Glutatión: qué es, por qué lo necesitas, y cómo conseguir más

Darío Pescador

6 de octubre de 2022 23:21 h

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El oxígeno es imprescindible para la vida, pero nos olvidamos de que es un gas altamente corrosivo. Igual que el hierro expuesto al aire, nuestro cuerpo se oxida cada vez que respiramos. Las reacciones químicas que se producen en todas nuestras células producen radicales libres y otras “especies reactivas del oxígeno”, es decir, moléculas que nos oxidan. El envejecimiento y la muerte son, esencialmente, un proceso en el que, al final, el oxígeno gana la partida. 

Afortunadamente, nuestro organismo tiene un sistema para compensar la oxidación usando, lo has adivinado, antioxidantes. Conocemos bien las propiedades antioxidantes de la vitamina C o el beta caroteno, pero no tanto el antioxidante que producen las propias células de nuestro propio cuerpo para protegerse: el glutatión.  

El paracetamol y los otros enemigos del glutatión

El glutatión es una pequeña molécula que se encuentra en casi todas las células del cuerpo humano. Es una pequeña proteína compuesta por tres aminoácidos: cisteína, ácido glutámico y glicina. El glutatión participa en la eliminación de las toxinas de las células, el transporte de vitaminas y minerales, la regulación del sistema inmunitario y, sobre todo, en la protección antioxidante. El glutatión se une a las toxinas y a los radicales libres, neutralizándolos.

Tener niveles bajos de glutatión es una mala noticia, porque quiere decir que nuestro organismo está desprotegido frente a la oxidación y el envejecimiento. Una mala alimentación pobre en nutrientes, y la exposición a tóxicos como el tabaco, el alcohol y la contaminación ambiental, hacen que desciendan los niveles. Además, el glutatión también disminuye a medida que envejecemos. 

El glutatión tiene otros enemigos. Se sabe que el paracetamol, un popular analgésico, reduce sus niveles, y en caso de dosis muy altas de paracetamol, la falta de glutatión puede producir asma.  

Los niveles bajos de glutatión pueden provocar anemia, fatiga y debilidad muscular, y aumentar el riesgo de ciertos cánceres, como la leucemia y el cáncer de pulmón. Por si fuera poco, cuando bajan los niveles de glutatión también aumentan los problemas neurológicos, como la enfermedad de Parkinson y el Alzheimer. 

Hay que tener en cuenta que las células del cerebro humano consumen alrededor del 20% del oxígeno utilizado por el cuerpo, pero constituyen sólo el 2% del peso corporal. Esto quiere decir mucha oxidación, y una gran demanda de glutatión

Cómo aumentar tus niveles de glutatión

Dicho todo esto, nuestro primer impulso es correr a la farmacia a pedir suplementos de glutatión, que están a la venta sin receta, ya que no es tóxico. Por desgracia, esta no es la mejor forma de obtenerlo. La mayor parte del glutatión se descompone en los aminoácidos que lo componen, por lo que el efecto sería el mismo que comer proteínas. Puede haber cierta absorción de glutatión intacto desde el intestino, pero no puede entrar en las células, ya que debe ser transformado en L-cistina (dos moléculas de L-cisteína unidas) antes de ser absorbido.

Pero esto da una clave: si aumentamos el suministro de L-cisteína dentro, aumenta la síntesis de glutatión. Los suplmentos de N-acetilcisteína (NAC) son baratos y se pueden comprar sin receta. Sin embargo, parecen ser efectivos solo en aquellos casos en los que los niveles de glutatión están muy bajos. Por ejemplo, se ha visto que ayuda a las personas con sobredosis de paracetamol a recuperar sus niveles de glutatión, pero en estos casos no se puede tomar durante demasiado tiempo sin riesgos.

Como todos los suplementos, pueden corregir deficiencias, pero no dan superpoderes. Los suplementos de NAC aumentan el rendimiento deportivo y reducen el estrés oxidativo, pero solo en las personas que tenían niveles bajos de glutatión.  

Inyecciones de glutatión

Como el glutatión por vía oral no es muy efectivo, se está administrando por vía intravenosa a personas enfermas en las que puede mejorar sus síntomas, aunque los efectos son a muy corto plazo. Por ejemplo, las inyecciones de glutatión se han estudiado para el tratamiento de personas con hígado graso, un síntoma de enfermedades metabólicas como la obesidad o la diabetes y que puede llevar a la cirrosis. El glutatión redujo los marcadores de daño en el hígado, incluso meses después del tratamiento, lo que indica que consiguió proteger a estos pacientes. 

Cuando una persona sufre un infarto de miocardio, se les trata con trombolíticos que pueden aumentar el estrés oxidativo y causar más daños. El glutatión intravenoso también se probó en estos pacientes y se pudo comprobar que reducía los niveles de oxidación. 

Fuera del entorno de la investigación, las inyecciones de glutatión también se han hecho famosas porque se ofrecen como tratamiento para rejuvenecer y aclarar el tono de la piel. Sin embargo, no hay ninguna evidencia de que esto funcione, y si hay algún efecto, desaparece rápidamente

No te quedes sin glutatión

Con tantos problemas para hacer que llegue el glutatión a las células, la mejor forma de aumentar sus niveles es eliminar los obstáculos para que nuestro propio organismo lo produzca. 

  • Eliminar fuentes de estrés oxidativo como el tabaco, el alcohol y otras toxinas. 
  • Consumir alimentos ricos en azufre, necesario para la síntesis de glultatión, como las verduras crucíferas (brócoli, col rizada, coles, coliflor, berros, etc).
  • El ejercicio aumenta los niveles de glutatión y, por lo tanto, ayuda a reforzar el sistema inmunitario, mejorar la desintoxicación y aumentar las defensas antioxidantes propias del organismo. 

* Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo publicado por Oberon.

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