Habrás escuchado alguna vez que cada vez que te emborrachas estás matando neuronas de tu cerebro, y las neuronas perdidas nunca se regeneran. Ambas cosas son un mito. Las neuronas sí se regeneran y el alcohol no parece que las mate, al menos no directamente.
Pero aun así, el alcohol produce otros daños en el cerebro, y los estudios más recientes indican que no hace falta emborracharse: el consumo moderado, esa cervecita al llegar a casa, también es dañino para las neuronas.
Esto son malas noticias para países como España. Según la encuesta European health interview Survey, el 13% de los españoles mayores de 15 años toman alcohol al diario, frente al 8,4% de la media europea. Aun así, menos del 10% se emborracha habitualmente, frente al 37,8% de los daneses o el 30,4% de los alemanes.
Durante algún tiempo se ha pensado que el consumo moderado de alcohol, aunque fuera a diario, no solo no era dañino, sino que podía tener efectos protectores. Sin embargo, los últimos estudios están desmintiendo esta creencia. En un artículo publicado por la prestigiosa revista The Lancet, los investigadores afirman que el nivel más seguro de consumo de alcohol es no consumir nada. Esto parece ser especialmente cierto para el cerebro. Un amplio estudio realizado en el Reino Unido ha comprobado que incluso los niveles moderados de consumo de alcohol (menos de 14 bebidas por semana) hacen disminuir tanto la materia gris como la materia blanca, donde se encuentran las conexiones entre las neuronas.
El alcohol como tóxico para las neuronas
El alcohol que consumimos como bebida (etanol) es una molécula con unas propiedades muy especiales: es soluble en agua y en grasa. La sangre es un medio acuoso, y la membrana de las células está compuesta de grasa. Esto quiere decir que cuando el alcohol entra en el organismo, puede llegar a cualquier sitio y atravesar fácilmente todas las barreras del cuerpo. Esto incluye la barrera hematoencefálica que protege el cerebro de posibles toxinas en la sangre. El alcohol pasa por la puerta grande.
El alcohol es tóxico para las células, por lo que nuestro cuerpo se pone a trabajar para descomponerlo mediante oxidación. El hígado es el responsable del 90% del procesado del alcohol mediante unas enzimas llamadas deshidrogenasas, que lo oxidan y dan como resultado acetaldehído.
Aquí empieza el problema, porque el acetaldehído es más tóxico aún que el alcohol, y puede causar daños en el ADN y bloquear su reparación. También altera la metilación, es decir, la programación que enciende o apaga los genes. Esto explica por qué el alcohol produce directamente alrededor del 4% de los casos de cáncer.
El proceso sigue y el acetaldehído continúa un proceso de oxidación para convertirse en acetato, una molécula más inofensiva que al final se termina convirtiendo en CO2 y agua.
La clave está en la velocidad con la que se produce el metabolismo del alcohol, que varía en función de la cantidad de alcohol consumida, el nivel de hidratación, si hemos comido o no, y el estado del hígado de cada persona. En términos generales, los hombres tienden a metabolizar el alcohol más rápidamente que las mujeres, y los europeos más que los asiáticos.
Si la conversión del alcohol se retrasa por cualquier motivo, el acetaldehído está durante más tiempo causando daños en las células del cuerpo, incluyendo las neuronas. Además, cuando la oxidación falla, el alcohol se descompone en moléculas llamadas esteres etílicos de ácidos grasos, que son las que provocan daños en el hígado y el corazón. Los niveles del antioxidante glutatión son muy importantes para que el cuerpo se deshaga de estas toxinas.
Así cambia el alcohol tu cerebro
Casi todos conocemos bien los efectos de tomarse una copa de más. Hablamos mucho, o dejamos de hablar, se nos traba la lengua, perdemos la coordinación, es más probable que perdamos los buenos modales, nos vuelve impulsivos y, en el peor de los casos, incluso agresivos.
Estos efectos del alcohol tienen que ver con que el alcohol que llega desde la sangre desactiva los circuitos del cerebro de control inhibitorio que están en el lóbulo prefrontal, la parte que “piensa” y que evita que nos dejemos llevar por nuestros impulsos. De repente parece una buena idea subirse a la barra del bar a bailar, conducir, o saltar desde un balcón a la piscina. Por desgracia, seguir bebiendo también parece una buena idea.
Podríamos pensar que, cuando dejamos de beber, estos efectos se pasan. Pero lo más preocupante es que nuevos estudios sobre modelos animales han comprobado que para los niveles equivalentes a las personas que consumen alcohol habitualmente, estos efectos podrían ser permanentes. Es decir, podrían ser más impulsivas y tienen peor control incluso cuando no hayan bebido.
La buena noticia es que estos cambios en nuestra personalidad también son reversibles hasta cierto punto. Un periodo de abstinencia del alcohol de entre dos y seis meses basta para que los circuitos vuelvan al estado anterior. Por desgracia, para las personas que sufren de alcoholismo la recuperación puede ser más difícil.
¿Cómo protegernos de estos efectos? El estudio anterior también aclara qué hábitos de consumo son peligrosos, y por qué debemos contar las bebidas a la semana, no al día. Por ejemplo, beber siete cervezas el sábado y abstenerse el resto de la semana es igual de dañino para el cerebro que beber una cerveza al día. Por otro lado, consumir 10 o 12 bebidas (cerveza o copa de vino) o más a la semana empieza a ser muy perjudicial no solo para el cerebro sino para otros órganos y la salud en general. Pero ten en cuenta que, bajo los efectos del alcohol, puede que no te parezca tan mala idea.
* Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo publicado por Oberon.
¿En qué se basa todo esto?
- Evidences for Adult Hippocampal Neurogenesis in Humans. Evidencias de la neurogénesis del hipocampo adulto en humanos.
- Do alcoholics drink their neurons away? ¿Los alcohólicos se beben sus neuronas?
- Alcohol consumption and MRI markers of brain structure and function: Cohort study of 25,378 UK Biobank participants
- Alcohol use and burden for 195 countries and territories, 1990–2016: a systematic analysis for the Global Burden of Disease Study 2016. Consumo y carga de alcohol para 195 países y territorios, 1990-2016: un análisis sistemático para el Estudio de la Carga Global de Enfermedades 2016.
- Alcohol and Cancer: Epidemiology and Biological Mechanisms. Alcohol y cáncer: Epidemiología y mecanismos biológicos.
- Metabolism of ethanol and carcinogens by glutathione transferases. Metabolismo del etanol y los carcinógenos por las glutatión transferasas.
- Impact of Alcohol Use on Inhibitory Control (and Vice Versa) During Adolescence and Young Adulthood: A Review. Impacto del consumo de alcohol en el control inhibitorio (y viceversa) durante la adolescencia y la juventud: Una revisión.
- Chronic alcohol exposure disrupts top-down control over basal ganglia action selection to produce habits. La exposición crónica al alcohol interrumpe el control descendente sobre la selección de la acción de los ganglios basales para producir hábitos.
- Brain-wide functional architecture remodeling by alcohol dependence and abstinence. Remodelación de la arquitectura funcional de todo el cerebro por la dependencia del alcohol y la abstinencia.
- Regional Brain Volume Changes in Alcohol-Dependent Individuals During Short-Term and Long-Term Abstinence. Cambios en el volumen regional del cerebro en personas dependientes del alcohol durante la abstinencia a corto y largo plazo.