La dieta cetogénica, o “keto”, como ya se empieza a conocer, es mucho más que una moda. Se trata de reducir los carbohidratos al mínimo, unos 50 gramos al día. Eso equivale a dos manzanas o 100 gramos de pan. Las personas que hacen dieta cetogénica sustituyen el pan, la pasta, las patatas y la fruta por grandes cantidades de verduras, que tienen cantidades mucho más bajas de carbohidratos. Para obtener suficientes calorías, se aumenta el consumo de grasa, preferentemente saludable: frutos secos, semillas, aceite de oliva, aguacate, queso, chocolate negro, y pescados grasos.
Lo que ocurre al cabo de unos días es que el organismo se ve obligado a alimentar los tejidos usando la grasa en lugar de los carbohidratos. Sin embargo, las células del sistema nervioso y el cerebro no pueden usar la grasa como combustible, por lo que el hígado deshace las grasas disponibles y con ellas fabrica cuerpos cetónicos o cetonas, moléculas que cualquier célula de tu cuerpo (con la excepción de los glóbulos rojos) puede usar como fuente de energía. A este estado se le denomina cetosis.
La cetosis no es una enfermedad, ni tampoco es un interruptor de todo o nada. Cuando estás en ayunas, o durante ejercicios intensos, entras parcialmente en cetosis de forma natural. Se ha comprobado que el cerebro, el corazón y otros órganos internos no solo pueden alimentarse de estos cuerpos cetónicos, sino que funcionan mejor.
Las dietas cetogénicas se empezaron a usar hace un siglo para tratar la epilepsia infantil con gran éxito y sin efectos secundarios. Quedan pocas dudas de los beneficios de la dieta secundaria para multitud de dolencias, desde la obesidad y la diabetes, hasta las enfermedades cardiovasculares, además del Parkinson y el Alzheimer.
La dieta cetogénica, además, ha demostrado ser más eficaz que las dietas bajas en grasa. Parece que los cuerpos cetónicos activan los genes necesarios para perder peso en personas con obesidad. Sin embargo, la dieta es difícil de llevar, sobre todo socialmente. Nada de pan, ni postres, ni cereales, ni bebidas azucaradas. Además, los primeros días puede haber cansancio mientras el cuerpo se adapta al cambio de combustible, algo denominado la “gripe keto”. Era de esperar que alguien buscara un atajo.
Las bebidas de ketones
Si el organismo funciona mejor y pierde grasa cuando se utilizan los cuerpos cetónicos como combustible, ¿por qué no tomarlos directamente? Así nos podríamos evitar la incomodidad de hacer una dieta restrictiva y de paso podríamos seguir comiendo pizza y macarrones.
Efectivamente, varias empresas han comenzado a vender cuerpos cetónicos exógenos, es decir, que no fabrica tu propio organismo, sino que proceden de fuera. Tu hígado produce distintos cuerpos cetónicos durante la cetosis: acetoacetato, betahidroxibutirato y en menor medida, acetona. En tu herbolario solo encontrarás suplementos con betahidroxibutirato, porque los otros dos son químicamente inestables.
Hay dos tipos de suplementos:
- Sales cetónicas: en las que los cuerpos cetónicos están formando una sal con sodio, potasio, calcio o magnesio
- Esteres cetónicos: estos compuestos están en forma líquida y son más difíciles de encontrar y se utilizan sobre todo en laboratorio
Al tomar cetonas, el organismo entra en cetosis inmediatamente, sin necesidad de pasarlo mal un par de días haciendo la dieta. Tomar suplementos de cuerpos cetónicos también podría ayudar a las personas que quieren empezar la dieta cetogénica a superar los síntomas de esos primeros días. Pero por sí solos, ¿tienen los mismos efectos que la dieta? Todo parece indicar que no.
Se sabe que los atletas que hacen carreras de larga distancia y otros deportes de resistencia mejoran su rendimiento cuando están en cetosis. Ya desde los años 80, se especuló con la posibilidad de conseguir estos efectos tomando cetonas, y el Ejército ha intentado alimentar a los soldados de las fuerzas de operaciones especiales con ellos, sin embargo, no se han encontrado diferencias en el rendimiento al tomarlos. En otro experimento, no hubo diferencias al comparar un batido de hidroxibutirato con un placebo en la fatiga real ni percibida.
Pero la mayoría de la gente no compra estos suplementos para correr una maratón, sino para perder peso. Aquí también fallan y la explicación es sencilla. Sin carbohidratos, el organismo utiliza las reservas de grasa para fabricar cuerpos cetónicos como combustible. Pero un exceso de cuerpos cetónicos en sangre es tóxico, es la conocida cetoacidosis que sufren algunas personas diabéticas. En personas sanas, hay un mecanismo de compensación para que los cuerpos cetónicos no superen determinado nivel. Sí los tomamos como suplemento, el hígado dejará de descomponer grasas para producir cuerpos cetónicos, algo que se ha comprobado experimentalmente.
Es decir, los suplementos de cetonas impiden la quema de grasas en lugar de favorecerla. Entonces, ¿por qué hay personas que adelgazan al tomarlos? Los cuerpos cetónicos proporcionan energía, y en experimentos se ha podido comprobar que reducen el apetito hasta en un 50% comparado con una bebida azucarada. Sin embargo, si se come primero una comida normal, y después se toma el batido, los cuerpos cetónicos suben, pero menos, porque hay azúcar en sangre. El resultado es que, de nuevo, se queman menos grasas.
Los suplementos de cetonas son seguros a no ser que se sufra de diabetes tipo 1, en cuyo caso se podría producir cetoacidosis. No obstante, en personas sanas, para mantener el estado de cetosis mientras se come de todo es necesario consumir grandes cantidades de sales, lo que puede dar lugar a molestias digestivas.
Sin embargo, para quienes siguen la dieta cetogénica y esa pizza les ha sacado del estado de cetosis, los suplementos pueden ayudarles a recuperarlo más rápidamente. Eso sí, no estarán quemando grasa.