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Khan al-Ahmar: el derecho a la educación de los niños y niñas palestinos amenazado bajo órdenes israelíes de demolición

Raquel Martí

Directora Ejecutiva de @UNRWA_Spain —

En la carretera de Jerusalén a Jericó se erige la pequeña comunidad beduina de Khan al-Ahmar, formada por chozas y estructuras temporales y rodeada de asentamientos ilegales de colonos israelíes. Sus miembros pertenecen a la tribu Jahalin, formada originalmente por pastores nómadas del valle del Jordán que fueron expulsados tras la guerra árabe-israelí de 1948 desde Tal Arad, zona del desierto del Negev en el sur de Israel, a Cisjordania.

Después de la ocupación de Cisjordania por parte de Israel en 1967, los militares israelíes han ido restringiendo el acceso de los beduinos a los lugares habituales de pastoreo. Finalmente se vieron obligados a permanecer en el entorno de la carretera de Jerusalén a Jericó donde en la década de los 80 establecieron campamentos semipermanentes. Hoy en día esta comunidad se localiza en la denominada Zona C, en el centro de Cisjordania, bajo el control de las autoridades israelíes.

En este área viven en la actualidad unos 7.000 beduinos, alrededor del 60% de ellos niños, que residen en 46 pequeñas comunidades como la de Khan al-Ahmar. Más del 70% de los residentes son refugiados, carecen de conexión a redes de electricidad y agua corriente. La falta de pastos ha hecho que tuvieran que reducir drásticamente sus rebaños de cabras y camellos y en consecuencia sus ingresos se han visto considerablemente mermados. Sin embargo sus vecinos, colonos israelíes que viven en asentamientos construidos en contravención del derecho internacional, reciben un tratamiento preferencial en términos de asignación de tierras, planificación y prestación de servicios.

En 1977 se inició la construcción de Maale Adumim, el asentamiento de colonos israelíes que iba a convertir la vida de estos beduinos en una pesadilla. Este asentamiento, junto a otros que han ido surgiendo de forma planificada con el tiempo, está dentro del plan israelí denominado E1. Este plan contempla la construcción de miles de nuevas viviendas que permitirán conectar los asentamientos con Jerusalén, rodeándolos además por el Muro que recorre Cisjordania y que separa Israel de Palestina mediante un trazado ilegal. De implementarse este plan, la presencia palestina en la zona se debilitaría y Jerusalén Este quedaría desconectada para siempre del resto de Cisjordania.

Desde 2008 las autoridades israelíes han demolido haimas y estructuras permanentes, desplazando a 6.000 beduinos de sus hogares. Al desplazamiento se une la violencia de los colonos y el hostigamiento de los militares de forma permanente. En 1994 además la Administración Civil israelí trasladó a decenas de familias de la tribu Jahalin a una nueva zona cercana al vertedero municipal de Jerusalén, en Abu Dis.

Para paliar la falta de infraestructuras educativas en la zona que obligaban a los niños y niñas beduinos a recorrer largas distancias diarias, la comunidad beduina de Khan al-Ahmar apoyada por la organización no gubernamental italiana Vento di Terra decidió construir, en junio de 2009, una escuela con adobe y neumáticos de vehículos usados.

Un mes después de su apertura llegó la primera orden de demolición emitida por la Administración Civil israelí alegando la carencia de permiso de construcción. Sin embargo, obtener un permiso de construcción israelí, no solo para escuelas, sino también para viviendas, clínicas de salud o cualquier tipo de infraestructura es prácticamente imposible para los palestinos en el Área C, pues en los últimos años Israel sólo ha aprobado el 2,2% de los permisos de construcción solicitados.

En septiembre de 2009, los asentamientos de Kfar Adumim, Alon y Nofei Prat junto con la organización israelí Regavim volvieron a la carga exigiendo a la Corte la ejecución de las órdenes de demolición de 257 estructuras palestinas en su vecindad, incluyendo la escuela de Khan al-Ahmar.

Desde entonces la comunidad ha cursado distintas apelaciones al Tribunal Nacional israelí y la fecha de demolición se ha ido postergando. No obstante en el 2011, al riesgo de demolición se unió la amenaza de traslado forzoso debido a un plan de “reubicación” planificado por las autoridades israelíes que tiene previsto trasferir forzosamente a las 46 aldeas beduinas.

A lo largo de los años todas las mejoras de habitabilidad que ha llevado a cabo la comunidad se han visto frustradas. En el año 2014 el consulado italiano donó columpios y diversos equipamientos para sustituir al desvencijado parque infantil de la escuela. Apenas tuvieron tiempo los niños de desembalar las cajas cuando irrumpieron soldados israelíes confiscando el equipamiento argumentando que la instalación era ilegal. En el 2015 una ONG palestina les donó paneles solares para dotar de electricidad a la comunidad, corriendo la misma suerte que el equipamiento del parque infantil.

Contra todo pronóstico el pasado miércoles Khan al-Ahmar anunció la apertura del nuevo curso escolar. En esta ocasión la ceremonia de apertura se vio enmarcada por un acto solidario organizado por Ministerio de Educación Palestino al que acudieron el Jefe de la oficina de Naciones Unidas OCHA, así como distintos diplomáticos y ONGs para denunciar, una vez más, el riesgo de demolición bajo el que se encuentra la escuela.

Mientras los niños se preparan para afrontar un nuevo curso escolar, se espera que el ministro de Defensa, Avigdor Liberman, emita su opinión sobre el futuro de la escuela la próxima semana. Tanto él como el primer ministro, Benjamín Netanyahu, se encuentran bajo la presión de sus partidarios para que lleven a cabo la demolición de las construcciones palestinas no autorizadas y para realizar la trasferencia forzosa de la población beduina.

Diversos organismos de Naciones Unidas, así como el propio Secretario General, han declarado en repetidas ocasiones que el plan de reubicación equivaldría a una trasferencia forzosa de población  prohibida por el derecho internacional humanitario. Como potencia ocupante, Israel tiene la obligación de proteger a la población civil en el territorio Palestino ocupado y administrarlo en beneficio de la población. La destrucción o confiscación de la propiedad civil, incluyendo viviendas, así como la construcción de asentamientos y transferencia de colonos en el territorio Palestino ocupado, también está estrictamente prohibida.

Sin embargo nada parece indicar un desenlace feliz que garantice el derecho a la educación de estos niños y niñas beduinos a tenor del ritmo acelerado de demolición de viviendas palestinas y de las ampliaciones de los asentamientos israelíes. 684 viviendas y estructuras palestinas, incluidas escuelas, han sido demolidas en lo que llevamos de año, desplazando con ello a cerca de 1.000 personas (la mitad de ellas niños) y habiendo superado ya la cifra de demoliciones del año 2015. Una vez más, los niños y niñas de Khan al-Ahmar inician el curso escolar con ilusión de seguir aprendiendo, pero con el temor de encontrarse un día sus pupitres y su material escolar engullidos por un buldócer israelí.

En la carretera de Jerusalén a Jericó se erige la pequeña comunidad beduina de Khan al-Ahmar, formada por chozas y estructuras temporales y rodeada de asentamientos ilegales de colonos israelíes. Sus miembros pertenecen a la tribu Jahalin, formada originalmente por pastores nómadas del valle del Jordán que fueron expulsados tras la guerra árabe-israelí de 1948 desde Tal Arad, zona del desierto del Negev en el sur de Israel, a Cisjordania.

Después de la ocupación de Cisjordania por parte de Israel en 1967, los militares israelíes han ido restringiendo el acceso de los beduinos a los lugares habituales de pastoreo. Finalmente se vieron obligados a permanecer en el entorno de la carretera de Jerusalén a Jericó donde en la década de los 80 establecieron campamentos semipermanentes. Hoy en día esta comunidad se localiza en la denominada Zona C, en el centro de Cisjordania, bajo el control de las autoridades israelíes.