Los seres humanos hacemos la historia en condiciones independientes de nuestra voluntad.
Incompetencia a secas
El pasado miércoles, 16 de septiembre, The Guardian dedicó uno de sus editoriales a Boris Johnson y el Brexit y calificó su conducta de estos últimos días de “incompetencia deliberada”, conducente a sembrar el caos, terreno en el que el primer ministro ha demostrado sobradamente que sabe moverse como el pez en el agua.
Nadie discute que Boris Johnson es una persona intelectualmente solvente. Su trayectoria puede ser calificada de errática, atrabiliaria, desleal, contradictoria y muchas cosas más, pero nadie en su sano juicio la calificaría de incompetente. Recomiendo la lectura del artículo de John Carlin en La Vanguardia “Boris y Borges” publicado el 28 de julio de 2019. El retrato que hace del ya en ese momento Primer Ministro es demoledor. Es el retrato de un canalla desvergonzado, pero no el de un político incompetente. De ahí que el sustantivo “incompetencia” vaya acompañado del calificativo “deliberada” en el editorial del diario británico. Boris Johnson ha decidido ser “deliberadamente incompetente” a la hora de abordar este último tramo de la salida de Reino Unido de la Unión Europea, como lo ha venido siendo, por lo demás, prácticamente desde el principio. Simplemente la intensidad es mayor en este momento, porque ahora dirige el Gobierno. Esta es la razón por la que The Guardian le dedica un editorial ahora y no lo había hecho con anterioridad.
A ningún editorialista español se le ha pasado por la cabeza en estos días calificar de “incompetencia deliberada” la conducta de la presidenta de la Comunidad de Madrid en su gestión de la emergencia sanitaria generada por la Covid-19. Y a nadie se le ha pasado porque para todos, editorialistas de periódicos o simples ciudadanos, está meridianamente claro que la “incompetencia” de Isabel Díaz Ayuso no ha sido “deliberada”, sino que ha sido simplemente incompetencia a secas. La incompetencia es su manera de ser. Es un elemento constitutivo de su personalidad. De ahí que la sensación que transmite no es la de que está poniendo en práctica la estrategia de crear una situación caótica con la finalidad de desconcertar a los adversarios y sacar partido de dicho desconcierto, como está haciendo Boris Johnson con el Brexit, sino la de quien no es capaz de no generar el caos allí por donde pasa y haga lo que haga.
Por eso, lo que está ocurriendo en la Comunidad de Madrid es de una gravedad extrema. Mientras Isabel Díaz Ayuso siga al frente de la gestión de la emergencia sanitaria, no hay posibilidad de darle respuesta. Su capacidad intelectual es la que es y eso no tiene solución. No se le pueden pedir peras al olmo. Quien quiera que haya seguido esta misma semana el debate de política general en la Asamblea de la Comunidad, celebrado en circunstancias dramáticas, habrá podido comprobar que tener a Díaz Ayuso como presidenta es lo mismo que no tener Gobierno. En una situación dramática, con una población angustiada no solo en Madrid sino en toda España, la presidenta no se ha considerado en la obligación de dar una explicación de por qué se han extendido los contagios de la forma en que lo han hecho y cuáles son las medidas que piensa adoptar para contenerlos primero y reducirlos después. Pareciera que, la perspectiva de la presidenta de la Comunidad de Madrid es la de considerar la emergencia sanitaria como una ocasión para atacarla a ella con ensañamiento y no como un problema de primera magnitud.
Ocurre, sin embargo, que Madrid no es una Comunidad Autónoma más. La emergencia sanitaria de Madrid es un problema para todo el Estado. Pero no es problema al que pueda darse respuesta desde el Estado, sino que únicamente se le puede dar respuesta desde la Comunidad Autónoma. El Estado carece de medios para actuar ni en Madrid ni en ninguna otra Comunidad Autónoma. El Ministerio de Sanidad carece de medios para actuar frente a una emergencia sanitaria. Y carece de ellos porque el sistema de distribución de competencias entre el Estado y las Comunidades Autónomas es el que es y no puede ser rectificado sobre la marcha.
Por eso no creo que con una entrevista entre el presidente del Gobierno y la presidenta de la Comunidad se pueda encontrar ninguna respuesta. Está bien que se celebre. Pero no es de esa reunión de donde puede salir la respuesta. Es la Asamblea de la Comunidad la que tiene que encontrarla. Es en el tejado de los partidos políticos en ella presentes donde está la pelota.
Cada palo tiene que aguantar su vela.
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