Incluso los pobres de espíritu se vuelven más inteligentes después de un gran dolor, decía Fiódor Dostoyevski. Se puede explicar así que la Alemania derrotada en la Primera Guerra Mundial, con la hiperinflación más alta de su historia, con peleas callejeras entre bandos ultras que terminaban en muertes y con varios intentos de golpes de Estado, sea la misma de la Bauhaus, del cine expresionista, de Thomas Mann o de Bertolt Brecht. En este periodo de oscuridad e incertidumbre, la República de Weimar (1918 - 1933), pero también de desbordante creatividad y cuna del pensamiento, se centra la exposición multimedia Tiempos inciertos. Alemania entre guerras de CaixaForum, disponible desde el jueves 17 de octubre y hasta el 16 de febrero de 2025.
“Por su riqueza cultural, este periodo es comparado con la Atenas de Pericles (siglo V a. C.) o con la Florencia del Renacimiento”, recuerda Pau Pedragosa, comisario, junto a Chus Martínez, de la muestra. La exhibición reúne alrededor de 90 piezas, entre fotografías, pinturas, películas y esculturas, que se van alternando con información histórica que da cuenta de una era marcada por la contradicción entre barbarie y sofisticación cultural. El inicio de esa época es el fin de otra: el de la Europa imperialista —la exposición comienza con una recreación de un salón burgués de la belle époque— y el de la Gran Guerra. El resultado del conflicto no solo dejó desmoralizado al país germano, sino con una enorme deuda e inestabilidad.
Con la esperanza de un mejor porvenir, se fundó en 1918 una república basada en la razón, la democracia y la convivencia. La firma de la constitución erigida con esos principios se hizo en Weimar, ciudad natal de Goethe y del filósofo e historiador Friedrich Schiller, como símbolo de la construcción de un país humanista e ilustrado. “Al incluir el sufragio universal, Alemania tenía el estatuto más avanzado de su tiempo. Solo Finlandia y Noruega habían permitido este tipo de voto”, apunta Pedragosa.
Obras destruidas por los nazis
Este ejercicio de la ciudadanía por primera vez de las mujeres inspiró a creadoras a las que la muestra recuerda. Entre ellas están las escultoras Marg Moll, cuya obra fue destruida por los nazis, y Käthe Kollwitz, con la pieza Madre con dos niños (1932), en la que representa la angustia que le dejó la muerte de su hijo en la Primera Guerra Mundial. Aparecen también los trabajos de las fotógrafas Jeanne Mammen, quien reflejó el ambiente lésbico y andrógino en la subcultura de Berlín, y Marianne Breslauer, interesada en captar el movimiento, un objetivo perseguido por la Bauhaus.
El levantamiento de una Alemania democrática se vio truncado por la polarización y radicalización política en disputa sobre hacia dónde debía dirigirse la incipiente república. Eran constantes las trifulcas entre los extremistas y paramilitares de izquierda (la KPD) y los de derecha, con su grupo de exmilitares, Freikorps. Estos últimos fueron los responsables del asesinato del ministro Walther Rathenau y de los líderes de izquierda Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht; además, intentaron un golpe de Estado en 1920. Los atentados demostraban una sociedad fragmentada y desigual que fue motivo de preocupación para varios creadores, entre ellos August Sander, de quien la muestra recoge parte de su proyecto Hombres del siglo XX (1920).
Sander, perseguido posteriormente por el Tercer Reich, retrataba a cuerpo completo a quienes encontraba en las calles, desde campesinos hasta aristócratas, todos representados con la misma dignidad. Junto a sus instantáneas se proyecta en el CaixaForum Metrópolis (1927) de Fritz Lang, mítica película del expresionismo alemán que evidenciaba lo voluble que podría llegar a ser las masas. “En este contexto político convulso, muchos artistas se posicionan abiertamente y entienden el ejercicio del arte como una herramienta más para la lucha. La mayoría de los vanguardistas se movilizan en defensa de la izquierda revolucionaria con obras de crítica social y política”, detalla el cocomisario.
Los pintores fueron quienes más enarbolaron su compromiso ideológico con la creación del movimiento Nueva Objetividad. La tendencia involucraba forma y fondo con la representación de una realidad directa, sin embellecimientos ni idealizaciones. Tuvo como principales exponentes a George Grosz, Otto Dix y Christian Schad; los tres con representación en la muestra. Del primero, mordaz y agitador caricaturista que dejó una crónica fidedigna del Berlín de Weimar, se exhibe su serie litográfica Los bandidos (1922), en la que dibuja a ricos con monóculos exhibiendo sus trajes de pieles sin prestar atención a mendigos o mutilados por la guerra que viven en la calle.
Una de las salas de Tiempos inciertos hace coincidir los varios estilos pictóricos que convivieron en la República de Weimar. La Nueva Objetividad fue justamente una respuesta a la distorsión y subjetivismo del expresionismo —representado por Lovis Corinth y Karl Schmidt-Rottluff (del grupo Die Brücke)—, la rigidez estructural del constructivismo (El Lissitzky) y el anarquismo del dadaísmo (Raoul Hausmann y Kurt Schwitters). Al lado de todos ellos, los manifiestos y percepciones de la Bauhaus que perseguía un “arte útil”.
No todo fue incertidumbre y caos en la República de Weimar. Una reforma del sistema económico permitió al país recuperar el equilibrio social y político, con la creación de un nuevo banco, el Rentenbank, en 1923, y una nueva moneda, el rentenmark. Pero la época de bonanza terminó abruptamente con la caída de la bolsa en 1929, que afectó en gran medida a Alemania porque recibía apoyo económico de Estados Unidos y negociaba su deuda.
El ascenso del nazismo
El malestar social volvió a crecer y la crisis económica fue un argumento más para el discurso incendiario del Partido Nacionalsocialista, fundado en 1920. Su programa incluía la derogación del Tratado de Versalles, la retirada de la ciudadanía alemana a los judíos y el fortalecimiento de la “comunidad nacional”. La agrupación fue liderada por Hitler desde 1921 y culpaba a los políticos republicanos de haber traicionado y humillado a Alemania al aceptar las cláusulas de redención; prometía restaurar la grandeza del país germano poniendo fin a la inestabilidad. La quema de libros, proyectada en una de las paredes del CaixaForum, representa el fin del proyecto ilustrado y democrático.
La muestra propone relacionar los desafíos de Weimar con el presente en una última sala. En ella se reproduce un vídeo en el que diferentes sociólogos, periodistas y filósofos como Begoña Román, Patricia Simón o Miquel Missé ofrecen su visión desde el presente de las oportunidades y malestares del mundo actual. Argumenta Pedragosa: “Los tiempos inciertos despiertan monstruos y ahora estamos en transición hacia el mundo de mañana, desconocido, y las enseñanzas de Weimar pueden ayudar a conseguir un mundo mejor. Es curioso porque hace 100 años se fundaba la organización ultraderechista La Liga del Orden en Weimar y ahora es la ciudad donde más triunfa Alternativa para Alemania (AfD)”.