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Un año más, el Muro sigue en pie

Se ha cumplido un aniversario más de la histórica Opinión Consultiva dada por la Corte Internacional de Justicia (CIJ) sobre el Muro de anexión israelí en Palestina (9 de julio de 2004). La Opinión considera el Muro ilegal, llama a desmantelarlo de inmediato y a compensar a los afectados. Probablemente lo más relevante de la Opinión sean las secciones concernientes a la responsabilidad internacional: en particular, el hecho de que el respeto al derecho de autodeterminación del pueblo palestino es una responsabilidad de cada Estado. Sin embargo, si algo ha ocurrido en los últimos once años es que el Muro ha proseguido a la par que la empresa de colonización israelí, mientras que la comunidad internacional -Europa en particular- ha continuado afianzando sus relaciones con Tel Aviv.

Cuando el 9 de julio del 2004 la CIJ emitió su Opinión sobre el Muro de anexión israelí, el entonces primer ministro sionista Ariel Sharon señaló que el texto quedaría en el “basurero de la historia”. Lo señalado por quien fue responsable de la masacre de Sabra y Shatila en 1982 no estaba tan alejado de la realidad, si se considera la falta de implementación de decenas de resoluciones de organismos internacionales desde la creación del Estado de Israel, lo que ha provocado la sistemática negación del derecho del pueblo palestino a ser libre. De acuerdo con la CIJ, el rol de la comunidad internacional va más allá de simplemente ratificar resoluciones, pues considera como una responsabilidad de cada Estado el hacer cumplir tal Opinión, sobre todo para los países que han ratificado los Convenios de Ginebra. Ello incluye a toda la Unión Europea.

Por ejemplo, uno de los puntos subrayados en la Opinión es que no se debe asistir ni reconocer la nueva realidad impuesta por la ilegal acción israelí de construir el Muro, la cual se encuentra directamente vinculada con el proceso de colonización. Sin embargo, una serie de empresas europeas, tales como Veolia y G4A, se han implicado en el proceso de legitimar y asistir la nueva realidad impuesta por el Muro. Gobiernos como Canadá y Australia han llevado a cabo visitas oficiales a Israel que incluyen visitas a colonias israelíes, particularmente en Jerusalén Este. De ello no estuvo ausente el gobierno autonómico de Catalunya, cuando el señor Artur Mas, en plena visita a Israel el 2013, ingresó en la Ciudad Antigua de Jerusalén.

Si el Muro tiene un objetivo principal, tal y como fue señalado por el entonces ministro israelí a cargo de Jerusalén, Haim Ramon, ese es que Jerusalén sea una “ciudad más judía”. La anexión de la ocupada capital palestina es un asunto de pleno consenso en el gobierno israelí, quien ayudado por organizaciones “filantrópicas” o de supuesta “beneficencia” como la Jerusalem Foundation, el Fondo Nacional Judío o la Ateret Cohanim, han podido desarrollar una serie de proyectos para cambiar la identidad de la ciudad y convertirla en una ciudad exclusivamente judía.

Israel, que se sirve de un argumento religioso para justificar la ocupación y anexión de Jerusalén Este, se defiende de las iniciativas internacionales para terminar con la ocupación sobre la base de la misma lógica. Netanyahu y sus representantes repiten que “Jerusalén es tan israelí como Londres es inglesa o Madrid española”. Esa afirmación se combina con un argumento de supuesta “seguridad” para la construcción del Muro, algo que la CIJ no aceptó por razones claras: el Muro no se construye entre Israel y Cisjordania, sino en el interior de la Cisjordania ocupada. En un 85%, el Muro divide a palestinos de palestinos, y no a palestinos de israelíes. Su ruta total supone alrededor de unos 711 kilómetros, mientras que la frontera entre Israel y Cisjordania es tan solo de 325 kilómetros. Su diseño, por ende, no responde a criterios de seguridad, sino a tomar la mayor cantidad de tierras y la menor cantidad de palestinos. Es una ecuación que tiene que ver más con la demografía y el ideal de un Estado “puro” judío que con la seguridad y la solución de los dos-Estados.

Muchos de los que han atacado esa situación han sido acusados con el siempre fácil argumento del “antisemitismo”. Pero lo que se juega aquí no es la existencia o no de los judíos, sino el derecho del pueblo palestino a ser libre.  La utilización barata del “antisemitismo” para justificar la colonización y el apartheid israelíes tiene que ver con la dinámica de victimización (propia) / demonización (del otro) que Israel promueve. Pero ese discurso se cae poco a poco frente a la realidad. A once años de la Opinión de la Corte sobre el Muro recordemos su legado: el Muro viola el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación, es ilegal, debe ser desmantelado, los palestinos compensados y la implementación de todo lo anterior es responsabilidad de la comunidad internacional. 

Se ha cumplido un aniversario más de la histórica Opinión Consultiva dada por la Corte Internacional de Justicia (CIJ) sobre el Muro de anexión israelí en Palestina (9 de julio de 2004). La Opinión considera el Muro ilegal, llama a desmantelarlo de inmediato y a compensar a los afectados. Probablemente lo más relevante de la Opinión sean las secciones concernientes a la responsabilidad internacional: en particular, el hecho de que el respeto al derecho de autodeterminación del pueblo palestino es una responsabilidad de cada Estado. Sin embargo, si algo ha ocurrido en los últimos once años es que el Muro ha proseguido a la par que la empresa de colonización israelí, mientras que la comunidad internacional -Europa en particular- ha continuado afianzando sus relaciones con Tel Aviv.

Cuando el 9 de julio del 2004 la CIJ emitió su Opinión sobre el Muro de anexión israelí, el entonces primer ministro sionista Ariel Sharon señaló que el texto quedaría en el “basurero de la historia”. Lo señalado por quien fue responsable de la masacre de Sabra y Shatila en 1982 no estaba tan alejado de la realidad, si se considera la falta de implementación de decenas de resoluciones de organismos internacionales desde la creación del Estado de Israel, lo que ha provocado la sistemática negación del derecho del pueblo palestino a ser libre. De acuerdo con la CIJ, el rol de la comunidad internacional va más allá de simplemente ratificar resoluciones, pues considera como una responsabilidad de cada Estado el hacer cumplir tal Opinión, sobre todo para los países que han ratificado los Convenios de Ginebra. Ello incluye a toda la Unión Europea.