La localidad zaragozana de Belchite conmemora el 80 aniversario de la batalla a la que da nombre, en la que quedó totalmente destruida, con unos actos por la memoria y la paz en los que homenajeará a los supervivientes de este dramático episodio.
La Batalla de Belchite tuvo lugar entre el 24 de agosto y el 6 de septiembre de 1937 en el marco de una ofensiva fallida del Ejército Popular republicano sobre la capital aragonesa pero en la que sí que lograron volver a tomar esta localidad, que contaba entonces con 3.800 habitantes y 1.200 casas.
Belchite se convirtió así, al igual que Guernica, Madrid, Teruel, Brunete o el Alcázar de Toledo, en uno de los principales escenarios del horror que asoló España entre 1936 y 1939.
La XV Brigada Internacional fue la encargada de acometer el asalto final a este enclave de la estepa aragonesa, con un resultado de casi 6.000 muertos entre civiles y militares y el pueblo completamente arrasado, hasta tal punto que después de la guerra, en lugar de reconstruirlo, Franco ordenó levantar (con mano de obra de prisioneros republicanos) el que se conoce hoy como “Belchite nuevo” junto a las ruinas del anterior, ahora convertidas en destino turístico.
Siete meses después, el pueblo fue tomado de nuevo por el bando sublevado, otra vez con un balance muy negativo.
Las ruinas del Pueblo Viejo son el escenario de estos actos, que comenzaron ayer, 1 de septiembre, con el concierto nocturno “1 piano y 200 velas” a cargo del compositor David Gómez, y que continúan hoy con el acto principal en torno a la música, la danza y la poesía, centrado en homenajear a los 163 supervivientes que permanecen aún en Belchite.
Entre ellos se encuentran desde un hombre que nació durante el asedio y que acaba de cumplir sus 80 años, hasta una mujer de 105 años. Todos ellos han recibido con agrado estas jornadas.
Todos tienen en común que, después de lo vivido, no quisieron hablar, se lo guardaron “para sus adentros”, creyeron que “lo más aconsejable” era convivir todos juntos y “pasar página”, apunta el alcalde, Carmelo Pérez, en declaraciones a Efe.
Quizá es por esto por lo que Belchite ha necesitado esperar 80 años para realizar su primer acto en conmemoración de lo sucedido aquellos oscuros días y ha tratado de que sea “lo más aséptico posible” y “para todos”, como deja claro el alcalde, porque “siempre a uno se le van las ideas a un lado y a otro”.
Por ello no pretenden dar el protagonismo a la batalla en sí sino a las personas que la vivieron como una manera de evolucionar, no olvidar y, a la vez, recordar lo que pasó.
Y es que la Guerra Civil sigue siendo hoy un tema “muy delicado” en Belchite, que por eso se quiere reivindicar como “lugar de paz”, espíritu con el que organizan estos actos, para concienciar desde la naturaleza destructora de la guerra y promover el respeto a la vida, el rechazo de la violencia y el fomento del diálogo y la solidaridad, mantiene el alcalde.
Mientras tanto, mientras Belchite sigue rumiando lo sucedido y cerrando sus heridas, la desgracia ha abierto una ventana de oportunidad para una zona tan olvidada del campo aragonés, que sufre como ninguna el drama del envejecimiento y la despoblación.
Además de la gran asistencia que prevén para estos actos, las rutas por el Pueblo Viejo recibieron 31.000 visitantes en 2016, cifra que se ha incrementado en cerca de un 25 por ciento en lo que va de año, por lo que la batalla ha dejado un cierto tirón que explotar en una zona donde no suelen abundar las oportunidades.
Las ruinas han sido las sustitutas forzosas de la riqueza arquitectónica previa a la contienda civil, a sus tres iglesias, a su convento, a su seminario y a su mudéjar aragonés, pero cada día atraen más visitantes, principalmente de Zaragoza, aunque también de todos los puntos de España.