“Gana tiempo, ahorra dinero y come sano”: ¿está el auge del táper por suscripción llamado a quedarse?
Están por todas partes. Bajo la promesa de comer sano, ahorrar tiempo y dinero, las ofertas de empresas de comida por suscripción llenan nuestros timelines en forma de anuncios, pero también de recomendaciones de influencers, microinfluencers e incluso de algún amigo.
“Usa mi código amigo 'JUANJOV0870' si quieres probarlo con 20 euros de descuento”, nos dicen. Más fácil, imposible. Resulta complicado resistirse a probarlo porque ¿hay algo que nos atraiga más que la comida gratis?
Para los que lo ven desde fuera, el servicio suscita bastantes preguntas: ¿Merece la pena? ¿Realmente es un buen sustituto de la comida casera o del menú del bar de abajo? ¿Es práctico? ¿Es respetuoso con el medio ambiente? Y desde el punto de vista de las empresas que lo ofrecen: ¿Les está funcionando? ¿Es viable? ¿Dar de comer a tanto influencer les sale rentable? ¿Es este un modelo de futuro?
Según datos de la Sociedad Española de Obesidad, el 77% de las ciudadanos españoles realiza al menos una de las tres comidas del día fuera de casa. Aunque la más popular es el desayuno, tendencias como el delivery, el take away y el consumo de precocinados han cogido carrerilla en los últimos años, como señalan desde la Asociación Española de Fabricantes de Platos Preparados (ASEFAPRE).
La falta de tiempo y el aumento de la oferta de comida que nos llega a domicilio en forma de táper y bajo la promesa de una preparación casera y un menú equilibrado, como la que ofrecen Wetaca, Vegan Food Club, Menudiet, Tappers o variantes como Hello Fresh –que envían la caja con productos y la receta a seguir para elaborarlo en casa con ese mismo espíritu de aligerar procesos y comer bien invirtiendo poco tiempo–, hacen que que el modelo se asiente.
Táperes a domicilio: así se fragua un modelo de negocio
El modelo de negocio se lleva gestando un tiempo. En el caso de Wetaca, que es la más relevante del sector en España y la más popular en redes de las plataformas mencionadas anteriormente (con 186.000 seguidores), el origen se remonta a 2015. Efrén Álvarez y Andrés Casal, fundadores y CEO de la compañía, tuvieron la idea en 2013 partiendo de su propia necesidad. Su vida como universitarios –ambos estudiaron administración y dirección de empresas–, compaginando estudios con los primeros trabajos, cuentan, les dejaba poco tiempo para cocinar. Así, para combatir ese “comer mal” e inspirados por el restaurante de Jordi Cruz, donde Efrén estuvo trabajando un mes tras participar en la primera edición de MasterChef, surgió la idea de cocinar los domingos y envasar la comida al vacío para el resto de la semana.
“Si está bueno, lo vendemos”, recuerda Efrén que le dijo Andrés. Y hasta hoy. La empresa cuenta actualmente con una cocina central en Madrid desde la que envían unos 55.000 platos a toda España cada semana, dicen a este periódico. Los datos de la empresa consultados en la plataforma Insight View señalan un total de 62 personas empleadas en 2021 —último ejercicio del que hay datos disponibles— y unas ventas de 8,24 millones de euros con pérdidas de 323.328 euros en el mismo año, que contrastan con el pico en positivo que dejó 2020 en sus cuentas con la pandemia por coronavirus favoreciendo la demanda de envío de comida a domicilio. “El covid fue un muy, muy buen año, aunque el año pasado [2021] fue duro por el lado de la gestión de costes. Todo subió mucho, especialmente la energía, que a nosotros nos machaca, los combustibles y la materia prima. De todos modos, la demanda fue muy bien”.
“Las empresas como Wetaca han surgido básicamente porque han encontrado un nicho de mercado muy atractivo. Es decir, gente bastante joven, desde estudiantes a personas que viven solas o pequeñas familias, que no tienen tiempo para cocinar y tampoco pueden, ni quieren, ir de restaurantes ni pedir comida a domicilio todos los días”, nos explica Ana Isabel Jiménez Zarco, profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya. “Se trata de un nicho de mercado formado por personas que quieren comer sano, variado, de calidad y a un precio asequible. Era un hueco del mercado que no estaba cubierto”.
Han encontrado un nicho de mercado: desde estudiantes a personas que viven solas o pequeñas familias, que no tienen tiempo para cocinar y no pueden, ni quieren, ir de restaurantes o pedir a domicilio todos los días
Una logística compleja
Tras hablar con varios usuarios de este tipo de servicios, la mayoría de ellos se sienten muy satisfechos con el sabor de la comida y coinciden en que realmente les ahorra mucho tiempo. Aunque no todo son alabanzas. “Estoy muy satisfecho con la calidad del producto y la variedad”, cuenta a elDiario.es Javier, un cliente de Terrassa (Barcelona) que lleva pidiendo a Wetaca desde marzo de 2022. “Estoy un poco menos contento con las entregas, que, en ocasiones, no cumplen con los horarios a los que se habían comprometido”.
La logística es clave en el negocio de este tipo de empresas. Para suplir verdaderamente la carga extra de energía y tiempo que se emplea en cocinar, lo ideal es que el servicio de entrega también sea fluido. En el caso de Wetaca, según explican a este periódico, el transporte no es propio, sino que se sirven de empresas externas para realizarlo. “Nosotros diseñamos las rutas de entrega en todas las ciudades y barrios de España y, a partir de ahí, lo que hacemos es contratar empresas que tienen conductores”, dice Efrén Álvarez. “No tenemos riders ni ningún modelo de estos que ni nos interesan ni nos parecen muy sostenibles”.
Su sistema funciona a través de empresas con furgonetas en distintas ciudades que llevan la comida desde la central madrileña. A pesar de las quejas en las entregas, que abundan por ejemplo en las reseñas de Google, la empresa sostiene que su tasa de entrega en la franja de una hora y media que le dan al cliente es del 80%.
El problema de los envases de usar y tirar
Otra de las cuestiones que surgen cuando se habla de este tipo de servicios a domicilio es la cantidad de envases de un solo uso que utilizan todas las empresas. Laura, una influencer de Madrid que recibió comida de Wetaca durante casi un año, decidió parar su colaboración debido a que, dice, no le entusiasmaba el producto, pero también por sus preocupaciones climáticas: “Veía bastante plástico en todo y pensé que no era respetuoso con el medio ambiente”.
“Somos conscientes del impacto que tenemos en el medio”, dice Efrén, que asegura que en su compañía se esfuerzan por compensarlo por otras vías. “Hemos probado todas las alternativas al plástico que hay en el mercado y, o bien no están admitidas para uso alimentario, o bien a día de hoy no fabrican suficiente cantidad de envases para nuestras necesidades. Por otra parte, con los materiales biodegradables no conseguimos que nuestros alimentos se conserven adecuadamente. Simplemente no podemos usarlos por seguridad alimentaria”, afirma. Su principal estrategia, según explica, es un acuerdo que mantienen con la ONG Plastic Bank, que emplea a personas en países en desarrollo que no tienen trabajo para que recojan plástico de ríos o playas en una cantidad equivalente a las toneladas de plástico que emplean en su actividad.
Una estrategia de marketing basada en redes
Recomendaciones de influencers, publicidad con descuentos que se lanza a través de Stories o en el timeline. Una de las tácticas más reconocibles de las empresas de comida por suscripción tiene que ver con aprovechar el efecto prescriptor de pequeños influencers que promocionan su producto a cambio de comida de la propia plataforma. Pero en ocasiones, algunos de estos usuarios han sido tan insistentes en sus posts que los usuarios más guasones de las redes han llegado a comentar: “¿pero alguien paga por esa comida o la regalan a todo el mundo?”.
Sobre este tema, algo polémico en redes sociales, uno de esos influencers (Nacho, de Madrid) dice: “A mis seguidores en Twitter no los saturo. El problema es que si somos muchos en paralelo se genera un ruido que te termina tocando de manera inevitable. Yo no soy nada pesado, pero hay otros usuarios que publican mucho sobre el tema y eso molesta. Y encima da la sensación de que todos hacemos #mendigram (mendigar atención en las redes) cuando no es así”.
Efrén Ávarez explica que, en cuanto a promociones, Wetaca ha probado de todo a lo largo de su historia. “Televisión, radio, marquesinas, flyers… Cualquier cosa que te puedas imaginar. Y a día de hoy, lo que mejor nos funciona es la recomendación: los clientes nos traen más clientes, es 100% orgánico. De ahí nos vino la idea de probar con influencers, especialmente influencers pequeños o medianos, cuyos seguidores son más fieles, tienen bastantes pero no los monetizan muy bien. Les enviamos comida y, si les gusta, les pedimos que la promocionen”.
La profesora Jiménez Zarco opina que esta estrategia basada en influencers tiene sentido dado el perfil de los consumidores de estas empresas. “Son gente joven, urbana y que está en las redes sociales todo el tiempo. Por tanto, el uso de piezas de comunicación incluso divertidas en TikTok, Instagram o Twitter impacta directamente en ese público. Además, al ser microinfluencers, tienen una base de seguidores muy fiel, y algunos trabajan temas de cuidado personal o salud, con lo que su recomendación puede impactar mucho en los potenciales clientes. Encima, si te hacen un descuento, es un servicio cómodo y demás, pues es muy posible que se animen a probar”.
La clave está en las suscripciones
Este modelo de negocio no solo no escapa al auge de la economía de la suscripción, aplicada cada vez más en diferentes ámbitos que tradicionalmente se han basado en el pago por producto, sino que su éxito reside en convertirse en costumbre y dar solución de manera recurrente a una necesidad. “Este tipo de modelos sin duda ha llegado para quedarse”, dice la profesora Jiménez Zarco.
El éxito en otros países de estos modelos, especialmente en Estados Unidos, es lo que inspira a los empresarios del sector a pensar que todavía les queda camino por recorrer
Precisamente el éxito en otros países de estos modelos, especialmente en Estados Unidos, es lo que inspira a los empresarios del sector a pensar que todavía les queda mucho camino por recorrer. “Para bien o para mal, somos nosotros los que estamos creando el mercado en España. Actualmente podemos estar dando de comer a unas 10.000 personas, que son muchas, pero, si lo piensas, no son tantas en el total del mercado español. Nuestros planes inmediatos pasan por la expansión a otras grandes ciudades de Europa y también por apostar cada vez más por la salud, por tener una oferta mayor, menos calorías, más verduras… El mercado por ahora lo está recibiendo bien, pero todo esto es una carrera de fondo”, concluye Efrén Álvarez.
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