Madrid, 6 mar (EFE).- A sus 80 años, edad que cumple este sábado, el historietista Carlos Giménez lo tiene claro: renunciaría a su obra cumbre, “Paracuellos”, a cambio de una infancia feliz lejos de los hogares de Auxilio Social, porque, reconoce a Efe, aún le produce una “envidia tremenda” escuchar historias con infancias felices.
Ésta es una de las respuestas que ha dado a las preguntas que, con motivo de su 80 cumpleaños la Agencia EFE ha pedido que le hagan algunas de sus personas más cercanas, esos amigos de su pequeño círculo social, familiares como su sobrina “Merchuqui” o pilares vitales como Marci (mujer que le cuida y atiende) quien le hace más fácil su día a día.
Personas todas ellas que han participado en esta entrevista coral para conocer más a uno de los cronistas de nuestra historia reciente, a uno de los padres del noveno arte patrio, un amigo de sus amigos, el “tio ye-ye”, el “maestro”.
Y si esta entrevista ha sido posible ha sido gracias a Carlos Pacheco, uno de nuestros autores más relevantes y pionero en conquistar la industria americana (en concreto Marvel), que es también amigo en mayúsculas de Carlos.
Para Pacheco, Carlos es “el autor definitivo”, el que fue capaz de crear “un maravilloso héroe con el que hacer soñar a los niños de una España oficial de Formación del Espíritu Nacional y Flores a María”.
PREGUNTA DE PACHECO.- ¿En qué se parece y en que se diferencia el mundo del cómic que soñabais construir con el que hoy existe? ¿Ves vuestra huella en el presente?
RESPUESTA DE GIMÉNEZ.- La realidad no suele coincidir casi nunca con lo que se espera. Los autores de la época de la llamada “apertura”, lo que no podíamos imaginarnos es que esta industria, la del tebeo, llegaría a empobrecerse tanto, a reducirse tanto, a llegar a tan poca gente. Y la parte buena es que los editores actuales se han acostumbrado a aceptar todo tipo de trabajos y de temas con absoluta normalidad.
En libertad, los autores, hemos ganado mucho, tanto como en economía nos hemos empobrecido. Yo recuerdo que algunas historietas que yo he llevado a ciertos editores, estos no las entendían, no sabían que es lo que yo quería decir con aquellas páginas tan raras.
- Para el también dibujante Josep María Beá, su amigo Carlos es “algo parecido a lo que fue John Lennon para los Beatles”. Alguien que de no haber existido hubiera hecho que la viñeta española “brillara con menos intensidad”.
P.- ¿Por qué, desde su aparición, has renunciado al ordenador como herramienta de trabajo?
R.- No es cierto que haya renunciado en ningún momento al ordenador. Utilizo el ordenador para todo lo que puedo excepto para dibujar. Para dibujar no lo he utilizado nunca ni lo pienso hacer. Gracias a esto he podido conservar en papel todos los originales de los dibujos que he hecho a lo largo de mi vida, lo que me permite, hacer exposiciones, regalarlos y sobre todo venderlos.
- Todos los días Marci visita al “maestro”, le hace de comer y se encarga de las tareas de este hogar donde vive y trabaja desde hace muchos años. Por eso esta mujer lo conoce muy bien, tanto que no duda en afirmar que Carlos es “único”.
P.- ¿Qué piensa el maestro cuando se levanta cada mañana?
R.- Gracias por lo de maestro. Cuando por la mañana abro los ojos lo primero que hago es ser consciente de la edad que tengo y remedando la canción de Serrat, me digo “Y bueno, pues un día más?”. A veces la tarareo. Después, mientras sujeto mis cuatro pelos en la ridícula cola de caballo que me hago, empiezo a redactar mentalmente las cartas que tengo que contestar, sobre todo las cartas de trabajo.
Después trato de recordar si ese día, la tostada con tomate, aceite y sal que tengo para desayunar va con jamón o queso. Y después, ya durante todo el resto del día, pienso en la página que tengo sin terminar encima de mi tablero de dibujo.
- Alfonso Fariza, o Alfonsito, es uno de esos amigos de la infancia que conserva el autor madrileño como el mejor de los whiskies, un compañero de vida que dice a Efe que “Carlitos” es la “innovación de la viñeta española”: “Sin Carlos la viñeta española estaría huérfana”.
P.- ¿Pensabas llegar a cumplir 80 años , y encontrarte tan bien?
R.- No. Cuando tenía 60 años un amigo de mi edad y yo hacíamos cuentas de lo que nos quedaba de vida. Yo calculaba que posiblemente duraríamos hasta los 70, y siempre añadía, “pero si dan propina pienso aceptarla”. Parece ser que la vida me está dando propina y yo la estoy aceptando encantado.
- Ana Salado es su ex mujer, y también una de las personas que más le conocen y le quieren, así como la madre de sus tres hijos (Carlos es padre de otro vástago nacido de una anterior relación).
Y es ella quien destaca una de las facetas menos destacadas de Giménez, la de la lucha que siempre ha liderado para dignificar el trabajo de los profesionales de este sector. Una batalla que finalizó con la llegada de la ley de propiedad intelectual de 1987, (norma que Giménez asesoró), donde vieron expresamente reconocidos sus derechos de autor.
“De no ser por él, no sabemos hasta cuándo los editores se habrían seguido quedando sistemáticamente con los originales de los dibujantes”, destaca.
P.- ¿Por qué un autor con una obra tan vital ha escrito una trilogía sobre la muerte?
R.- La primera vez que lo hice (“Crisálida”) fue aprovechando una idea que se me había ocurrido en un momento de desánimo, digo desánimo, no depresión, yo nunca me he deprimido.
He estado triste, enfadado, desilusionado, pero nunca deprimido, y la segunda vez (“Canción de navidad”) fue porque no pude resistirme al encanto del cuento de Dickens. Y la tercera (“Es hoy”) porque no hay dos sin tres y porque el tema me permitía hablar de cosas que yo quería tratar. El tema de la muerte es un estupendo tema para un cuentista como yo.
- A Mercedes Jiménez, o “Merchuqui”, como la llama su tío “ye-ye”, le “cuesta ser objetiva” cuando habla de él porque siempre fue su “tío moderno, comprensivo, bohemio”, pero también un artista que “dignificó” la profesión y que ha “aportado a la misma grandes dosis de memoria, corazón y sentimiento”.
P.- ¿Renunciarías a la serie “Paracuellos” a cambio de haber tenido una infancia feliz, lejos de los hogares de Auxilio Social? ¿Si no fueras Carlos Giménez el dibujante, que otro personaje te hubiera gustado ser?
R.- Por supuesto. ¡Ya lo creo! Cuando algún amigo me cuenta su infancia, con veraneos, con familia, con papá, mamá y hermanitos, con cariñito de hogar, siento una envidia tremenda. De haber tenido otra infancia habría contado otras cosas. Siempre hay cosas que contar.
Y si no hubiera sido yo me habría gustado ser el hijo de Carlos Giménez. Habría nacido en una casa con miles de tebeos, con miles de libros, de discos y de películas, con toda clase de materiales de dibujo y, además, mi padre seria dibujante de tebeos. ¡Jo!
- Enrique Ventura, uno de los dibujantes esenciales de la historia del cómic español y también amigo de Giménez, explica a Efe que para hablar de su amigo prefiere ponerse en la piel de Clarence, el ángel de la película “Qué bello es vivir”, para decir que si no hubiera existido Giménez “todavía estaríamos leyendo historietas en que a alguien le pegan un estacazo y los demás se ríen mucho”.
P.- ¿Crees en otra vida?
R.- No. En absoluto. Y tajantemente no creo en la existencia de Dios, ni el católico ni ningún otro. Y si realmente existiese dios, pienso que sería un ser despreciable pues siendo infinitamente sabio y poderoso (como nos dicen los curas), no puedo comprender como no evita las tragedias y las desgracias de tantos seres humanos.
Si yo fuera infinitamente poderoso y con capacidad para hacer milagros, desde luego en estos momentos el mundo no estaría sufriendo esta terrible pandemia llena de miedos, sufrimientos y muertes. Y no hace falta ser infinitamente bueno, con no ser un canalla ya es suficiente. Por favor, que no me cuenten cuentos.
Y si de amigos hablamos, en este ramillete también tenemos que incluir a Carlos González, uno de esos aficionados anónimos al cómic que todos los autores deberían de tener en sus vidas, y que destaca una curiosidad: “Carlos Giménez es una referencia en la viñeta española y tan curiosa que no ha tenido seguidores, no ha creado escuela, porque seguir a Carlos Giménez es imposible”.
Por ultimo, y tras recuperarse del coronavirus, el dibujante Adolfo Usero, ese amigo fiel al que Giménez ayudó a escapar de la casa de Auxilio Social de Paracuellos del Jarama donde estuvieron ambos internados, ha recordado a Efe cómo “Carlitos” ya era un “dibujante tremendo con ocho años”.
“Cogía una hoja de un cuaderno de rayas, la doblaba dos veces y hacía un cómic. Y yo le quería imitar, pero tenía menos paciencia, Carlos no jugaba al fútbol, solo le interesaba dibujar”, dice el también dibujante e historietista madrileño para concluir esta suerte de felicitación de cumpleaños.
Pilar Martín
(Recursos de archivo en www.lafototeca.com Códigos 4780905, 4780903, 4683401 y otros)