Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.
El sexo y el Tribunal Constitucional alemán
Ciento setenta y nueve años después del nacimiento de Herculine Barbin (8 de noviembre de 1838-febrero de 1868), el 8 de noviembre de este año, fecha conmemorativa del Día por la Solidaridad Intersex, el Tribunal Constitucional de Alemania ha publicado la sentencia de 10 de octubre del presente en el que insta al Estado alemán a reconocer jurídicamente un tercer sexo en el Registro Civil antes del 31 de diciembre de 2018. Lo que aparentemente puede ser considerado una conquista del movimiento intersex, deja muchas zonas de penumbra que me gustaría señalar.
Primero quisiera contextualizar esta sentencia. En el año 2012, el Deutscher Ethikrat, un conjunto de expertos dependiente del Bundestag, elaboró un extenso informe bajo el somero título “Intersexualität. Stellungnahme”. Este comité ético denunció los tratamientos médicos de “normalización” que atentan contra el derecho a la integridad física, el respeto por el género o la identidad sexual o el derecho a la libertad reproductiva, así como propuso una serie de recomendaciones médicas y jurídicas entre las que se encontraban la prohibición de los tratamientos médicos de normalización sin consentimiento o la incorporación de una tercera categoría en la inscripción registral bajo el nombre de “anderes” (otro).
Con este informe en la mano, en mayo de 2013 el gobierno alemán incorporó la categoría “sexo indeterminado” (unbestimmte Geschlecht) con la Gesetz zur Änderung personenstandsrechtlicher Vorschriften (Personenstandsrechts-Änderungsgesetz). Como ya señalé en este mismo diario hace unos años, esta reforma supone una discriminación hacia las personas intersex porque hablar de “sexo indeterminado” presupone que hay un “sexo determinado”, lo que provoca polarización, clasificación y, en definitiva, patologización. Que un recién nacido pueda ser inscrito como X, en lugar de hombre o mujer, no conlleva evitar las cirugías de normalización. Es decir, un bebé puede ser inscrito con sexo indeterminado y sufrir mutilaciones porque sus genitales no se “adaptan” a la forma y tamaño que prefigura la “norma” binaria hombre-mujer.
Ahora el Tribunal Constitucional alemán obliga al legislador a que antes del 31 de diciembre de 2018 haga una reforma legal para incorporar una tercera categoría en el Registro Civil, a saber: “inter” o “diverso”. Lo que aparentemente podría ser un cambio significativo para proteger y garantizar los derechos fundamentales de las personas intersex, esconde un grave peligro. El Tribunal Constitucional entiende que con la simple modificación registral se solventan las graves violaciones contra los derechos humanos de las personas intersex. Que una persona pueda inscribirse como “inter” o “diverso”, como desde 2013 “indeterminado”, no evita las mutilaciones que sufren las personas intersex. De esto el Tribunal Constitucional alemán no dice nada. No dice nada de los 1000 menores de edad intersex que entre 2005 y 2014 fueron mutilados en Alemania en las llamadas “cirugías de feminización”. Ninguna crítica o denuncia sobre las (mal) llamadas cirugías de normalización. Ninguna crítica o denuncia contra la experimentación hormonal con recién nacidos intersex. Ninguna crítica o denuncia contra las presiones que, en ocasiones, el dispositivo médico realiza a las madres/padres de menores intersex para someterlos a cirugías/mutilaciones. Silencio. Y el silencio es cómplice de la tortura. Ya lo dijo Naciones Unidas en su informe de 2013 “Report of the Special Rapporteur on torture and other cruel, inhuman or degrading treatment or punishment”: estamos ante un caso de tortura infantil.
Si ante la tortura lo único que hacemos es modificar el Registro Civil, dice mucho de la falta de comprensión de un grave problema. Este consiste en asociar genitalidad con inscripción registral. Cuando en este próximo año Alemania modifique su legislación cumpliendo con la sentencia del Tribunal Constitucional, lo que tendremos será la distinción normativa entre los cuerpos que cumplen con la norma “mujer”, los cuerpos que cumplen con la norma “hombre” y los otros cuerpos, aquellos que incumplen con la norma “hombre” y con la norma “mujer” (¿y qué hacemos con las personas no binarias?). Crear nuevas categorías en el Registro Civil basadas en las características biológicas no es la solución del problema, sino su conservación.
La solución, por tanto, no está en crear nuevas categorías registrales, sino en eliminarlas todas (y, hasta que llegue ese momento, establecer la no obligatoriedad de la inscripción del sexo): eliminar la asignación de sexo en el Registro Civil, prohibir todo tratamiento médico o intervención corporal sin consentimiento (sobre todo en personas menores de edad), asegurar los derechos sexuales y reproductivos, el derecho al libre desarrollo de la personalidad y el derecho a la integridad física. Y esto sobre la base de un principio bien conocido: “verdad, justicia y reparación”. Es hora de reivindicar la memoria histórica de las personas intersex, de reparar las graves violaciones a los derechos humanos que se han cometido y se siguen cometiendo en atención a las características sexuales de las personas.
En definitiva, esta sentencia del Tribunal Constitucional alemán es una suerte de “pinkwashing”: un lavado de imagen para esconder las manos manchadas de sangre por las mutilaciones ejecutadas sobre personas intersex. Es hora de construir un nuevo derecho. En el borrador de Ley para el Estado español de la Plataforma por los Derechos Trans se dice claro: garantizar el derecho a la libre autodeterminación de la identidad y expresión de género de las personas. Y para ello es preciso poner fin a las graves violaciones sobre los derechos humanos de las personas intersex. Como ha señalado Mauro Cabral, “lo demás es un intento absurdo, ignorante y fóbico de imponerle a la carne saberes que le son tan ajenos como violentos”.
Ciento setenta y nueve años después del nacimiento de Herculine Barbin (8 de noviembre de 1838-febrero de 1868), el 8 de noviembre de este año, fecha conmemorativa del Día por la Solidaridad Intersex, el Tribunal Constitucional de Alemania ha publicado la sentencia de 10 de octubre del presente en el que insta al Estado alemán a reconocer jurídicamente un tercer sexo en el Registro Civil antes del 31 de diciembre de 2018. Lo que aparentemente puede ser considerado una conquista del movimiento intersex, deja muchas zonas de penumbra que me gustaría señalar.
Primero quisiera contextualizar esta sentencia. En el año 2012, el Deutscher Ethikrat, un conjunto de expertos dependiente del Bundestag, elaboró un extenso informe bajo el somero título “Intersexualität. Stellungnahme”. Este comité ético denunció los tratamientos médicos de “normalización” que atentan contra el derecho a la integridad física, el respeto por el género o la identidad sexual o el derecho a la libertad reproductiva, así como propuso una serie de recomendaciones médicas y jurídicas entre las que se encontraban la prohibición de los tratamientos médicos de normalización sin consentimiento o la incorporación de una tercera categoría en la inscripción registral bajo el nombre de “anderes” (otro).