Si creías que esos restos de jabón (esto es, los trocitos sólidos de pastilla que ya no logras agarrar) no valen para nada, puede que te equivoques. Basta con darse una vuelta por Internet o con preguntar a nuestras abuelas para saber que hay diferentes formas de exprimirlos, y de lograr que esa pastilla de jabón te dure bastante más de lo que pensabas.
1. Usa una bolsa, y hazte una esponja para la ducha
Primero: puedes reunir todos los restos sólidos de jabón, y meterlos en una bolsa de malla de algodón. Ata el cordón y listo: ya tienes una esponja cargada de jabón preparada para utilizar en tu próxima ducha. De hecho, también puedes utilizar una bolsa esponja para jabón (las venden con ese nombre o similar), propiamente dicha.
En ambos casos, el mecanismo es el mismo: una vez mojada, puedes frotarla por la piel como harías con cualquier otra esponja; y exprimir así los trozos de pastilla que creías inútiles durante varias semanas más.
Si se lo contaras a tu abuela, es probable que no se sorprendiera. Mucho antes de que las bolsas para jabón existieran propiamente en el mercado, ellas ya utilizaban las medias rotas para fines similares. Solo necesitas recortar el extremo del calcetín, llenarlo con tus trozos de jabón, anudarlo y colgarlo de la barra de la ducha (para que no acumule humedad). Y ya puedes aprovecharlo, exactamente como harías con cualquier otra esponja. [Hace unas semanas te contamos otras formas curiosas de aprovechar unas medias agujereadas.]
2. Utiliza la bolsa de los ajos: ¡y hazte un estropajo!
¿No tienes una bolsa de malla de algodón? No hay problema. Una bolsa de ajos (suelen ser de red) te hará el apaño. La lógica es la misma: mete tus trocitos de pastilla de jabón dentro, cierra o anuda, y ya tienes listo tu invento. Como el material no resulta tan fino, en este caso, puedes utilizar tu bolsa cargada de jabón como estropajo para limpiar los platos.
3. Hazte una pastilla de jabón nueva con los trozos
Esos pedazos de jabón que no hay quien los agarre pueden resultar bastante molestos. Pero cuando se trata de una pastilla que te gusta, da pena tirarlos. En su lugar, puedes dejar secar los trozos de jabón, y guardarlos (secos) en una bolsa o recipiente hermético, por ejemplo, dentro de una fiambrera.
Cuando tengas suficientes pedazos, rállalos hasta obtener una suerte de copos o virutas de jabón. Un rallador sencillo de cocina, incluso el pelador de patatas, sirven para esta tarea. Vierte tus virutas de jabón en un cazo o bol pequeño, y añade un poco de agua. La cantidad de agua es estimativa, pero no necesitas mucha: basta con poder ablandar las virutas, y hacer una pasta con ellas.
Mete el bol con las virutas y el agua en el microondas, unos 30 segundos. Y mezcla el resultado con ayuda de una cuchara de madera. Después, otra vez al microondas otros 30 segundos. Y vuelve a mezclar. Se trata de repetir todo el proceso hasta lograr una masa pastosa y suave. ¡Y ya lo tenemos todo para preparar nuestro jabón! [Aquí te contamos cómo limpiar y restaurar tus tablas y cucharas de madera de la cocina].
También puedes añadir unas gotas del aceite esencial que más te guste: la lavanda funciona estupendamente, pero el aroma de limón e incluso un toque de eucalipto o de menta también pueden resultar muy agradables. Solo queda verter la mezcla en un molde de silicona o metálico para elaborar magdalenas (puedes añadir un poco de aceite de coco o de oliva antes, para que no se pegue), y dejar enfriar.
O reutiliza un envase que tengas en la bolsa del reciclado, como un tetrabrik de leche cortado (obtendrás una barra de jabón, que luego puedes trocear) o un envase plástico, como el del yogur. No hay límite: ¡puedes darle la forma que más te guste a tu nueva pastilla de jabón!
Eso sí: el jabón necesitará cerca de una semana para secarse por completo, pero la espera habrá merecido la pena.
4. ¡Hazte un jabón líquido!
Otra idea muy sencilla, y la técnica resulta similar a la descrita antes para elaborar una pastilla de jabón nuevo a partir de los restos. Lo único es que hay que añadir un poco más de agua (al fin y al cabo, lo querrás líquido) y puedes incluir un poco de glicerina (la venden en cualquier tienda de manualidades) para que el resultado sea más viscoso.
Por lo demás: el proceso es el mismo. La idea es mezclar y derretir con ayuda del microondas. Cuando obtengas la consistencia deseada, deja enfriar, vierte en un recipiente con dosificador, y ¡ya está!
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