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Las comisarias de 'Veneradas y temidas': “Lo no binario es una constante en la espiritualidad de todas las religiones”

Belinda Crerar y Rosa Martínez rodean la estatua romana de Venus aportada por el Museo Británico para la exposición 'Veneradas y temidas'

Jordi Sabaté / Barcelona

21 de febrero de 2024 22:52 h

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La exposición Veneradas y temidas, que llega a CaixaForum Barcelona tras su paso por Madrid, reúne una amplia colección de piezas arqueológicas e imágenes de deidades más o menos actuales, algunas encargadas para la muestra, que describen la concepción que el mundo religioso y espiritual tiene del poder femenino y, por tanto, refleja los rasgos que las distintas culturas han atribuido a la mujer como divinidad. Dichos atributos van desde la fertilidad hasta la protección maternal y caritativa, pero también pasan por el poder destructor (y regenerador) y la ira o la venganza y la justicia.

La muestra parte de un proyecto anterior del Museo Británico con muestras de numerosas épocas y prestamos de otros museos. Pero la versión CaixaForum ha ampliado y mejorado significativamente este aspecto de la exposición gracias a la inclusión de muchas perspectivas más contemporáneas.

A este respecto, Rosa Martínez ―primera directora mujer de la Bienal de Venecia, en 2005― propuso en su día a Isabel Salgado, directora del Área de Exposiciones i Colección de la Fundación “La Caixa”, incluir en cada sección temática una serie de obras de artistas contemporáneas femeninas ―salvo Las obras de Leiva, del maltés Austin Camilleri― que expresaran esta perspectiva.

Así nació esta exposición sobre los conceptos que tradicionalmente la humanidad ha tenido acerca del poder femenino, bajo la visión de Martínez y de su comisaria original, Belinda Crerar, responsable de desarrollo de contenido de exposiciones internacionales del Museo Británico. La muestra permanecerá en Barcelona hasta el 16 de junio y, posteriormente viajará a Sevilla, Valencia y Zaragoza.

¿Cómo surge la idea de esta exposición?

Belinda Crerar: Todo empezó con el deseo de hacer una exposición que analizase la experiencia femenina en la historia y en la cultura. El Museo Británico, como tantas otras instituciones, ha tendido a hacer exposiciones mayoritariamente sobre artistas masculinos a lo largo de su historia. Sin embargo, ahora muchos de estos museos tradicionales están comenzando a despertar: empiezan a darse cuenta de que tiene que haber mucha más aportación en las exposiciones del papel de las mujeres en la historia y la cultura. 

Fue así como decidimos crear una exposición que alimentase este punto de vista. Y empezamos a buscar una temática para ella, pero pronto vimos que las imágenes y esculturas que tenemos en el Museo Británico de sexo femenino están predominantemente relacionadas con lo espiritual y religioso. Así que decidimos que, en lugar de hacer una exposición de corte histórico, sería más interesante realizar una muestra de las distintas percepciones que las diferentes culturas tienen sobre la feminidad desde el punto de vista religioso.

También de cómo esta visión varía no solo en el espacio, sino también a lo largo de los siglos. Tenemos materiales de diversas civilizaciones que se extienden en el tiempo y el espacio, sobre todo el globo, así que pensamos en fundirlas en una sola muestra que diera idea de la transversalidad de la percepción de lo femenino. 

Rosa, ¿cómo aterriza usted en la exposición de Belinda para enriquecerla con los aportes del arte contemporáneo? 

Rosa Martínez: Yo he trabajado con mucha frecuencia a lo largo de mi carrera con la Fundación “la Caixa”, tanto comisariando exposiciones como en el papel de asesora, de modo que conozco largamente a Isabel Salgado [directora de CaixaForum Barcelona]. Cuando me llegó la información de que estaban preparando la llegada de la exposición a España, la llamé e iniciamos unas conversaciones informales que desembocaron en la propuesta de seleccionar una serie de obras de arte contemporáneo que pudieran complementar cada una de las salas temáticas que componen la exposición de Belinda.

Así que empezamos a buscar a diferentes artistas actuales que pudieran dar esa visión de lo femenino en el tercer milenio, no ya tanto desde lo religioso como desde lo artístico. Una vez tuvimos una amplia propuesta de artistas, dejamos que Belinda escogiera las que creía que mejor representaban desde el arte contemporáneo esta espiritualidad femenina que expone Veneradas y temidas

¿Qué criterios han seguido para seleccionar las piezas que participan?

B.C: Creo que esta fue la parte más difícil del proceso. Teníamos mucho interés en tener una representación a nivel global, lo cual fue todo un desafío por la potencia que tiene la colección del Museo Británico; tenemos una gran colección de imágenes y figuras del mundo clásico y, de hecho, yo soy conservadora especializada en las culturas clásicas. Pero tenemos menos de otras culturas de Asia y el Pacífico y no queríamos solo ceñirnos al ámbito clásico sino evolucionar hacia otras latitudes y otras épocas que quizás estuvieron menos representadas en Occidente.

De alguna manera tuvimos que ir reduciendo la lista de imágenes clásicas para incluir otras menos familiares para el mundo occidental, como puede ser la diosa-volcán Pele de las islas Hawái. Deidades que completan la visión del mundo que tenemos desde Occidente. Eso nos obligó a pensar más allá de los paradigmas occidentales. Hay que tener en cuenta que existen tradiciones religiosas que no utilizan objetos para expresar su veneración, por ejemplo la diosa del agua de algunas culturas, lo que ha dificultado la manera de mostrarlas en la exposición.

Veneradas y temidas es una dualidad muy recurrente en muchas deidades ¿Por qué tenemos esa percepción de lo femenino que viaja de lo maternal y protector a una volatilidad iracunda que puede ser destructora y genera temor?

B.C: No sé si deberíamos calificar los enfados de las diosas femeninas como algo negativo, hablando en global, ya que muchas veces en muchas culturas se invoca a su ira y su enfado para que luchen contra las fuerzas negativas del universo que provocan el caos. En este sentido, a la diosa Kali se la venera precisamente por su poder destructor y asesino, pero porque se percibe como protector frente al mal, no como un peligro.

En muchas ocasiones esta dualidad no debe ser interpretada como contraposición de lo que nos puede hacer bien o nos puede dañar, sino que se trata de diferentes atributos de una misma deidad que se complementan. No es un “esta diosa, por ejemplo Venus, es bella pero también puede ser agresiva”, sino que es más bien: “Venus es bella y además también es violenta o guerrera en determinadas situaciones”. Son atributos que se suman, no que se contraponen. 

Pero en la tradición cristiana sí que esta dualidad se puede interpretar como antagónica… 

B.C: Es cierto que hay un manera particular en que el cristianismo patriarcal encarna la imagen femenina que es bastante negativa y, de hecho, tocamos en la exposición la cuestión de las enseñanzas espirituales cristianas que nos hablan de Eva como la tentadora que provocó nuestra salida del paraíso y nuestra perdición. Por el contrario, nos relatan a la virgen María como el modelo correcto de mujer. También personalidades como las brujas sirven para encarnar atributos que se consideran negativos en la mujer. 

Pero esta visión no se da en todas las culturas, donde la percepción de lo que es femenino es totalmente distinta. Existen muchas maneras de entender y percibir la feminidad de las diosas y otras potencias femeninas. Por ejemplo, desde el punto de vista occidental podemos pensar que Kali es una potencia muy negativa y destructora, pero en cambio para el hinduismo estas connotaciones son completamente diferentes… Y de hecho para la exposición hemos hablado con las comunidades hindús de Inglaterra para que nos asesorasen. No podemos aplicar la misma lectura en todas las culturas, no existe una sola percepción sobre las divinidades femeninas que sea de bueno versus malo, al menos fuera de la tradición judeocristiana. 

R.M: Pero en la tradición occidental lamentablemente esta oposición sí existe. Es cierto, como dice Belinda, que en el global de las culturas esto no es así y que incluso dentro del cristianismo han existido mujeres que han desarrollado una elevada espiritualidad como Teresa de Jesús o las beguinas en la Edad Media [mujeres seglares que vivían en comunidades religiosas sin control masculino], pero no podemos obviar que fueron perseguidas por la religión oficial, de corte totalmente masculino y patriarcal. 

No podemos aplicar la misma lectura en todas las culturas, no existe una sola percepción sobre las divinidades femeninas que sea de bueno versus malo

En Occidente la visión artístico-religiosa de la mujer la ha comunicado la sociedad patriarcal simplificando el discurso y eliminando matices y complejidades que vemos en muchas otras culturas; es decir reduciendo esta visión de lo femenino a que si la mujer era obediente aparecía como buena y si se revelaba contra el patriarcado era maligna como las brujas, que terminaban ardiendo en la hoguera. 

Otro aspecto que se destaca en la exposición es la ambigüedad de muchas deidades, que no se terminan de definir como masculino o femenino. Incluso algunas como Bodhisattva transitan, a lo largo del peregrinaje del budismo de la India hasta China, entre la masculinidad y la feminidad, apareciendo en el Tibet como Avalokiteshvara (deidad masculina) y rebautizada como Guanyin en China (deidad femenina) ¿Podríamos sacar una conclusión queer de la exposición? 

B.C: La teoría queer es una manera válida de acercarse a la muestra. Lo no binario está muy presente en muchas de las espiritualidades y muchos de los dioses que se definen como masculinos tienen, en cambio, numerosos y muy pronunciados rasgos que tradicionalmente consideramos como femeninos en Occidente.

Por ejemplo, en el budismo los seres iluminados trascienden de género. En el Sutra del loto, el bodhisattva Guanyin puede aparecer en la tierra como una mujer o un hombre y de hecho se le ha mostrado en todas las identidades. Y del mismo modo ocurre con muchas otras deidades, donde la definición de su género es una convención artística y según con quien hablas tiene un género u otro, es decir que viene condicionado por el entorno. En este sentido es válido aplicar una visión queer sobre las deidades, aunque seguramente no todo el mundo estará de acuerdo. 

R.M: Estoy de acuerdo y, de hecho, lo no binario ha estado desde siempre en el plano de la imaginería religiosa, mucho antes de que la teoría queer fuera elaborada. Al fin y al cabo las creencias, los atributos que individualmente podamos darle a una determinada deidad, están condicionados por nuestro entorno social, que es quien obliga a definirlo. Especialmente en el cristianismo, que ha forzado la simplificación de la identidad de género en dos únicos estereotipos.

A este respecto quisiera añadir que en la exposición, de hecho, hay varias artistas, como la catalana Tania Berta Judith, que se definen a sí mismas como no binarias y defensoras de los derechos LGTBI. 

Si algo nos enseña esta exposición es que la masculinidad es una construcción entre las deidades

¿Sería posible también aplicar una visión desde el feminismo actual a esta dualidad de manera global?

B.C: Poder se puede, hay diferentes movimientos feministas en todo el mundo. El feminismo occidental está condicionado por la situación de la mujer y la lucha por la igualdad en Occidente, pero esto es diferente en otras culturas. De todos modos, desde la arqueología y la antropología, algunas expertas, como Marija Gimbutas, han dado una lectura feminista de las distintas representaciones de deidades femeninas, mientras que otras personalidades académicas se han opuesto a esta visión aplicada a nivel global. Yo creo que el que quiera hacer esa lectura puede hacerla, pero también que realmente es complicado extender nuestra visión occidental a otras civilizaciones. Diría que a este respecto la cuestión está abierta. 

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