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El 28 de diciembre de 2024 se cumplieron dos décadas desde la aprobación de la Ley Orgánica 1/2004, de medidas de protección integral contra la violencia de género en España. Esta legislación marcó un antes y un después en la lucha contra una de las problemáticas sociales más urgentes, situando a España como un referente internacional en la protección de los derechos de las mujeres. Pero ¿qué ha significado realmente esta ley en términos de avances, retos y asignaturas pendientes?
La Ley Orgánica 1/2004 nació con un carácter pionero, no sólo por reconocer la violencia de género como un problema estructural y una manifestación de la desigualdad entre mujeres y hombres, sino también por adoptar un enfoque integral. Este enfoque incluía medidas preventivas, de protección, sancionadoras y de asistencia integral y especializada a las víctimas. Además, estableció un marco específico de competencias y coordinación entre las administraciones públicas.
En su momento, la ley fue fruto de un amplio consenso político y social, impulsado por una creciente conciencia sobre la magnitud del problema. Entre sus principales innovaciones destacaron: la creación de los juzgados de violencia sobre la mujer, especializados en violencia de género; el establecimiento de medidas cautelares y de protección para las víctimas, como las órdenes de alejamiento; la incorporación de programas educativos y de sensibilización, destinados a prevenir la violencia de género desde las edades más tempranas; y la regulación de derechos laborales y sociales para las mujeres víctimas de esta forma de violencia, como permisos laborales o ayudas económicas.
Desde su promulgación, la Ley Orgánica 1/2004 ha generado avances importantes. El más significativo ha sido dotar de una mayor visibilidad a una realidad silenciada y favorecer la denuncia ante una forma de violencia que en muchas ocasiones y contextos ha sido normalizada. El número de denuncias por violencia de género ha aumentado de manera constante, lo que refleja una mayor conciencia social y confianza en las instituciones. En 2023, se registraron más de 160.000 denuncias, según el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial.
Otro avance ha sido la reducción de los asesinatos machistas en contextos de denuncia. Aunque las cifras de asesinatos siguen siendo alarmantes, los casos en los que la víctima había denunciado previamente han disminuido, lo que sugiere una mejora en la protección y el seguimiento, aunque siempre haya elementos que corregir o mejorar.
El fortalecimiento institucional ha sido otro avance imprescindible. La creación de organismos como la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género ha permitido una especialización más eficiente y una mejor coordinación de las políticas públicas.
Finalmente, cabe mencionar un último avance que ha sido fundamental: el impacto internacional de la citada legislación. Esta Ley ha sido reconocida por organismos internacionales, como ONU Mujeres, y ha servido de modelo para otras legislaciones en Europa, África y América Latina.
No obstante, pese a sus avances, la Ley Orgánica 1/2004 enfrenta numerosos desafíos, como la persistencia de los asesinatos machistas, las desigualdades territoriales en la aplicación de la norma y en el despliegue de los recursos de prevención y atención integral de las víctimas, el auge del negacionismo y de los discursos de odio hacia las mujeres y el feminismo, la insuficiencia de recursos en algunos contextos específicos, como el medio rural, o la violencia de género digital, que está alcanzando cotas inimaginables.
Sin embargo, uno de los aspectos más preocupantes es la aparente normalización de actitudes machistas entre las generaciones más jóvenes. Estudios recientes muestran que un porcentaje significativo de adolescentes minimiza la violencia psicológica o justifica comportamientos de control en las relaciones de pareja. Este fenómeno subraya la importancia de fortalecer los programas educativos y de sensibilización desde las edades tempranas.
Para consolidar y ampliar los logros de la Ley Orgánica 1/2004, es imprescindible una revisión y actualización del marco normativo, para incorporar nuevas formas de violencia de género, como la digital, y asegurar el tratamiento especializado e integral de todas ellas; aumentar los recursos y la inversión, sobre todo en prevención; combatir de manera decidida el negacionismo; fortalecer la educación en valores de igualdad desde la infancia y mejorar la protección de las víctimas.
La Ley Orgánica 1/2004 ha sido, sin duda, un pilar fundamental en la lucha contra la violencia de género en España. Sin embargo, su vigencia tras veinte años nos recuerda que la legislación, por sí sola, no es suficiente. Es necesario un compromiso continuo y colectivo para abordar las causas estructurales de la violencia y garantizar que todas las mujeres puedan vivir libres de miedo. Este aniversario es una oportunidad no sólo para celebrar los avances logrados, sino también para renovar el compromiso con un futuro más justo e igualitario para toda la sociedad.
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