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La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) emitió el pasado viernes 3 de marzo una alerta estatal tras tener conocimiento a través del Sistema Coordinado de Intercambio Rápido de Información (SCIRI) de que se estaba distribuyendo una bebida comercial etiquetada como “de avena” en la que se ha detectado la presencia no declarada de leche.
La AESAN emite, a su vez, la recomendación de no consumir dicha bebida de la marca Alpina en caso de personas con los distintos tipos de alergia a la leche, para evitar los síntomas y malestares derivados de la ingesta.
La alerta procede de la Comunitat Valenciana y hasta la fecha se sabe que la distribución inicial ha sido a las comunidades autónomas de Andalucía, Cataluña, Castilla-La Mancha, Castilla y León, País Vasco, Madrid y Murcia, si bien no es descartable que puedan existir redistribuciones a otras comunidades autónomas.
En el producto figura la mención de que puede contener trazas de almendra, leche y soja. Sin embargo, la leche debería aparecer como ingrediente, ya que en la ficha técnica del producto figura la leche entera hasta en un 40% de su composición.
Datos del producto
- Nombre del producto: Avena original.
- Marca comercial: ALPINA.
- Aspecto del producto: envase de 250 g y de 1000g.
- Fecha de caducidad: 11/05/2023 y 21/05/2023.
Tipos de alergia a la leche
Existen dos típos de alergias a la leche: una a las proteínas de la leche y la otra a la lactosa, el azúcar de la leche. La primera ers sobre todo común en la infancia y con el desarrollo suele desaparecer, mientras que la segunda se puede dar a todas las edades.
1. Alergia a la ß-lactoglobulina
La alergia a las proteínas de la leche de vaca se da por la presencia de ß-lactoglobulina, una de las principales proteínas inmunogénicas en la leche de vaca, presente en la albúmina láctea.
A diferencia de la caseína, el otro tipo de proteína de la leche, la albúmina está presente en disolución en el suero y es la que conforma “la nata” cuando hervimos la leche, es decir la tela que queda en la parte superior.
Las proteínas del suero representan el 20% de todas las proteínas de la leche y todas, excepto la ß-lactoglobulina se encuentran también en la leche materna que come el lactante.
No es extraño entonces que el 2% de la población lactante pueda presentar alergia a proteínas de vaca (APLV) en inicio, pues la leche de vaca será uno de los primeros alimentos que se introducirá en su dieta.
La ß-lactoglobulina, como seroproteína, es termobsensible y la cocción modifica su alergenicidad, lo que explicaría por qué hay una mejor tolerancia a la leche procesada a altas temperaturas.
Respecto a los síntomas, la respuesta inmunológica puede ser de dos tipos:
- Alergia a leche mediada por anticuerpo llamado inmunoglobulina E (IgE): es la más frecuente a la leche y la responsable de reacciones inmediatas, normalmente dentro de la primera hora, tras la ingesta.
- Alergia a leche no mediada por IgE: menos frecuente, se produce por mecanismos inmunológicos distintos.
Las reacciones mas comunes son:
- Síntomas cutáneos: urticaria, prurito (picor) en la boca, enrojecimiento.
- Síntomas digestivos: vómito, dolor abdominal y diarrea son los más frecuentes.
- Síntomas respiratorios: rinitis o asma son las reacciones más generalizadas.
- Anafilaxia: en los casos más graves, las reacciones anafilácticas en las que pueden participar más de dos órganos, pueden desencadenar colapso vascular.
2. Intolerancia a la lactosa
Con la intolerancia a la lactosa ocurre lo contrario, es decir que se da sobre todo en tras la lactancia. La razón es que la lactosa es el azúcar de la leche, también la materna, pero no se presenta era ningún alimento más.
Si seguimos tomando leche el resto de nuestra vida, no tenemos por qué presentar intolerancia a no ser que tengamos algún tipo de mutación genética, que se da con una cierta frecuencia.
Pero si pasamos años sin tomar leche, lo normal es que nuestro cuerpo haya de fabricar la enzima “lactasa”, que descompone la lactosa en dos azúcares absorbibles intestinamente como son la glucosa y la galatosa.
En consecuencia, al pasar la lactosa como disacárido (unión de dos moléculas de azúcar) al aparato digestivo, puede provocar distintas perturbaciones. Las provinciales son:
- Diarrea.
- Vientre hinchado por gases.
- Flatulencias o bien cólicos intestinales por la presión de los gases.
- Náuseas en casos extremos.
La EFSA (Agencia Europea de Seguridad Alimentaria) calcula que entre e 3% y el 5% de los europeos sufre este tipo de intolerancia, que de todos modos, en algunos casos puede ser reversible al activarse el cuerpo para volver a fabricar la enzima “lactasa”.
La prueba más común y sencilla para detectar la intolerancia a la lactosa es el test del hidrógeno en el aliento. En el mismo se analiza la cantidad de este gas que exhalamos tras beber una solución de lactosa; si aumenta respecto a nuestro aliento normal, significa que somos intolerantes.
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