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El saxo brasileño Leo Gandelman repasa la historia de la samba en Madrid

EFE

Madrid —

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Internet y la globalización han cambiado radicalmente el mundo de la música, y adaptarse a ello es todo un “desafío”, según el saxofonista Leo Gandelman, que “repasará” mañana en un concierto en el Price la historia de la samba, “el mejor producto de exportación cultural de Brasil”.

“Adaptarse a los nuevos formatos es todo un desafío y en los momentos de creación hay que preguntarse por el futuro, y cómo utilizar las nuevas herramientas que tenemos”, señala hoy Gandelman (Río de Janeiro) en una entrevista con EFE.

Así, el músico, a sus 60 años y tras más de 30 años en la industria, no mira atrás, piensa en lo que le queda por hacer, y valora el uso de nuevos formatos a la hora de ofrecer su trabajo al público.

“El presente es mi futuro, ya no existe la necesidad de un disco, ahora podemos hacer cosas diferentes”, comenta el saxofonista.

En esta visita a Madrid, en la que se subirá al escenario del Circo Price acompañado de su banda y del guitarrista brasileño Jayme Marques, hará un “recorrido histórico sobre la samba” desde los años 30, fecha en que aparece la primera grabación de este género, hasta los años 70.

No obstante, las melodías no serán “puramente folclóricas” sino que “reinterpretarán” clásicos de Noel Rosa, Baden Powell, Nelson Cavaquinho o Tom Jobim.

También incluirán algunas composiciones de Gandelman, que se engloban dentro del llamado samba jazz, variedad de la que es un gran exponente.

“Es un encuentro único y una posibilidad de mostrar nuestra música, a través de un repertorio variado, abierto, pero con la samba como base porque en Brasil todo comienza y acaba en la samba. Es el mejor producto de exportación cultural que tenemos”.

La samba tocada por brasileños, sostiene, es “una experiencia diferente, como tratar de hacer pulpo a la gallega en Sao Paulo: se puede, pero no es igual”, aclara.

El saxofonista, perteneciente a una familia de músicos y cuya formación fue clásica, admite que tras años forjando un “estilo propio”, lo único que quiere es hacer buena música y disfrutar de su libertad artística sin importar la forma.

“Los géneros sirven únicamente para la orientación del público”, aclara el artista que cambió la flauta clásica por el saxofón, que estudió en el Berklee College of Music entre 1977 y 1979.

Gandelman es ante todo un artista que apuesta por la calidad, y que solo diferencia entre dos tipos de música: “la buena y la mala”, la que se “hace con el espíritu”, y la que es “puramente comercial”.

“Ahora el acceso a la producción musical es muy fácil, cualquiera puede componer solo con apretar un botón, y, luego, muchas cosas se hacen solitas”, pero recuerda: “Lo que es bueno, se queda para siempre”.