Los vídeos porno se cuelan masivamente en Instagram

Encontrar un vídeo de pornografía explícita en Instagram, la mayor red social de compartición de fotografías hechas con el móvil, es tan sencillo como buscar en la aplicación con el 'hashtag' de la ciudad de provincias más cercana. Así, buscando por #Bilbao, #Vitoria, #Valencia, #Badalona, #Valladolid, #Burgos, etc., se accederá a un listado de imágenes subidas por los usuarios y clasificadas con la etiqueta de sus respectivas ciudades.

La mayor parte de las fotos y vídeos en estos 'hashtags' serán selfies junto a monumentos locales, adolescentes de la zona exhibiendo sus nuevos peinados, barbas, vestidos, complementos y otros 'tips' propios de Instagram. Pero si dejamos correr el scroll del móvil dos o tres pantallas, empezaremos a encontrar vídeos sospechosos de contener material sexualmente explícito.

Evidentemente, si los activamos veremos un vídeo pornográfico en toda regla, reproducido en el bucle sin fin característico de Instagram, y en los comentarios al mismo una serie de 'hashtags', precedidos por la clásica #, que nos referirán a páginas donde podemos encontrar más material pornográfico. Podemos viajar de 'hashtag' en 'hashtag' hasta saturarnos de material pornográfico.

La mayoría de ellos son de ciudades de provincias de toda Europa, de Estados Unidos, de India o de estados árabes. La razón de ser de las ciudades de provincias es que estos 'hashtags' suelen tener menor tránsito de nuevas imágenes que los de las grandes ciudades, y por lo tanto es más sencillo que un vídeo pornográfico con esta etiqueta permanezca en los puestos más visibles de la pantalla del usuario.

Por lo general se trata de vídeos pornográficos más o menos profesionales, muchas veces extraídos de páginas web centradas en estos contenidos, aunque también hay material amateur y con chicos y chicas adolescentes. En ocasiones se puede encontrar material más turbador, como extractos de 'snuff movies' donde se mutila a personas –ya sea realmente o de forma simulada– o filmaciones de atropellos.

Redes de 'spammers'

Si atendemos a la identidad de las cuentas, veremos nombres como Olga_Mo, Kartamishva, Anuka_bsk o Rihxbrasil. Son cuentas o bien expresamente creadas por redes de robots o robadas por bandas de ciberdelincuentes a los usuarios y en las que luego se cambia el nombre y la biografía. Todas ellas son sistemáticamente rellenadas con contenido pornográfico, aunque las robadas muchas veces conservan imágenes de la actividad inicial de su usuario original.

En la biografía se muestran frases y emoticonos sugerentes, como berenjenas, cerezas, ángeles y diablos, etc. Al final de la biografía se muestra un enlace en el que se nos invita a clicar para acceder a diferentes servicios, como un videochat con los actores del vídeo o, si clicamos desde el móvil, el enlace nos llevará a una web de pornografía de pago, o que vende el acceso a contactos de otras personas para practicar sexo.

Si estamos en un ordenador, ese mismo enlace, que contiene varias direcciones que se activan en función del dispositivo desde el que se acceda o del número IP, nos lleva a vídeos de Youtube. En ambos casos se trata de 'spam' destinado o bien a que contratemos el servicio o aumentemos la audiencia de determinados vídeos para incrementar el ingreso por publicidad.

Edad mínima en Instagram, 13 años

Obviamente, Instagram permite denunciar este contenido tan pronto como se encuentre para que sus técnicos procedan a bloquear y borrar los contenidos o cuentas, según lo que se denuncie. En las pruebas que hemos hecho, no lo hacen con rapidez. Pero por mucha prisa que se dé el servicio en eliminar este tipo de material, se antoja virtualmente imposible erradicarlo totalmente y evitar que brote de nuevo continuamente.

El tiempo de duración de una cuenta con contenido pornográfico suele estar entre unas doce horas y varios días, desde que se crea hasta que alguien la denuncia e Instagram procede a eliminarla. En este lapso se crean cientos o miles de nuevas cuentas que vuelven a inundar la Red con nuevos 'hashtags' no relacionados con el sexo y más material para adultos, lo que complica mucho su control.

El problema de fondo, más allá de lo desagradable que pueda resultar encontrarse con este tipo de material para un adulto, es que Instagram es una de las redes favoritas de los adolescentes, que la usan intensivamente tanto para subir sus fotografías como para navegar entre las de otros usuarios, y que etiquetan con naturalidad las ciudades o países donde toman las imágenes, como una forma de descubrir fotos interesantes de otras personas que estén en los mismos sitios.

Así pueden encontrar con facilidad los contenidos pornográficos a través de las etiquetas genéricas que estas redes de spam están utilizando. Instagram acaba potenciando el efecto además con sus algoritmos de recomendación, que aumentan la difusión de los contenidos más vistos por tipo de usuario y provocan que un chico al buscar un “hashtag” concreto, vea gran cantidad de vídeos porno, mientras que una chica ve muchos menos. Y lo mismo sucede con el móvil, cuyo Instagram se convierte en un dispositivo con más porno que la versión web de la red social.

Actualmente, la edad de acceso a Instagram se sitúa en los 13 años, una edad en la que las personas no son maduras ni sexual ni psicológicamente, al menos en la mayor parte de los casos. Además, se está produciendo el fenómeno, ya acaecido en redes como Tuenti, de que muchos niños y niñas menores de 13 años abren cuenta en Instagram, incluso con permiso paterno (y desconocimiento real del entorno por parte de los padres), porque es la red de moda.

Nos hemos puesto en contacto con Instagram para ofrecerles explicar cuál es su proceso de depuración de este tipo de contenidos, pero hasta la fecha no hemos obtenido respuesta de la empresa.

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