¿Y si las nueve musas de la mitología griega fueran una? ¿Y si resulta que Calíope, Clío, Erato, Euterpe, Melpómene, Polimnia, Talía, Terpsícore y Urania fueran nueve mujeres en un cuerpo? Los caminos de la inspiración siempre han sido inescrutables pero para ciertos artistas no hay más musa que una.
Para el dramatugro William Butler siempre fue la actriz y activista feminista Maud Gonne. El atormentado talento de Edgar Allan Poe no tuvo otra musa que la figura de su prima hermana Virginia Clemm. Apenas tenía 10 años, y seguramente no lo sabía, pero Alice Pleasance Liddell inspiraba las más grandes aventuras de Lewis Carroll. La pluma de la periodista Milena Jesenska era lo único que animaba a Kafka. En las gafas del diseñador Yves Saint Laurent sólo se reflejaba la inspiración si aparecía el rostro de Catherine Deneuve. Y así podríamos seguir un buen rato.
Si lo hiciésemos, puede que en algún momento de la actualidad llegásemos a Pachi Santiago y a su musa particular. Para el joven artista ovetense las nueve musas tienen el mismo nombre: Claudia Schiffer. El ideal que representa para él la supermodelo alemana significa todo lo que su imaginación quiere. También adquiere la forma de lo que el espectador de su obra ve y nota mientras observa las más de 100 pequeñas y grandes piezas que componen Copying Claudia. Una exposición que encierra otra en su interior, llamada Living Claudia, y que se puede ver en Galería Cero (Calle Fuenterrabia 13, en Madrid).
Se trata de la culminación de cinco años de trabajo, expuesto en Nueva York, Berlín, Uruguay o México DF y que ahora llega por primera vez en España. Coincidiendo, además, con el arranque de la Semana de la Moda de Madrid y ofreciendo el contrapunto al mundo de la pasarela. Del 15 de septiembre al 30 de octubre, cabe a acercarse a ver lo que es la obsesión convertida en arte.
Musas y la religión de nuestros gustos
Arte y religión están atadas hasta en el edificio que las acoge. El término museo, al fin y al cabo, no es otra cosa que la casa de las musas, antiguas deidades de las artes y las ciencias. Así que cuando vamos a un museo, en realidad vamos un templo de la inspiración. “La musa como concepto es algo mágico, muy próximo a la religión”, comparte Santiago. “Todos nosotros creamos nuestras propias religiones en base a nuestros gustos y obsesiones. Cuando idolatras a una estrella de cine, cuando vas a un sitio y compra un objeto 'mágico', cuando idealizas ciertos lugares... ”, reflexiona el creador de Copying Claudia.
¿Por qué no hacer una religión de Claudia Schiffer? Si existe, está en su trabajo. “En parte está hecho con el tono irónico que te permite el collage y el retoque”, dice el artista. “Pero también es una obsesión que forma parte de mi vida, día a día. En el fondo lo que estaba haciendo era profesar una religión a todas las cosas que me gustaban”.
Algo que hacemos de otras maneras, con otros tótems y ritos distintos. “No se trata de una crítica a la religión porque creo, como digo, que todos tenemos las nuestras”, defiende Santiago. “Para mí la religión tiene algo de atractivo por el misterio de las cosas prohibidas o inalcanzables. Por ejemplo, yo que soy de Oviedo pienso en La Regenta de Clarín: ese amor imposible tan cursi y trasnochado me interesa. En el fondo es imposible que yo esté con Claudia haciendo este trabajo, pero es lo mismo que rezar a un dios que no está más que en nuestra cabeza. Si crees que lo que te inspira está a tu lado, en cierto modo lo está”.
Copying Claudia reflexiona sobre el poder de la mitificación, y los credos que profesamos sobre las cosas que queremos. A nuestra elección, según gustos y pensamientos.
“Para mí era algo muy personal y visceral y no era fácil enseñarlo. Quería contar como había creado yo mismo mi icono todos estos años. Todos lo hacemos: son esas manías que te hacen raro. Pero lo que te hace parecer freak, si lo pules, te puede convertir en alguien especial”, explica Pachi Santiago sobre lo que le empuja a hacer Copying Claudia. “Sobre esa idea, la obsesión, he querido trabajar. He querido ir más allá de las copias y las fusiones. No se trata de convertirse a uno mismo en su icono. Se trata de lo que te empuja a adorarlo”.
Copiar a Claudia y vivir a Schiffer
En base a esto se establecen dos discursos distintos enmadejados en las mismas paredes. Copying Claudia habla de la copia como poder de expansión de iconicidad, tal y como estampitas o cruces no pierden su significado “mágico” por mucho que se vendan copias de copias. Pero también sobre como ese poder influye en nuestra vida. “En esta exposición he llevado a Claudia a mi vida personal. De repente me imagino como la musa cuando te viene la inspiración: se proyecta en la pared de un barrio, o estoy en la montaña y de repente aparece en el bosque. Eso es Living Claudia”, explica Santiago sobre la vuelta de tuerca de la exposición.
“Copying Claudia es la copia y la fusión pura y dura. Parecerme a ella, y buscar un híbrido, un nuevo personaje creado de la mezcla de las facciones de los dos. Mientras que Living Claudia es cuando va más allá: cuando estoy en mi barrio con mi familia en una calle y su idea aparece, en el campo, cosida a una montaña... No es más que la inspiración. La eterna relación entre artista y musa”.
“También es necesario no ver la obra como la locura de un fan, casi psicópata, que está obsesionado con esta modelo. Para mí ella es una pieza de arte sobre la que construir. Un lienzo en blanco sobre el que pintar”, define.
Para expresarlo, era necesario apropiarse de lenguajes que fueran con el tono de la obra. “Claudia es modelo, así que es obvio que utilice el lenguaje de la moda y su manera de posar. El objetivo era recrear una nueva historia partiendo de esos modelos prefabricados”.
La moda y la religión también son mundos cercanos para el autor. “La moda crea estereotipos que queremos alcanzar. Aunque a veces son imposibles. ¿Qué son las deidades si no? El ser humano, desde tiempo remotos adoraba una perfección imposible de alcanzar. De alguna manera estas celebrities y estos estilos representan esto: esa adoración”, resume Pachi Santiago.
Cinco años para contar la inspiración de veinticinco
La exposición en sí, como proyecto, comienza hace cinco años en Madrid. “En aquel momento trabajaba mucho con actores, y veía como se ponían en la piel de alguien que no eran por pura inspiración, así recrear a Claudia aparece de forma natural”, explica el artista ovetense.
Pero en realidad viene de mucho más atrás. “Realmente comenzó hace veinticinco años, la primera vez que vi a Claudia en televisión. En aquella época había creado un amigo imaginario, una especie de ninfa que vivía en un universo paralelo, con monstruos y cosas muy locas”, recuerda Pachi. “Y me acuerdo de ver a Claudia en la televisión y decir 'este es mi personaje'. Tendría nueve años, y fue como una catarsis. Hoy, claro, lo ves como una visión infantil. Pero el caso es que volvió a mí en un determinado momento y aposté por él. Y fue mi proyecto de final de carrera”, describe con una sonrisa.
Para recrear aquella visión infantil de una manera reflexiva y rigurosa no podía recurrir al fotomontaje obvio. “Me parecía correcto que yo me pusiera en la piel de Claudia. Así comprendí que todos estos años ese personaje imaginario me había acompañado, y encarnarlo era encarnar con honestidad lo que hago y las cosas que me gustan. Reivindicar esas dosis de imaginación que te inspiran cuando eres un niño, sin avergonzarte. Da igual que sea una mujer, y tal. De eso iba”, cuenta.
“Toda la exposición gira en torno a la transformación, sin atender a sexos. En el fondo es transformarte y disfrazarte para saber quién eres. No es ponerte un disfraz para convertirte en otras personas, sino que el disfraz es un elemento vulnerable para encontrarte a ti mismo”. En el fondo, Copying Claudia no va de un artista que reflexiona sobre ser alguien que le gustaría ser, sino descubrir quiénes somos a través de lo que nos gusta ser.