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Obituario

bell hooks, la autora que recuerda a la clase media blanca que aún tiene deberes por hacer

bell hooks ha muerto. No, no hay una errata en su nombre: bell hooks (Kentucky, 1952), unas de las autoras feministas más importantes de las últimas décadas, se nombraba en minúscula porque lo importante, decía, era lo que escribía. Las ideas merecían las mayúsculas y no los nombres. Así que Gloria Jean Watkins, ese era su nombre de pila, tomó prestado el de su bisabuela (Bell Blair Hooks), le quitó las letras en grande y lo convirtió en su nombre de guerra. Con 69 años y enferma, hooks murió este jueves 15 de diciembre de 2021 en su casa, rodeada de familia y amistades.

Nos quedan la pena de la pérdida, y sus ideas mayúsculas, repartidas en más de 40 libros. hooks fue un exponente del llamado feminismo interseccional: sus teorías y aportaciones subrayan la necesidad de entrelazar el análisis y la lucha de género con la de la raza y la clase. Los tres sistemas están unidos y se retroalimentan y es necesario tener en cuenta y combatir los tres para erradicar verdaderamente la opresión, defendía.

La escritora sabía de lo que hablaba. Negra, de familia humilde, estudió en escuelas segregadas. Las vivencias se mezclan en sus textos con ideas, planteamientos audaces y también incómodos, y con muchas preguntas, explícitas o en el aire, que confrontan a quienes la leen. Puedes estar más o menos de acuerdo con bell hooks, pero su capacidad para abrir nuevos horizontes era incuestionable.

Esa interseccionalidad que la ensayista propugnaba se ha hecho más conocida en los últimos años, aunque sigue generando cierto conflicto, también dentro del feminismo. hooks apelaba a las mujeres blancas de clase media o, más aún, a un feminismo blanco que en muchas ocasiones ha tomado como medida de sus reivindicaciones a un sujeto de mujer que dejaba fuera la realidad y las necesidades de mujeres racializadas, pobres, lesbianas, trans, marginadas, precarias. 

“Si las mujeres utilizan su poder de clase o de raza para dominar a otras mujeres, es imposible alcanzar plenamente esta sororidad”, defendía. La sororidad no es posible si las mujeres no nos desprendemos de los sesgos de clase y raza que también nos atraviesan y que nos pueden llevar a dinámicas de poder o dominación de otras mujeres. hooks tenía también mucho que decir acerca del papel de los hombres en el feminismo; era una convencida de que su implicación era imprescindible para el cambio.

“La unión entre los hombres es un aspecto aceptado y afirmado de la cultura patriarcal. Simplemente se sabe que los grupos de hombres se mantendrán unidos, se apoyarán, harán equipo y pondrán el bien del grupo por encima del beneficio y del reconocimiento individual. La unión de las mujeres no era posible dentro del patriarcado, era un acto de traición, pero el movimiento feminista creó el contexto para que esta unión fuera posible. No nos unimos en contra de los hombres, nos unimos para proteger nuestros intereses como mujeres”, escribió en El feminismo es para todo el mundo (Traficantes de Sueños).

En los últimos años, sus ensayos se han traducido y publicado en España como un torrente, con un interés avivado por la explosión feminista del 8M. En las librerías pueden encontrarse Acaso no soy yo una mujer? (Consonni) -que se inspiró en el discurso con el mismo título de la activista negra del siglo XIX Sojourner Truth-, Teoría feminista: de los márgenes al centro (Traficantes de Sueños), Enseñar a transgredir (Capitán Swing), o Todo sobre el amor (Paidós).

Porque el mejor homenaje a alguien que quiso nombrarse en minúsculas para destacar sus ideas es leer los libros donde las dejó escritas.