Tienes que estudiar para el examen, pero no consigues concentrarte más de veinte minutos sin mirar el móvil. O quizá estás preparando un informe y te interrumpen constantemente con emails y mensajes de WhatsApp. Las investigaciones han comprobado que, entre 2000 y 2015, nuestra capacidad de atención se redujo en un 25%. Eso es como pasar de ser capaz de ver una temporada entera de Friends a tener dificultades para ver un solo episodio.
En el libro El valor de la atención (Península), el autor Johann Hari pone de manifiesto que “creemos que nuestra incapacidad para concentrarnos es un fallo personal, un defecto de cada uno de nosotros. Pero no es así. Es algo que nos han hecho poderosas fuerzas externas. Nos han robado la concentración”.
Esta falta de capacidad para concentrarnos no solo nos convierte en personas menos productivas, sino también más infelices, impidiendo que consigamos completar nuestras tareas, destruyendo nuestro escaso tiempo libre y provocando un continuo estado de estrés, preocupación y ansiedad. Esto se une al hecho de que, según las encuestas en distintas compañías, la gente trabaja menos de cuatro horas de su jornada teórica de ocho horas.
Las distracciones también afectan a la memoria. La tendencia puede ir a peor en las generaciones más jóvenes. Una encuesta de hace diez años ya reveló que los jóvenes de entre 18 y 34 años eran mucho más propensos que los mayores de 55 a olvidar el día que es o dónde han dejado las llaves.
Tenemos la capacidad de mejorar nuestro entorno y evitar caer en las distracciones. Por ejemplo, los ajustes del teléfono para restringir las notificaciones, o las apps que bloquean ciertas aplicaciones y sitios web, como las redes sociales, durante las horas en que debemos dedicarnos a otras tareas.
Pero además disponemos de otras armas. Técnicas cognitivas como la meditación de consciencia plena (mindfulness), pero también técnicas de gestión, no ya del tiempo, sino de nuestra atención. En lugar de alargar innecesariamente las jornadas de trabajo, para ser productivos dos o tres horas en total, mientras estamos distraídos el resto del tiempo, el foco se pone en conseguir intervalos de tiempo en los que estamos concentrados en el trabajo. La técnica se llama bloques de concentración (focus blocks) y pretende ayudar a completar en unas pocas horas el trabajo de todo un día.
Los bloques de concentración
Un bloque de concentración es un periodo de tiempo dedicado a una tarea o proyecto específico. Esta técnica de productividad, opuesta a la multitarea, es perfecta para trabajos importantes que requieren altos niveles de creatividad, resolución de problemas y requieren capacidades cognitivas en general. Al dedicar un bloque de tiempo a un trabajo de gran valor, aumentan las probabilidades de entrar en un estado de flujo, es decir, ese estado en el que trabajamos o nos concentramos en una tarea sin esfuerzo e incluso disfrutamos de lo que estamos haciendo.
Existen varias técnicas basadas en conceptos parecidos de bloques de concentración, como la técnica pomodoro, que consiste en trabajar en intervalos cortos y concentrados (normalmente 25 minutos) seguidos de un breve descanso, y que recibe su nombre del temporizador de cocina con forma de tomate (pomodoro en italiano) que su creador utilizaba. Este método ayuda a mantener la concentración y a evitar el agotamiento al proporcionar descansos regulares para recargar las pilas.
Los bloques de concentración van un poco más allá, estableciendo una estructura para el trabajo en condiciones de concentración. La técnica básica es esta:
- Define la tarea: identifica la tarea o el proyecto específico que requiere tu atención, y también el resultado deseado. Reúne todo lo necesario para completar la tarea antes de empezar.
- Establece un límite de tiempo: determina la duración de tu bloque de concentración en función de la tarea y tus preferencias. Mientras que la técnica pomodoro sugiere intervalos de 25 minutos, los bloques de concentración suelen durar entre 60 y 90 minutos, lo que permite un trabajo más profundo.
- Elimina las distracciones: desactiva las notificaciones de tus dispositivos, silencia el teléfono y cierra en tu ordenador todas las ventanas o aplicaciones que no sean relevantes para la tarea. Si es necesario, utiliza aplicaciones de bloqueo.
- Pon en marcha el temporizador: inicia el bloque y sumérgete por completo en la tarea que tienes entre manos. Resiste los impulsos de hacer otras cosas.
- Haz pequeñas pausas: entre un bloque de concentración y otro es importante hacer pequeñas pausas para moverse, descansar y recargar energía antes de sumergirse en el siguiente.
- Evalúa: después de cada sesión de bloqueo, evalúa los resultados y las posibles distracciones a las que te has visto expuesto y utiliza esto para programar el siguiente bloque de forma más realista.
Bloques en grupo
Mani Vaya, fundador del club de lectura 2000 Books, es una figura destacada en la promoción del concepto de los bloqueos de atención, y ofrece un servicio (de pago) de bloqueos de concentración en grupo, con un guía y de forma virtual, lo que puede ser de utilidad para las personas que trabajan remotamente y encuentran dificultades para concentrarse.
Los grupos se reúnen en silencio utilizando la plataforma de videoconferencia Zoom. Antes de entrar en una de estas sesiones, hay que elegir uno de los bloques de concentración disponibles de 1 hora de duración, en directo. A continuación, durante las horas de trabajo programadas y preferiblemente en un lugar sin distracciones, los usuarios se unen a una sesión de Zoom. Si llegas tarde, no te dejarán entrar. En el grupo se encuentran otras personas que también necesitan concentrarse para trabajar en ese espacio de tiempo.
La sesión empieza con un ritual de enfoque de 5 minutos, dirigido por un guía, para ayudar a los participantes a concentrarse. A continuación, 50 minutos de trabajo profundo ininterrumpido, en silencio, bajo la vigilancia del guía. Finaliza con un ritual de recarga de 5 minutos para revisar el progreso y completar la hora.
Estos grupos, en realidad, utilizan el mismo planteamiento psicológico que los grupos de estudio en las universidades, donde las otras personas ejercen una presión invisible que nos hace más responsables de nuestro tiempo. Nada impide, por tanto, reproducir estas dinámicas de forma presencial, en nuestro lugar de trabajo, o incluso creando nuestra propia sesión en nuestra aplicación de videoconferencia preferida con colegas, amigos o personas que estén trabajando en el mismo proyecto.
Los bloques de concentración no son una cura para todo aquello que pelea por nuestra atención en la vida cotidiana de este siglo, pero son una herramienta que podemos usar en nuestro provecho. Al asignar periodos específicos para concentrarse en el trabajo, minimizar las distracciones y usar el estado de flujo como motivación, no solo aumenta nuestra eficacia, sino también la satisfacción y la sensación de bienestar de haber hecho un buen trabajo.
*Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo publicado por Oberon.