La barriga es la primera en llegar y la última en irse, y esto tiene todo el sentido desde el punto de vista evolutivo.
Hoy la mayor parte de la humanidad tiene suficiente comida, tanto que en el mundo la obesidad mata más gente que el hambre. Sin embargo, esta es una novedad para la especie humana. Durante la mayor parte de nuestro millón y medio de años de historia, la siguiente comida no estaba asegurada. Ni mucho menos.
La grasa es una forma muy eficaz de almacenar energía. Por cada gramo de grasa se obtienen nueve calorías, frente a cuatro por gramo de azúcar. Así que nuestras barrigas y caderas son depósitos de emergencia de grasa. Con 15 kilos de grasa el cuerpo humano tiene energía suficiente para caminar durante una semana y media sin comida. La barriga (o las caderas, en el caso de las mujeres) es un sitio perfecto para llevar esa batería extra.
El entorno ha cambiado, y ahora tenemos acceso a tres comidas al día más algo de picar entre horas, pero nuestros genes no han tenido tiempo de adaptarse. Nuestro organismo sigue pensando que mañana podemos pasar hambre.
La grasa, un almacén para el azúcar
En el pasado, encontrar azúcar en la naturaleza era algo poco frecuente, un festín en forma de panal de miel o fruta madura. El azúcar tiene un efecto radical en nuestro cuerpo: dispara la insulina, que a su vez pone a las células en modo almacenamiento. Mientras comes azúcar, tu cuerpo no solo no quema grasa, sino que la acumula. Tanto mejor para llevarse toda esa energía del azúcar a cuestas, literalmente.
Hoy la mayor parte de la comida en el supermercado contiene azúcar o harinas refinadas, ambos alimentos con efectos parecidos. Las galletas del desayuno, la pasta en la comida, la pizza por la noche, el pan, los refrescos azucarados y las chocolatinas entre horas, todo hace que tu insulina esté siempre alta, y tu cuerpo esté siempre almacenando grasa.
Para que tu cuerpo se ponga a quemar grasa hay que, literalmente, quitarle el caramelo.
Quemar grasa por eliminación
Al contrario de lo que parece, en el gimnasio o corriendo por el parque se quema muy poca grasa. Durante el esfuerzo el cuerpo consume sobre todo azúcares almacenados en los músculos en forma de glucógeno (cadenas de glucosa). La estrategia para quemar grasa tiene un único principio: bajar los niveles de insulina. Con la insulina baja, tú cuerpo usa la grasa de tu barriga como combustible. Esto se consigue de tres formas:
- Nada de azúcares ni almidón: ya sabes que con la insulina alta las células de grasa no pueden liberarla para usarla como combustible. La mejor forma de hacer bajar la insulina es no comer azúcares ni almidón. Adiós a la fruta, el arroz, la pasta y el pan. Guarda estos alimentos para después de hacer deporte intenso.
- Hacer deporte corto e intenso: los intervalos de esfuerzos cortos e intensos, cómo sprints, subir escaleras, levantar pesas o jugar al fútbol o al baloncesto, consumen el azúcar (glucógeno) almacenado en los músculos, y hacen bajar la insulina. Cuando el glucógeno se agota, tú cuerpo empieza a utilizar la grasa como combustible (siempre que no le des más azúcar, claro).
- Ayuno intermitente: una técnica que cada vez es más conocida y empleada. En lugar de comer tres cuatro o cinco veces al día, se ayuna o se limitan totalmente los carbohidratos durante las horas inactivas del día, concentrando la comida antes y después del deporte. Durante el ayuno la insulina está baja, y el organismo está usando la grasa para moverse, e incluso para alimentar al cerebro y al corazón con cuerpos cetónicos.
El deporte intenso tiene además un efecto secundario interesante: aumenta el metabolismo basal, es decir, la energía que el cuerpo utiliza en reposo. Esto quiere decir que quemarás más grasa mientras duermes o estás sentado. Parece una contradicción, pero esa barriga la quemas cuando no haces nada.