Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.
Tras el asesinato del ministro Abu Ein, ¿qué? Perpetuar la impunidad israelí
El asesinato del ministro Ziad Abu Ein (55 años, casado, cuatro hijos) por parte de fuerzas de ocupación israelíes es un símbolo de la voluntad del gobierno de Israel de destruir cualquier posibilidad de lograr la paz. Un ferviente defensor de la lucha no violenta, negociador en los Acuerdos de Ginebra, intensamente comprometido con la solución de dos-estados y con la aplicación de la legalidad internacional, lo menos que puede decirse es que su asesinato era evitable. De no haber un batallón de fuerzas de ocupación defendiendo la expansión de los colonos ilegales en la Palestina ocupada, nada hubiese pasado. El gran desafío que presentan crímenes como el del ministro Abu Ein es el de poner el dramático hecho en su contexto y no solo fijarse en la brutalidad del hecho en sí mismo.
El ministro participaba en una actividad conmemorando el Día Internacional de los Derechos Humanos. Ésta consistía en plantar árboles de olivo en tierras de la aldea de Turmus Ayya, entre Ramallah y Nablus. Esa zona se encuentra rodeada por colonias israelíes, incluyendo una que incluso bajo la ley israelí, lo que no es dato menor, es ilegal. Los soldados que reprimieron a quienes plantaban olivos estaban protegiendo a esos colonos que incluso la Corte Suprema israelí ha señalado que deben retirarse. Y con la falta de respeto de costumbre para con las vidas palestinas con que a diario las fuerzas de ocupación reprimen los actos de resistencia pacífica, la milicia de Tel Aviv demuestra que su presencia no tiene nada que ver con la seguridad de Israel, sino con la seguridad de la ocupación. Es en ese momento cuando Abu Ein dice una de sus últimas palabras: “Esto es el terrorismo de la ocupación, este es un ejército terrorista que practica terrorismo contra la tierra palestina. Estamos plantando árboles de olivo y nos han atacado desde el primer momento, ninguno de nosotros lanzo una sola piedra o los ha atacado, este es el ejército terrorista de la ocupación que practica la opresión y el terrorismo contra el pueblo palestino”.
Quienes atacaron a Abu Ein no fueron los criminales que se ven claramente en las imágenes. Quienes lo atacaron fueron los que garantizan la impunidad diaria de Israel. Quienes dicen condenar a las colonias pero siguen comerciando con ellas. Quienes dicen querer la solución de dos estados pero solo reconocen a Israel y no a Palestina. Quienes cambian sus leyes para que los criminales de guerra israelíes no sean juzgados. Quienes condicionan los derechos inalienables del pueblo palestino a las negociaciones, o en otras palabras a la voluntad de Israel. Son ellos mismos los que mantienen el statu quo que ha hecho que un activista por la lucha no violenta como lo fue Ziad Abu Ein sea cobardemente asesinado, así como otras decenas de miles desde 1948.
Lo que se necesita hoy no son llamamientos para que Israel investigue. Todos sabemos dónde quedan las “investigaciones” de Israel. Incluso las que realmente hacen un esfuerzo por investigar, terminan siendo silenciadas por el gobierno de turno. Lo que se necesita es acción política para terminar con el problema de fondo: la ocupación israelí que comenzó en 1967. Para ello es necesario dejar de tratar a Israel como un estado por encima de la ley.
La aplicación del concepto de responsabilidad internacional debe ser la clave. Mientras a Israel se le continúe permitiendo sus crímenes contra el pueblo palestino y la violación sistemática del derecho internacional, esa misma cultura de impunidad será traspasada a criminales como los que terminaron con la vida del ministro Abu Ein. Son decenas las incursiones militares, ataques de la milicia y de los colonos israelíes que a diario afectan al pueblo palestino. Si bien en agosto el presidente Abbas pidió formalmente a la ONU que se provea de protección internacional al pueblo palestino, pocos son los que han mostrado la voluntad para llevar a cabo las acciones necesarias a tal fin. Esa pasividad son mensajes que Israel recoge y que se traducen en expansión de colonias y otros crímenes brutales tales como el asesinato del ministro Abu Ein.
Podríamos escribir capítulos completos sobre casos de masacres, crímenes, demoliciones de hogares, colonias, desplazamiento forzado, detenciones arbitrarias, tortura y violaciones a cuanto tratado o resolución la comunidad internacional haya adoptado. Es la impunidad quien las permite, la falta de acción quien las fomenta, y la ceguera política quien las mantiene. Para terminar con ello se necesita terminar con la ocupación israelí. Sin ella, vidas como la del ministro Abu Ein no se habrían perdido. Lamentablemente, mientras la acción política necesaria, tal como el reconocimiento del Estado de Palestina sobre la frontera de 1967, siga siendo condicionada por algunos a un inexistente proceso de negociaciones, tendremos que esperar más casos como el de Abu Ein. Y en ese punto escucharemos un nuevo “llamamiento para investigar” que habrá de perpetuar la situación actual.
El asesinato del ministro Ziad Abu Ein (55 años, casado, cuatro hijos) por parte de fuerzas de ocupación israelíes es un símbolo de la voluntad del gobierno de Israel de destruir cualquier posibilidad de lograr la paz. Un ferviente defensor de la lucha no violenta, negociador en los Acuerdos de Ginebra, intensamente comprometido con la solución de dos-estados y con la aplicación de la legalidad internacional, lo menos que puede decirse es que su asesinato era evitable. De no haber un batallón de fuerzas de ocupación defendiendo la expansión de los colonos ilegales en la Palestina ocupada, nada hubiese pasado. El gran desafío que presentan crímenes como el del ministro Abu Ein es el de poner el dramático hecho en su contexto y no solo fijarse en la brutalidad del hecho en sí mismo.
El ministro participaba en una actividad conmemorando el Día Internacional de los Derechos Humanos. Ésta consistía en plantar árboles de olivo en tierras de la aldea de Turmus Ayya, entre Ramallah y Nablus. Esa zona se encuentra rodeada por colonias israelíes, incluyendo una que incluso bajo la ley israelí, lo que no es dato menor, es ilegal. Los soldados que reprimieron a quienes plantaban olivos estaban protegiendo a esos colonos que incluso la Corte Suprema israelí ha señalado que deben retirarse. Y con la falta de respeto de costumbre para con las vidas palestinas con que a diario las fuerzas de ocupación reprimen los actos de resistencia pacífica, la milicia de Tel Aviv demuestra que su presencia no tiene nada que ver con la seguridad de Israel, sino con la seguridad de la ocupación. Es en ese momento cuando Abu Ein dice una de sus últimas palabras: “Esto es el terrorismo de la ocupación, este es un ejército terrorista que practica terrorismo contra la tierra palestina. Estamos plantando árboles de olivo y nos han atacado desde el primer momento, ninguno de nosotros lanzo una sola piedra o los ha atacado, este es el ejército terrorista de la ocupación que practica la opresión y el terrorismo contra el pueblo palestino”.