No es extraño que la jardinería haya ganado tantos adeptos durante la pandemia: resulta el atajo más efectivo para meter el mundo exterior dentro de casa. Ahora bien, si buscas transformar tu salón en una jungla urbana o, sencillamente, quieres rodearte de vegetación, empieza por escoger una planta grande.
Desde hojas esculturales que transforman un rincón tristón hasta especies trepadoras que añaden calma a una estantería, estas plantas grandes prometen iluminar tu salón. Y, por qué no decirlo, también levantarte el ánimo.
1. Pata de elefante (Beaucarnea recurvata)
Una habitación o salón soleado constituye el hogar perfecto para una planta tan escultural como la pata de elefante (Beaucarnea recurvata). Aunque el copete de hojas finas que luce esta llamativa planta recuerde al aspecto de una palmera, lo cierto es que la pata de elefante es miembro de la familia de los espárragos (técnicamente, asparagáceas); lo que la hace menos sensible al aire seco de tu salón y también a los descuidos con el riesgo.
Dos aspectos que una palmera de verdad no soportaría. Más a su favor: la Beaucarnea recurvata no resulta tóxica ni para perros ni para gatos.
2. Drácena (Dracaena marginata)
Para un salón que carece de luz directa, tanto el tronco de Brasil (Dracaena fragrans) como su prima hermana vegetal, la drácena (D. marginata), resultan una inversión inteligente que resistirá tanto los descuidos con la regadera como las manos torpes o novatas de quienes acaben de aterrizar en el mundo de la jardinería.
Lo más importante para estas dos especies (y que sí puede matarlas) es no pasarse con los riesgos, y evitar que sus raíces queden encharcadas. Por eso, solo hay que regarlas cuando el suelo está ya seco. [Aquí te contamos cómo rescatar una planta que has ahogado por un exceso de agua].
Por lo demás, las afiladas hojas de la Dracaena marginata aportan un elemento atrapa-miradas instantáneo para el salón. Y aunque tolera la falta de luz directa, se mostrará más exuberante en unas condiciones de iluminación más generosas. Pero, cuidado: la Dracaena marginata es tóxica para perros y gatos.
3. Tronco de Brasil (Dracaena fragrans)
El tronco de Brasil o palo de agua (Dracaena fragrans) crece en casi cualquier sitio: tolera tanto el calor como el frío, e incluso las habitaciones sombrías, que carecen de luz natural directa. Es conocido por su follaje tropical, y muy apreciado por los recién llegados al mundo de la paternidad vegetal (#plantparents): ¡el tronco de Brasil resulta tan sencillo de cuidar y mantener con vida!
Puesto que se trata de otra especie de crecimiento lento, no te pases con la regadera. La clave para no matar al casi inmortal tronco de Brasil reside en esperar a que el suelo esté seco antes de volver a mojarlo. Ojo: la Dracaena fragrans es tóxica para perros y gatos.
4. Baniano (Ficus benghalensis)
El baniano, higuera bangladesí o higuera Audrey (Ficus benghalensis) es conocido por sus inmensas hojas, cuya generosa sombra ofrece recoveco a multitud de otras especies vegetales (y animales) en su ecosistema nativo.
En casa no llegará tan lejos, pero se trata de una planta que funciona de maravilla en espacios interiores grandes. Ahora bien, son delicadas: necesitan calor, luz indirecta generosa y un suelo constantemente húmedo y con buen drenaje. Ahí queda el aviso. Y cuidado si vives con un amigo peludo: esta planta, como la mayoría de los ficus, resultan tóxicas para perros y gatos.
5. Higuera hoja de violín (Ficus lyrata)
Exacto: la higuera hoja de violín (Ficus lyrata) sigue siendo una candidata potente en el mundo de las plantas de interior. Además, su tamaño más que generoso, la coloca como una opción estupenda para el tema que nos ocupa. Ahora bien: es una planta quisquillosa en cuanto a los cuidados, por lo que no resulta una opción recomendable si acabas de llegar al mundo de la jardinería.
El Ficus lyrata tiene una toxicidad media para perros y gatos; es decir; si tu amigo peludo ingiere parte de la planta, le causará (como poco) una molestia gastrointestinal.
6. Costilla de Adán (Monstera deliciosa)
Conocida como costilla de Adán, reflejo de los geométricos agujeros que forman sus esculturales hojas, la Monstera deliciosa resulta la más popular de su género. Y no le faltan motivos, porque es la generosidad hecha planta.
Resulta fácil de mantener viva, crece a buen ritmo, posee una arquitectura vegetal envidiable; y, cuando la colocas en un soporte para plantas elevado, se transforma de golpe en un elemento decorativo y captura-miradas.
En su medio natural, la Monstera deliciosa utiliza sus raíces aéreas para trepar desde el suelo forestal hacia los troncos de árboles más altos. Por eso, el secreto para que se ponga enorme consiste en añadirle un tronco o estaca sólida a la maceta, que la animará a crecer alta y sana hacia arriba.