El artista Santiago Sierra, en colaboración con Eugenio Merino, presenta una nueva obra polémica en esta edición de ARCO, que arranca oficialmente este miércoles 27 de febrero. Se trata de un 'ninot' gigante del rey Felipe VI de una altura de cuatro metros y que, por contrato, arderá en un año.
Así lo ha explicado la propietaria de la galería italiana Prometeo, Ida Pisani, a Europa Press. Según ella, esta obra es “la de un ninot como otro cualquiera” y se venda a quien se venda el comprador -la obra tiene un precio de 200.000 euros- estará sometido a un acuerdo contractual según el cual la pieza de arte escultórico “arderá y solo quedará la calavera”.
Ninguno de los dos artistas responsables de la obra es nuevo en ARCO: Eugenio Merino expuso en 2012 una polémica escultura de Franco hecha mediante cera, reposando en el interior de un congelador. Santiago Sierra, por su parte, el año pasado vio como la feria de arte retiraba una obra suya por retratar a Oriol Junqueras y 'los Jordis' como “presos políticos”.
Pisani ha contado a Europa Press que trabaja a menudo con Sierra y que cree que “más que un artista político, es un artista comprometido con la realidad”. También defiende que la decisión fue consensuada con los artistas y que no ha pensado en la polémica. De hecho, los reyes visitarán la la feria el jueves 28, día que se inaugura oficialmente esta edición de ARCO.
Además, la figura está enteramente perfumada con la fragancia Dark Blue de Hugo Boss “porque es el perfume que usa el monarca”. Mide más de cuatro metros y, de hecho, sobresale del stand de la galería Prometeo, situada en el pabellón 9 de Ifema.
Por ahora, los artistas aún no han hecho declaraciones. Santiago Sierra, cuando su obra Presos políticos en la España contemporánea fue retirada del estand de Helga Alvear, emitió un comunicado en el que consideraba que la decisión dañaba “seriamente la imagen de esta feria internacional y del propio estado español”.
El artista, además, añadía que añade que el acto era “una falta de respeto hacia una galerista como Helga de Alvear, que participó en su puesta en marcha, así como hacia la madurez e inteligencia del público”. El escrito concluía señalando que la censura y la retirada de la obra eran actos que “dan sentido y razón a una pieza como esta, que precisamente denunciaba el clima de persecución que estamos sufriendo los trabajadores culturales en los últimos tiempos”.
Eugenio Merino, por su parte, fue responsable de una de las obras con más controversia de la edición de 2012. El autor colocó un fiel representación de Francisco Franco que contaba con todo lujo de detalles. Y, como metáfora de su perfecta conservación, la estatua estaba colocada en un frigorífico. Merino fue denunciado por la Fundación Francisco Franco, pero ganó el pleito.