La batalla contra la violencia de género también se libra en las redes

“Una de cada tres mujeres en el mundo habrá experimentado algún tipo de violencia a lo largo de su vida. Es un problema de proporciones pandémicas” asegura una reciente investigación publicada por ONU Mujeres –la entidad de Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer. Una impactante cifra que podría incrementarse significativamente a causa de la “ciberviolencia de género” ya que tal y como revela dicho informe “el 73% de las mujeres ha estado expuesta o ha experimentado ya algún tipo de violencia online”.

En la Unión Europea el porcentaje es del 18% entre mujeres mayores de 15 años, es decir, cerca de 9 millones de europeas reconocen haber sufrido episodios graves de violencia en Internet en alguna de sus múltiples formas, según apunta el estudio “Ciberviolencia contra mujeres y niñas: una llamada de atención mundial”.

El informe de la ONU recalca que el “cyber-WAG” (término anglosajón para denominar la ciberviolencia contra las mujeres y niñas) representa una evolución de la violencia de género que ya no sólo se restringe al ámbito del hogar, familiar o de la pareja. Asistimos a un tipo de violencia que se manifiesta en la Red de muy diversas formas, desde las tradicionales violaciones de privacidad online como son: el hackeo para conseguir información personal, suplantación de identidad digital, la vigilancia y seguimiento por geolocalización, spameo y acoso, e incluso el deseo manifiesto de querer causar un daño físico; hasta nuevos conceptos surgidos del traslado de la violencia de género a la esfera de las comunicaciones online como la porno-revancha, el sexting o el grooming, en el caso de los menores.

“Se trata de una violencia psicológica, que en cualquier caso puede hacer tanto o más daño que la violencia física”, señala Ianire Estébanez, psicóloga experta en violencia de género y creadora del portal Minoviomecontrola.org .Y es una violencia psicológica que traspasa los límites del ámbito privado.

“Ahora los insultos, el etiquetaje o la creación de mala fama se hace en la red y es público. Esa es la diferencia”. La definición de acoso se refiere tradicionalmente a “un daño causado de forma insistente y reiterativa contra una persona, pero en las redes lo que puede ocurrir es que esa insistencia no sólo proceda de una única persona sino que se sumen otras personas”, y es otra de las diferencias que encontramos en el ciberacoso, “entra en juego la viralidad y perpetuidad de los mensajes propias del medio, por lo que se crean bulos con más facilidad”.

“No nos paramos a pensar cómo nos estamos relacionando en las redes, que estamos compartiendo sentimientos en un espacio que a la vez de íntimo es público”, recuerda Estébanez, cuyo último proyecto 'CTRLa' promueve la educación emocional para el uso de las redes sociales. Así destaca la necesidad de “generar conciencia colectiva en torno a la idea de que cuando usamos las redes vivimos como en la vida real, y tenemos que hacerlo respetando también unos límites, como haríamos al relacionarnos en persona”.

Somos pésimos gestionando los abusos

A principios de año la revista The Verge se hacía eco de una conversación del Foro interno de Twitter en el que su CEO, Dick Costolo, asumía personalmente la responsabilidad por los constantes problemas de acoso y abuso que se dan en la plataforma. “Somos pésimos gestionando los abusos y trolls en la plataforma y lo hemos sido durante años” respondía el ejecutivo a un comentario de otro empleado que decidió trasladar a debate corporativo una polémica que se extiende con contundencia por esta y otras redes sociales donde los mensajes violentos y las amenazas de muerte se encuentran por miles a diario.

Costolo se reconocía avergonzado por los errores de la compañía y aseveraba que pronto se tomarían acciones contundentes para eliminar trolls. El pasado año, Twitter lanzó algunas herramientas para mejorar sus sistemas de denuncia de abusos y acordó una colaboración sin precedentes con el colectivo estadounidense WAM (Women Action & the Media) para realizar un proyecto piloto que identificara mejoras en las pautas de actuación de la compañía frente a las denuncias de abusos por cuestión de género.

“Reporting, Reviewing, And Responding To Harassment On Twitters” ha quedado, de momento, en eso: un experimento, como reconocían ambas partes. Y es que la falta de transparencia por parte de redes sociales como ésta, Facebook o Youtube, en lo que a medidas contra el abuso online respecta, especialmente en la violencia por razones de género, sigue siendo un motivo de estudio y denuncia.

Así lo manifiesta otra investigación de la APC (Association for Progressive Communications) que dentro de su campaña 'Take Back the Tech!' (¡Dominemos la tecnología!) rastreó las políticas que tiene cada una de estas redes sociales para denunciar y resolver casos de acoso o violencia contra las mujeres, incluido el acoso sexual online y las amenazas directas; así como sus respuestas públicas ante casos de abuso a nivel internacional.

El resultado de este análisis, '¿Qué haces respecto a la violencia contra las mujeres?' al que los usuarios podían contribuir siguiendo el hashtag #WhatAreYouDoingAboutVAW, fue un suspenso contundente para las tres plataformas en su “compromiso público con los estándares de derechos humanos”, El fin de las iniciativas de la APC no es sólo denunciar o visibilizar, sino que realmente las compañías del ámbito tecnológico, y que siguen estando dominadas por hombres, creen entornos de convivencia igualitarios entre hombres y mujeres.

La guerra contra las mujeres se ha trasladado a las redes sociales

“La guerra contra las mujeres se ha trasladado a las redes sociales a través del lenguaje, en forma de violencia simbólica, que no olvidemos es una violencia real porque lo virtual es parte de la realidad” afirma Graciela Atencio, periodista a la cabeza de Feminicidio.net, proyecto de documentación de casos de feminicidio en España y países de América Latina.

Con casi 24K de seguidores en Twitter (un 'K' equivale a 1.000 en la red social del pajarito) Feminicidio.net es un referente en la denuncia de “asesinatos a mujeres por el hecho de ser mujeres” y un ejemplo único de periodismo de datos con visión de género. Desde hace cinco años registran en Geofeminicidio, su instrumento de mapeo, hasta un total de 50 campos estadísticos distintos de cada mujer víctima de la violencia machista, de cada uno de los 648 casos contabilizados hasta el momento. Números que ocultan 648 historias personales de mujeres asesinadas, y a las que ellas quieren poner rostro.

Su discurso es certero contra el patriarcado y no pasan desapercibidas para la comunidad machista/masculinista que habita el universo del social media, por lo que la propia plataforma ha sufrido desde su nacimiento ataques sexistas e intimidatorios. “A los tres meses de estar online ya nos amenazaron de muerte, nos mandan fotomontajes que rozan el sadismo, cuando iniciamos la campaña contra el lobby de la prostitución y la trata nos empezaron a atacar con envíos masivos de mailing porno, en 2013 tumbaron la web dos veces...”, explica Atencio.

“La violencia simbólica es muy efectiva, es la que alimenta al maltratador para tener una justificación para después poder actuar”. Y se manifiesta a diario en Internet: criticando determinados artículos informativos –incluso comentando en masa desde distintos perfiles- para coaccionar a las mujeres a expresarse libremente o hablar de determinados temas; acosando, linchando o troleando a determinadas usuarias hasta forzarlas a abandonar las redes, o imponiendo sus discursos patriarcales. Por ello, la periodista no duda en que “las próximas batallas de la violencia genero se van a librar mayoritariamente en Internet y en las redes sociales especialmente”.

Del hashtag a la calle

Paradójicamente, “las personas que sufren ciberviolencia por lo general se sienten muy solas, pese a que los hechos ocurren en un espacio tan público como son las redes sociales” manifiesta Estébanez. Por su experiencia como psicóloga especialista en violencia de género y tecnología “cuando se es víctima de humillación tan pública es necesario una respuesta más social; por eso, en los casos en los que una persona ha recibido apoyo colectivo, si bien la violencia  no desaparece, las consecuencias son distintas para la víctima”.

En este sentido, la psicóloga opina que “las redes sociales nos están ayudando a movilizarnos”. “Antes como sociedad estábamos muy individualizados, pero a través de las redes vemos muchas injusticias; para visibilización las redes son una herramienta superpoderosa”.

En los últimos años las redes están siendo el terreno en el que paralelamente está floreciendo una comunidad cada vez más nutrida de colectivos e individuos concienciados con la defensa de los derechos de las mujeres y la lucha contra la violencia de género, cualquiera que sea su denominación. Comunidades de información, de apoyo y acción.

Este sábado se prevé una multitudinaria marcha por las calles de Madrid, que viene fraguándose desde hace meses en las redes con los hashtags #YoVoy7N, #MarchaContraViolenciasMachistas o #VivasNosQueremos. Un movimiento que empieza a tomar peso en España pero que mira a luchas feministas hermanas en Latinoamérica, especialmente alentado por el éxito de las últimas movilizaciones contra los feminicidios en Argentina, bajo el lema #NiUnaMenos, al que rápidamente se sumaron países vecinos como Chile y Uruguay y que han calado de forma viral en numerosos países americanos y europeos.

“En las redes no hay fronteras, el efecto de contagio es total. Para el 7N esperamos más de 100.000 personas, va a ser una marcha multitudinaria y diversa, porque se han sumado colectivos no sólo feministas”, explica la portavoz de Feminicidio.net, que participa activamente en la convocatoria de la marcha. “La lucha por los derechos de la mujer es una lucha global”.