Capturar imágenes no siempre fue tan fácil. Hubo un tiempo en el que los disparos estaban limitados, cuando la frase “ya lo arreglamos en Photoshop” no valía y había que esperar mínimo 24 horas para ver los resultados. A pesar de ello, no es algo que pertenezca al pasado: la fotografía analógica todavía está viva y es, para muchos, la opción preferida. Pero, ¿qué sentido tiene mantenerla en plena era digital?
“Tiene una atmósfera que es propia de lo analógico. Por mucho que lo intentes, eso no lo puedes conseguir con digital”, explica a eldiario.es la fotógrafa profesional Rocío Gavala. “Ahora tú haces la foto y ya está. Lo único que puedes hacer es revelarla digitalmente. Pero no es lo mismo, no te manchas las manos”, continúa.
En la exposición Semblanzas de un río, que contaba en Sevilla la lucha por preservar las marismas del Guadalquivir, Gavala decidió prescindir de cámaras de última generación y optar por técnicas tradicionales. “Lo hice en analógico porque también quería expresar la relación entre el hombre y la tierra”, explica. Añade que “esto se muestra tanto en la propia imagen como en el propio proceso al tomarla”.
En el caso de Rocío Gavala, la técnica fue la aplicación de emulsión líquida que, como ella misma explica, “es un producto químico que echas sobre una superficie para volverlo fotosensible”. Este método también aumenta la incertidumbre sobre el resultado, ya que ni el mismo fotógrafo conoce el final de su creación. “A la hora de pasar el químico con el pincel, no sabes exactamente cómo va a quedar o va reaccionar el papel”, afirma la autora. Esto ocurre porque, en el lienzo, al tratarse de algodón artesanal, hay partes que tienen más fibras y que absorben más cantidad de químico.
Manuel Moraleda es otro autor que prefiere técnicas tradicionales frente a los avances digitales. A pesar de los progresos tecnológicos, Moraleda cree que “una fotografía analógica tiene un grano y una textura particular, que le da más cuerpo. En cambio, la digital es totalmente plana, lo cual le quita profundidad”. Así, la apariencia es la razón clave para optar por este formato. “Nunca me he planteado dar el salto a lo digital por cuestiones estéticas”, menciona el fotógrafo que utiliza siempre la misma cámara: “una Canon EOS 5 con carretes de marca Ilford”.
El renacer de lo clásico
“A nivel técnico, no hay ventajas sobre lo digital”, comenta Moraleda. Para el fotógrafo, lo importante es “lo que implica usar un carrete”, ya sea en el revelado o a la hora de hacer la foto porque, “cuando aprietes el botón lo tienes todo mucho más claro”
Por ello, lo analógico continúa captando adeptos en un mundo digital. Ejemplo es el festival Revela-T, que cada año congrega exposiciones de profesionales amantes de la fotografía química.
La pasión por las fotos de carrete no solo alcanza a especialistas del sector, sino también a usuarios que desean inaugurarse en estas técnicas. Esto ha provocado la vuelta de un mercado clásico que se creía muerto por los avances del sector, y en el que poco a poco se abren camino nuevas tiendas especializadas
Es el caso de Sales de Plata, un local situado en Madrid exclusivamente dedicado a apasionados de las imágenes con carrete. “Lo comenzó mi socio, Cristóbal, que creó un blog donde hablaba de las cámaras analógicas que iba comprando”, explica Marta Arquero, administradora de la tienda, a eldiario.es. Así, tras notar el creciente interés del público, “se dio cuenta de que había una carencia en el mercado español de un espacio dedicado exclusivamente al tema de la fotografía química”, añade Arquero.
La responsable de Sales de Plata señala que existe una tendencia al alza en la vuelta a lo tradicional. “Desde que empezamos hace cinco años hemos notado un subidón de gente interesada en el tema analógico”, menciona. Y aunque el factor nostálgico continúa presente, la fotografía química no está relacionada con la edad. Según Arquer, “hay gente de 18 hasta 80 años, que continúan disparando con su cámara de toda la vida” incluidos aquellos que “nunca vivieron la fotografía de carrete” y que están libres por lo tanto del factor nostalgia.
Filosofía “hazlo tú mismo”
Además, las creaciones artesanas vuelven a ganar importancia en ciertos establecimientos donde organizan cursos para aficionados. “Mucha gente está empezando a tejer, a hacer cerámica, y esto tiene que ver mucho con la fotografía analógica”, afirma la encargada de Sales de Plata, sitio donde también enseñan a revelar. Con ello, el creador de la imagen “puede estar presente desde que mete el carrete en la cámara hasta que lo revela en el cuarto oscuro”, explica Arquero.
Así, a pesar de que supone un trabajo adicional, los métodos tradicionales siguen teniendo un valor añadido. En la misma línea, la fotógrafa Rocío Gavala asegura que “estamos en una época en la que la gente quiere volver a las manualidades”. Añade que “están de moda los huertos comunitarios, el 'hazlo tú mismo', y creo que la fotografía también se puede incluir ahí”.
Manuel Moraleda, que opina igual que su compañera, matiza: “Cuando se ha asentado un poco lo digital, siempre hay un punto de volver al pasado”. Algo que no ocurre solo en el sector de la fotografía, sino también en otros como el de música, las series de televisión o la ropa. “Por eso mismo también se han puesto de moda las gafas de los 70”, dice el fotógrafo.
Al tener que dedicar más tiempo y esfuerzo para obtener resultados, la fotografía analógica representa lo contrario de una sociedad que, como manifiesta Moraleda, “vive acelerada y preocupada por la gestión de las horas”. Para muchos, ese es el principal atractivo de volver a lo clásico. La responsable de Sales de Plata añade que “es un proceso más meditado. Te ayuda a pararte, pensar y no disparar la misma foto diez veces”. Además, sostiene que “algunos clientes nos hablan de que es un poco como terapia mindfulness, porque te hace concentrarte en ese momento”.
¿Una afición cara?
La afición por la fotografía analógica supone un gasto añadido: hay que pagar por cada imagen adicional. Al tener que comprar y revelar cada carrete, los costes con respecto a lo digital aumentan. No obstante, como apunta Marta Arquero, la ventaja es que existe un gran mercado de segunda mano y que “una cámara buena analógica la tienes por menos de 100 euros, cosa que en digital no ocurre”.
Además, al ser un proceso manual, existen formas artesanales de ahorrar. Según la fotógrafa Gavala, “los carretes son caros, pero si utilizas blanco y negro puedes revelarlo en casa”. Así, tras conocer los pasos necesarios para positivar los negativos, no es necesario acudir a ninguna tienda especializada. “Por un kit de productos químicos de unos 50 euros puedes revelar muchos carretes”, asegura la profesional.
Aunque las escuelas oficiales han retirado de sus planes de estudios de fotografía la parte dedicada al laboratorio, lo analógico supone otra opción diferente y complementaria a los avances digitales. Aun así, no queda claro si el auge de lo vintage es algo pasajero o, si por el contrario, ha llegado para quedarse. “Espero que sea una moda, pero que se perpetúe porque se enganchen a ello”, dice Arquero.
Marcas como Fujifilm o Polaroid intentan aprovechar esta tendencia con cámaras de película fotográfica instantánea. De hecho, el carrete Fujifilm INSTAX es el producto fotográfico más vendido en Amazon.com. Mientras que muchos se debaten entre cámara réflex o sin espejo, el futuro de la fotografía también parece tener un hueco para su vertiente original: la analógica.