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Upcycling: 6 ejemplos de esta filosofía de consumo para tus restos de comida

Jordi Sabaté

16 de septiembre de 2022 06:00 h

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En ConsumoClaro te hemos hablado muchas veces del reaprovechamiento y reutilización de diversos materiales de la casa, como las alfombras viejas, los neumáticos viejos, los trapos de cocina, etc. ¡Hasta de las cajas de pizza!

El reaprovechamiento de los residuos que genera nuestro consumo desenfrenado se antoja crucial para lograr la sostenibilidad a largo término de nuestra sociedad. En este sentido, el upcycling, que viene a definirse como superreciclaje, viene a ser una actitud de vigilancia total en la que intentamos no dejar pasar ni una sola situación para generar aprovechamiento.

Pero debe ser entendido como un reciclaje al uso, que busque acomodar sin residuo en el proceso que sea menos dañino para el medio. Al contrario, esta filosofía pugna por crear nuevos productos de mayor valor ecológico, que alargan la cadena de su consumo al tiempo que se logra una degradación más ecológica del producto.

En este sentido el upcycling no intenta continuar con modelos lineales como la producción de objetos de un solo uso ni con la degradación o descomposición de materiales, sino que intenta que el residuo tenga un nuevo valor de consumo.

Hasta cierto punto la generación de compost con restos vegetales y alimentarios, por ejemplo, podría considerarse upcycling, puesto que generamos abono y sustrato, pero la idea es ser más creativos a la hora de reutilizar, de mod que revierta en nuestro propio consumo.

Una de las premisas implica que el producto generado al superreciclar debe ser de mayor valor de consumo que el residuo que reutilizamos, ya que de lo contrario estaríamos hablando de infrarreciclaje. Es decir que debe devolver el residuo a la cadena de valor de consumo.

La otra premisa principal es que con el superreciclaje estemos evitando que el residuo regrese al contenedor, pero a la vez permitamos que una vez consumido el producto del superreciclaje, su residuo pueda ser de nuevo sometido a reciclaje o bien desaparezca totalmente, consumido de una forma ecológica.

Un ejemplo de superreciclaje industrial, que es una tendencia pujante, son las zapatillas deportivas fabricadas con restos plásticos. O las suelas de zapato fabricadas con caucho de ruedas. etc. A nivel doméstico podemos pensar en numerosos objetos decorativos fabricados con restos de escobas, alfombras, tejidos viejos para crear bolsos, etc.

Pero el upcycling también se puede aplicar en nuestra cocina, dando salida a los residuos orgánicos que generemos, no solo en forma de compost sino creando un nuevo producto alimentario de alto valor nutritivo.

A continuación te ofrecemos seis ideas de upcycling para aplicar a algunos restos. Hay más, pero empezando por estas podemos coger la dinámica de inventar otras nuevas nosotros mismos.

1. Sopas con restos de cocer verduras

Imaginemos que cocemos legumbres, o bien verduras de todo tipo y pensamos en tirar el caldo sobrante, de hecho es lo que todos solemos hacer. No obstante, este caldo, si hemos sido mesurados con la sal, es una matriz ideal para utilizar en sopas.

Por ejemplo, sopas de pan o de tomillo, que son sumamente sencillas de hacer. También podemos aplicarlo si queremos hacer un arroz con verduras y especialmente indicado para realizar risottos.

2. Fumet con los restos de pescado

En un clásico llegar del mercado o la pescadería y limpiar el pescado tirando las espinas, las cabeza, incluso las cabezas de gambas y, en algunos casos, los hígados a la basura. Es un gran error, ya que casi cualquier parte del pescado sirve para obtener un caldo perfecto para sopas de pescado y arroces.

Si en una compra no obtenemos bastante residuo, lo podemos congelar hasta reunir el monto con el que hacer una buena olla, que luego congelaremos. También podemos añadir el triturado de un sofrito, la carne de una ñora y almendra picada y darle un hervor para después dejarlo reposar y colarlo. Tendremos un potente caldo para arroces de pescado y paellas.

3. Encurtidos con las mondas de verduras

Las mondas van siempre al cubo de la basura, pero resulta que son un residuo orgánico altamente aprovechable y que nos puede dar muy buenos resultados en un bote con sal además de un poco de tomillo, romero y piel de naranja, y un par de ajos, si las dejamos unos meses, aireando el bote de vez en cuando para que se evaporen los restos de la fermentación.

Son especialmente indicadas las mondas de zanahoria y pepino, apio, restos de pimiento rojo, de rábanos, col, etc., que también podemos guardar en vinagre diluido en agua sin cloro y azúcar, para hacer una fermentación parcial láctica.

4. Vino con las pieles de frutas

Las píeles de las frutas son ricas en azúcares y tienen numerosos componentes aromáticos que liberan al medio. Con estas características, podemos fabricar un fermento alcohólico si introducimos en un bote una cantidad suficiente de mondas de una misma fruta, o varias, y le añadimos agua y dos o tres cucharadas soperas de azúcar por cada litro.

La mezcla se deja fermentar en un rincón oscuro y fresco, con la tapa cerrada y lo vigilamos una vez por semana para controlar y airearlo.

5. Limoncello con las mondas de los limones

En este caso nos situamos entre el upcycling y el infrarreciclaje, puesto que realmente no aprovechamos toda la monda, pero sí ale sacamos un partido antes de mandarla al cubo de la basura. Debemos tomar las mondas de varios limones y sumergirlas en un bote con aguardiente blanca y 250 gramos de azúcar por litro.

Dejamos la mezcla tapada aproximadamente un mes en un lugar oscuro y fresco y a partir de entonces vamos probando hasta encontrar el punto deseado a nuestro limoncello. También podemos hacerlo con mondas de naranja o limas, para experimentar.

6. Un té con el tronco de una lechuga

El té de lechuga con hierbabuena es un clásico en desuso que no obstante se utilizaba en el pasado habitualmente para tomar antes de acostarse por las virtudes relajantes y antiinflamatorias que se le atribuyen. Siempre podemos aprovechar las partes duras del tronco para tales fines.

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