Manuel Segade: “El Museo Reina Sofía debe escuchar más, no solo dictar”

Peio H. Riaño

9 de junio de 2023 23:15 h

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Manuel Segade sale a los medios dos días después de su nombramiento para explicar qué planes de futuro tiene para la segunda institución cultural más importante del país. A diferencia de los dos últimos nombramientos que el Ministerio de Cultura ha realizado en los museos públicos españoles, Isabel Izquierdo en el Nacional de Arqueología y Andrés Gutiérrez en el de América, Segade ha preferido difundir el proyecto con el que fue elegido por la comisión de expertos nombrados por el Patronato del museo para dirigir la institución los próximos cuatro años. Con sus primeras palabras, ha querido poner distancia de la anterior etapa, protagonizada por Manuel Borja-Villel, y a este periódico ha llegado con una declaración contundente: “No soy un director de transición como he escuchado por ahí”. El rumor al que se refiere le señala como discípulo de Borja-Villel y seguidor de sus prácticas museísticas, pero él se ha adelantado a cortar por lo sano.

Segade es rápido y directo, habla sin miedo porque no va a tropezar con alguna pregunta de lo que no quiera hablar. Incluso se atreve a responder sin paños calientes sobre su relación con el PP madrileño. Durante casi una década, ha sido director del centro CA2M de Móstoles y asegura que no ha tenido ningún problema con el mismo equipo de Gobierno de la Comunidad de Madrid que censuró a la artista Sandra Gamarra. En septiembre de 2021, bajo responsabilidad de la consejera Marta Rivera de la Cruz, se dio la orden de retirar los términos “racismo” y “restitución” de la exposición que cuestionaba la idea de la “hispanidad” en la sala Alcalá 31. “Lo de Gamarra lo viví de lejos y en el CA2M jamás hemos vivido un episodio de censura. Hemos trabajado siempre con toda libertad. De hecho, al tiempo que ocurría eso en Alcalá 31, nosotros teníamos expuesta a Daniela Ortiz. Episodios como este son más propios de la torpeza de una persona que de una realidad”, señala Segade sin dar nombres.

La política de los museos

Así ha llegado el nuevo director al centro, en plena campaña electoral, con fuego cruzado entre todos los partidos. Unas horas antes de hacerse público su nombramiento, el PP cargó contra él a un mes y medio de las Elecciones Generales. Borja Sémper y Andrea Levy se encargaron de descalificar el proceso y cuestionaron la credibilidad democrática del mismo. “Yo aprendí de Pepe Guirao, en las reuniones que manteníamos en la Asociación de Directores de Arte Contemporáneo de España (ADACE), que si no queríamos hacer pedagogía y trabajar mano a mano con los políticos lo mejor era que no trabajásemos vinculados a las instituciones públicas. Es posible hacer programaciones implicadas con la sociedad y con los públicos y hacerlas respetar por la clase política. La cultura es un bien público que todos los partidos están protegiendo. No tendré ningún problema después del 23J”, sostiene Segade ante la posibilidad de un cambio de Gobierno al poco de asumir su cargo.

Es posible hacer programaciones implicadas con la sociedad y con los públicos y hacerlas respetar por la clase política. La cultura es un bien público que todos los partidos están protegiendo. No tendré ningún problema después del 23J

Admite que las injerencias políticas en la autonomía de la gestión de los museos públicos es algo que sucede en España porque “somos una democracia joven”. “Y nos queda mucho trabajo por hacer. A eso deben contribuir las instituciones culturales. Tenemos que ser capaces de generar procesos de baja institucionalidad, donde la gente puede participar en el museo, con comunidades a las que se les permita mantener un diálogo real con la institución. Generar escuchas es fundamental. El Museo Reina Sofía debe escuchar mucho más, no solo dictar”, explica por teléfono, pero no desde su nuevo despacho. En los próximos días se mudará de despacho, desde Móstoles a Atocha. En centro de la capital, donde las papas queman. “Pues creo que allí he aprendido de resiliencia y de resistencia. En Móstoles he estado pegado a la calle, conozco a los públicos del museo, me siento con ellos, me acerco a las actividades… Esa experiencia de calle es una herramienta elemental. Creo que es muy importante que el museo sea más amplio y todavía mucho más inclusivo”, añade Manuel Segade.

El historiador del arte de 46 años responde al perfil de los conservadores de la generación precedente, que se hicieron cargo de los museos. Borja-Villel tenía 51 años cuando llegó al Reina Sofía; en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Guillermo Solana, de 63 años, asumió la dirección en 2005, con 45 años. Miguel Zugaza fue nombrado director del Prado en 2002, con 38 años, y se mantuvo en ella casi 15 años, hasta 2016. Miguel Falomir tenía 52 años cuando lo sustituyó.

Contra el discurso único

El Museo Reina Sofía necesita una dirección que entienda y conecte con los nuevos lenguajes y nuevos públicos. Y sobre todo, rompa con el discurso único. “Muy pocos comisarios de mi generación tuvieron línea de currículo en el Reina Sofía. Esto te indica todo”, apunta. De hecho él tampoco tuvo esa oportunidad.

“El sistema implantado es para que el protagonismo se lo lleven el director y la jefa de colecciones”, informaron a este periódico en su día varias fuentes del museo. A lo que se refiere Segade y los trabajadores del centro es que Manuel Borja-Villel fue el comisario que más repitió a lo largo de los 15 años de su dirección del museo: casi 30 exposiciones llevan su firma. En 2017 batió sus propios récords y organizó cuatro (dedicadas a William Kentridge, Soledad Lorenzo, Lee Lozano y Rosa Barba). En 2018 volvió a repetir con otras cuatro (Poéticas de la democracia, Mairy Baghramian, Eusebio Sempere y Dora García).

Hay un trabajo fundamental en la recomposición interior. Quince años en una institución y en unos modos generan un montón de exclusiones, sobrecargas, etc

“Ha sido uno de los aportes capitales al CA2M: todos los jóvenes comisarios españoles han pasado por el centro. El Museo Reina Sofía necesita más polifonía y es algo muy demandado por la escena de nuestro país. No habrá una sola voz, sino montones de ellas”, avisa Segade. Por cierto, el nuevo director cree que el museo necesita un director comisario y director gerente. “La dirección debe amarrar ambas cosas. Tiene que ser un trabajo muy común”, indica. Es consciente de la estructura administrativa que hereda, con una plantilla de casi 500 personas, dice, y con los departamentos de conservación desmantelados. No hay nadie que se encargue de la colección de Pablo Picasso desde hace cuatro años. Va a trabajar para que los departamentos estén “mucho más ligados y que haya mas transparencia en el museo”. “Hay un trabajo fundamental en la recomposición interior. Quince años en una institución y en unos modos generan un montón de exclusiones, sobrecargas, etc. Todo el mundo quiere personas más afines en su equipo. Además, creo que la gestión emotiva del equipo es fundamental. Hay que trabajar con el equipo y recomponer el peso fundamental de su estructura funcionarial. Para mí esto es muy importante. El cómo es tan importante como el qué”, indica a elDiario.es.

Para mí su pensamiento forma parte de mi ADN del arte contemporáneo tanto el feminismo, como la lucha de clases, como los procesos de descolonización

Sobre la ausencia del artista español, explica que es imposible jugar en la liga internacional sin mirar afuera, “pero no debemos olvidar que los artistas españoles y nuestra escena viven de ese intercambio”. “Sí creo necesario poner en valor más cosas propias. Hay muchos otros relatos agazapados en la colección. Por eso es muy importante, con las herramientas de diálogo, establecer un consenso de un relato necesario: nombres impepinables para definir el arte español”, asegura y avanza que tocará la propuesta narrativa de Borja-Villel de las colecciones del museo.

“Cualquier canon es revisable y todo consenso es efímero. Prefiero plantearlo democráticamente, con una participación activa. Que el museo escuche, no solo dicte. Por eso como institución democrática, los museos son un instrumento para generar condiciones materiales de igualdad. Mi formación viene de Griselda Pollock. Para mí, su pensamiento forma parte de mi ADN del arte contemporáneo tanto el feminismo, como la lucha de clases, como los procesos de descolonización. Para mí el discurso de género es fundamental. Efectivamente, hay pendientes muchas restituciones que ejecutar. El arte es una suma de minorías”, sentencia Segade antes de colgar.