España está entre los únicos cuatro países de Europa –junto a Malta, Chipre y Rumanía– que no tienen un Centro Nacional de Fotografía. O mejor dicho: estaba. Este fin de semana el presidente Pedro Sánchez anunció desde Castilla y León su próxima creación en Soria, en respuesta a la exigencia europea de descentralizar el país. Los profesionales temen que su iniciativa responda más a esta necesidad política que a la de rendir tributo a sus fotógrafos. De aquí en adelante piden seriedad, apoyo y dinero.
Esta reivindicación llega 40 años tarde y con los fotógrafos demasiado cansados como para dejarse llevar por la euforia. “Es una buena noticia, qué duda cabe. Pero no queremos que se quede solo en un anuncio, como ha pasado otras veces”, reconoce Juan Manuel Castro Prieto, ganador del Premio Nacional de Fotografía 2015 y presidente de la plataforma que ha impulsado la creación de este centro. Castro Prieto se refiere a 2008 y 2010, dos años en los que las promesas políticas terminaron convertidas en papel mojado.
Con más recelo reacciona su colega y amigo Gervasio Sánchez, premio Nacional en 2009 y reputado fotoperiodista de guerra. “Me alegro de que lo que empezamos en pandemia, con una reunión patética con el anterior Ministerio de Cultura, haya dado un paso adelante”, expresa, pero también matiza que “en este país una cosa es prometer y otra llevar a cabo, y yo soy como Santo Tomás, tengo que ver para creer”. Una de las cosas que más preocupan a Sánchez es que, “al no pactarlo con los que vengan después, se lo puedan cargar”. Algo que no ha ocurrido pocas veces y que él conoce de primera mano con los vaivenes de la Ley de Memoria Histórica.
Si el principal centro de arte contemporáneo del país, el Museo Reina Sofía, se desinteresa de la fotografía, hay que buscar una institución que lo haga
Para evitar que se repita en este caso, la plataforma Centro de Fotografía e Imagen se ha puesto en contacto con autoridades de todos los signos. “Esto no es una cosa del Gobierno o de un color político”, asegura Castro Prieto. “Nos tienen que dar estabilidad para demostrar que la fotografía y el Centro Nacional son importantes para el conjunto de la sociedad”. Así no ocurrirán errores como el del archivo fotográfico de la revista Cambio 16, fundada en el tardofranquismo. Hace tres meses un viandante se topó con un lote de diapositivas en un contenedor y dio la voz de alarma. Los obreros del local de abajo habían bajado por error las cajas, pero Cambio 16 no quería deshacerse de ellos. “Cuántas veces habrá pasado y no nos habremos dado ni cuenta”, se lamenta el fotógrafo.
Esa será desde ahora una misión del Centro Nacional de Fotografía: coordinar los fondos de archivos que están repartidos por toda España, museos, centros, almacenes o trasteros de familias que no saben qué hacer y terminan deshaciéndose de ellos. “Es injusto cargar a los familiares de los fotógrafos fallecidos con un patrimonio enorme y caro de mantener”, dice Castro Prieto. Juan María Rodríguez, portavoz de la misma plataforma, asegura que “en el Rastro se encuentran maravillas que deberían estar cuidadas, ordenadas y estudiadas”.
Este último también ha acogido la noticia con optimismo, pero espera acciones. “El centro no puede quedarse en un envoltorio bonito con un lazo”, exige. Gervasio Sánchez también cree que “muchos espacios artísticos han invertido en el envoltorio y se han olvidado del contenido”. Los últimos presupuestos ya destinaron cuatro millones de euros para habilitar el edificio que acogerá el Centro Nacional de Fotografía. Ahora, los profesionales ofrecen un plan concreto que llene de vida este antiguo banco soriano y desde el que se resuelva esta deficiencia histórica.
¿Para qué sirve un Centro Nacional?
La fotografía ha sido tratada como una asignatura maría en la educación de los españoles. Como “el pariente pobre del arte contemporáneo”, en palabras de Gervasio Sánchez. Sin embargo, la única asignatura pendiente es la que tiene el Estado con una de sus expresiones artísticas más exquisitas y aplaudidas en el mundo. “Si el principal centro de arte contemporáneo del país, que es el Museo Reina Sofía, se desinteresa por nosotros, hay que buscar una institución que lo haga”, expresa el fotógrafo. “Jamas el Estado español ha hecho un trabajo serio”, critica el reportero.
“Hoy es un día de esperanza y lo que toca es trabajar en firme para que la promesa se haga realidad”, comparte Carmen Dalmau, profesora de fotografía en el EFTI de Madrid. “Uno de los logros de esta plataforma es que no solo hay fotógrafos ni Premios Nacionales, que están muy bien para ser el altavoz, sino que hay comisarios, profesores y críticos. No hay una única forma de entender la fotografía”, valora. De hecho, son más de 7.000 personas las que conforman la asociación, incluyendo a Cristina García Rodero, Alberto García Alix o Nicolás Combarro.
“No queremos un cementerio de imágenes. Los archivos pueden seguir donde están ahora pero se deben digitalizar para que, como ciudadanos y especialistas, sepamos lo que existe en España”, explica Sandra Maunac, comisaria independiente y miembro de la plataforma. “El eje principal es conservar, proteger, mirar al futuro y crear un espacio profundamente activo sin olvidar la investigación y la divulgación”. En definitiva, “potenciar actividades para que dejemos de ser unos analfabetos visuales”.
Esto no es una cosa de un solo Gobierno o de un color político, se tiene que comprometer y darnos estabilidad
En el decálogo propuesto por la plataforma dan una especial relevancia a la educación. “En Reino Unido tienen 78 grados de fotografía e imagen y aquí ni uno”, reivindica Rodríguez. “Los niños aprenden a leer antes imágenes que palabras, así que es clave darles esta visión temprana del mundo”, exige Gervasio Sánchez. “El Gobierno debe crear un área de conocimiento en la universidad y organizar becas”, pide Juan Manuel Castro Prieto. “Y si no las financia, al menos que las canalice”.
Las ideas, sin presupuesto, son solo tinta negra sobre un fondo en blanco, y creen que ha llegado el momento de presionar. “Hemos pasado de no recibir ningún interés al interés total”, advierte Sánchez. “Yo entiendo que el estado de ánimo es bullicioso y optimista, pero dedicándome al fotoperiodismo de conflicto, y viendo lo que pagan a mis compañeros, hace muchos años que perdí el optimismo”, expresa el profesional, para quien las instituciones “brillan por su ausencia”. Pero también tienen la oportunidad de cambiarlo.
Apostando por la España vaciada: ventajas e inconvenientes
La fotografía se suma a la formación profesional de alto rendimiento como las dos primeras instituciones creadas desde la descentralización. Estarán en Soria y Segovia, respectivamente. Las intenciones son buenas, ya que garantizan un “horizonte de progreso a todos los españoles, vivan donde vivan”. Pero, ¿qué opinan los profesionales?
Que no esté capitaneada por una gran capital, valga la redundancia, es un acierto y Soria es muy adecuada
“Es un medio satélite que pertenece a cualquiera que quiera usarlo, por lo que Soria me parece muy adecuada”, piensa Sandra Maunac. “Que no esté capitaneada por una gran capital, valga la redundancia, es un acierto”. Su compañera Carmen Dalmau es de la misma opinión. “Yo creo que todo son ventajas. Soria es dura en invierno, pero también maravillosa, pequeña y abarcable andando, lo que hace que las sinergias sean mucho más interesante”, dice poniendo de ejemplo el centro de fotografía de Arlés, en Francia, y de Braga, en Portugal.
Juan Manuel Castro Prieto es más realista y reconoce que se le pueden sacar aristas: “Tiene un edificio y una dotación presupuestaria, y la ciudad está muy entusiasmada por el proyecto, lo que es importante, aunque debe recibir apoyo institucional de cualquier signo político. Tiene las ventajas y los inconvenientes de cualquier ciudad pequeña”. También recuerda que Soria será el centro de operaciones, pero que la intención es crear una red nacional y conectada de forma online. En definitiva, pensándoselo mejor, reconoce que “es posible que el entusiasmo sustituya a los inconvenientes”.