya que también deben protegerse contra los rayos UV. Si bien los tipos de piel más claros tienen más riesgo de sufrir cáncer de piel, todo el mundo corre algún peligro. 

El número del factor de protección solar nos indica cuál es el grado de protección frente la radiación ultraviolada UVB. Deberemos escoger uno u otro en función del tipo de piel que tengamos. Así, las personas con un fototipo de piel más bajo necesitarán un factor de protección más alto (50 o más); y al revés, las personas con un fototipo más alto, pueden usar un nivel de protector más bajo. 

La dosis recomendada en cualquier caso es de 2 mg por cm2 (hay que ser generosos y extender una buena capa de crema solar por todo el cuerpo), repitiendo la aplicación cada dos horas, después de meternos en el agua o practicar ejercicio físico o sudar. La exposición indirecta al sol (pasear, ir de compras, etc.) también puede provocar quemaduras.

Además de los protectores solares, la ropa es cada vez más la mejor forma de protegernos del sol:

- Una gorra o sombrero nos protege el cuero cabelludo y la cara.

- Una camiseta de algodón, el torso y parte de los brazos.

- Unos pantalones para las piernas.

- Gafas de sol para los ojos.

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