Ahora se lleva el perreo y los bailes carnales más descarados. Pero hubo un tiempo en que lo de pillar cacho estaba difícil. Tiempos gris marengo. Tiempos de rosario, excomunión y pasiones reprimidas por la Santa Madre Iglesia. Tiempos de miseria en todos los sentidos, culpa de una posguerra que duró más de la cuenta, donde las clases dominantes actuaban como si el pueblo estuviese falto de cadenas. Fue aquí donde los boleros de Armando Manzanero encontraron su qué y su porqué.
Armando Manzanero compuso una montonera de ellos para que las parejas bailaran arrimadas y los cuerpos desatasen la explosión hormonal a través de las ropas. Hay que hacerse cargo, los bailongos de entonces eran la única manera que se tenía para acercarse más allá de lo permitido. Boleros como “Adoro”, “Te extraño”, “No sé tú”, “Esta tarde vi llover” , “Somos novios” o “Llevátela”, forman parte de la memoria sentimental de una generación que, en el último año, se ha visto mermada por culpa de la mala sombra de esta pandemia.
Como si el hombre que puso la banda sonora al llamado 'baby boom' también fuese culpable de vivir, se nos ha marchado con todas aquellas parejas que, en su día, escribieron a la cigüeña tras el calentón de sus boleros. Se hace triste pensarlo. Nuestros mayores se fueron con su música a otra parte.
Armando Manzanero dejó una buena montonera de temas que han interpretado un sinfín de artistas. Desde Paquito de Rivera a Diego el Cigala, pasando por Elvis Presley y su “It´s impossible” que no es otra canción que el tema “Somos novios” adaptado a la jerga yanqui. Cada vez que Elvis la cantaba en Las Vegas, gemían hasta las ruletas. Pero si hay un par de canciones de Armando Manzanero que me gustaría señalar, por lo que me toca, esas son: “Llévatela” y “Esta tarde vi llover”.
La primera la interpretó Moncho, el gitano del bolero, y recuerdo que cuando yo era micurria, mis padres la bailaban en el salón de casa, muy juntitos y con los ojos cerrados, siguiendo el compás del repiqueteo de los bongos. Yo los veía desde la puerta. Eso, junto con la voz cálida de Moncho cantando el bolero, son cosas que llevaré siempre conmigo. Por lo mismo, no hay vez que suene “Llevátela” que no sienta el bocado de la nostalgia y regrese al salón de un piso antiguo de Madrid, y vuelva a ver a mis padres, de jóvenes, bailar la pieza.
El otro tema es un bolero triste que el pianista Bill Evans hacía más triste aún. Está en algunos discos en directo de los que grabó en Tokio o en Buenos Aires con Eddie Gómez al contrabajo y Marty Morell a la batería. En “Esta tarde vi llover”, el discípulo de Erik Satie acaricia las teclas para soltar toda la melancolía posible a la que no hace falta poner voz. Conocí este tema en Madrid, en los años ochenta, cuando aún estaba descubriendo el jazz, y entraba en la tienda de discos de mi barrio para hacerme con los vinilos que había escuchado en el programa de radio que tenía el Cifu.
Hoy no está mi padre para invitar a bailar a mi madre en el salón, ni tampoco el Cifu con su programa de jazz. Los tiempos mudan continuamente y tampoco existe la tienda de discos de mi barrio. Por lo demás, yo tampoco soy el mismo de entonces. Tengo más recuerdos encima. Pero si hay algo que no ha cambiado en todo ese tiempo, algo que se ha mantenido fiel, ese “algo” ha sido la música de Bill Evans y, en especial, la interpretación que hace del bolero de Armando Manzanero; una melodía que parece hecha para el después, cuando los cuerpos se han alejado tanto que sólo queda sitio para la nostalgia. En fin.