En todos los festivales de cine se formulan hipótesis sobre por dónde podría ir la decisión del jurado teniendo en cuenta quiénes son sus miembros. El pasado Cannes rápidamente se rescataron las declaraciones de Ruben Östlund en una entrevista en la que decía que no le gustaba el cine humanista de Kaurismaki y todo el mundo tuvo claro que el cineasta finlandés no ganaría por su magistral Fallen Leaves. Este año, en la Berlinale, más que teorías todo el mundo se hacía una pregunta, ¿qué le gustará a Albert Serra?
El cineasta catalán posee una de las miradas más personales y radicales del cine actual. Películas donde la apuesta formal se explora hasta la sublimación y donde lo temático queda en un segundo plano. A Serra le gusta el riesgo, lo diferente, lo que explora los límites. Siempre que habla fulmina el 90% del cine que se rueda asegurando que es académico y dogmático. ¿Qué puede gustarle a Albert Serra en un certamen como éste, donde además las cuestiones de la agenda política y social tienen tanta presencia?
Pocos días antes de conocer el palmarés del jurado (después se sabría que el premio sería para el documental de Mati Diop), con una copa de vino blanco en la mano y con ganas de volver al montaje de su documental sobre la tauromaquia, Tardes de soledad, Serra atiende a elDiario.es en la capital alemana para comentar una edición de Berlinale que comenzó como solo él sabe, con polémica. Una periodista rescató unas declaraciones suyas de 2018 donde aseguraba que quería ser espía ruso y que admiraba a Putin. Se negó a retractarse y sus compañeros salieron en su ayuda. Tampoco la necesitaba.
¿Es la primera vez que ha sido jurado de un festival de 'clase A'?
Había estado también en Mar del Plata hace muchos años y en el de Tokio, pero es que es una cosa que no me interesa nada. Lo hago más por un favor, si la gente que me lo pide piensa que yo les puedo servir de ayuda para escoger las mejores películas, pues lo hago. Pero, sinceramente, no es una actividad que me encante.
Demasiado cine en poco tiempo.
Sí, es que es muy complicado, porque son películas muy diversas y muchas no son de mi estilo. Y luego discutir con gente con los que algunos pues sí, pero otros no tanto…
¿Se discute mucho?
Depende. Hay de todo, a mí no me gusta discutir. Hay cosas que son tan de sentido común… A veces puede ser enriquecedor, pero tienen que ser películas buenas, que den para poder hablar y para poder discutir, y de estas cada año no hay muchas. Entonces es difícil que sea una actividad 100% placentera.
Almodóvar contaba de su experiencia como presidente del jurado en Cannes que se dio cuenta de que no servía para política, no supo convencer. ¿Comparte esa sensación?
Sí, hay algo de esto. A ver, a mí sí me interesa convencer a alguien si es por el bien común, por el bien de la historia. Intentar que sea la mejor película. A partir de aquí, hay siete personas en el jurado y cada uno tiene su visión. No sé si es política, pero tampoco veo que la persuasión sirva de mucho.
Ser jurado de un festival no me interesa nada. Lo hago más por un favor. La gente que me lo pide piensa que yo les puedo servir de ayuda para escoger las mejores películas
Cuando uno es jurado me imagino que antes de empezar a ver películas piensa un poco qué es lo que quiere premiar, si es la película que más le gusta, la que piensa que mejor habla del momento… ¿Pensó en eso, en qué le gustaría que dijera el premio de este jurado?
Es una buena pregunta. Se interponen muchos factores. A mí, por ejemplo, el contenido de una película no me interesa para nada, pero hay a otros miembros del jurado, no todos, pero muchos, a los que el contenido les importa mucho. Entonces a veces es una conversación de sordos. Mucha gente también se pregunta si dar un premio a una persona ya famosa u optar por una persona que no lo es, esa es otra consideración. O premiar una película que no necesita ganar ningún premio o dárselo a otra que le puede favorecer para hacer una carrera o para que se vea a un realizador que tiene un potencial y que esto supondría un estímulo importante para él. Desde mi punto de vista, lo formal es lo que se tiene que premiar, pero cuando lo formal tampoco destaca tanto entre una película u otra, empiezan estas consideraciones. Cuando no hay una apuesta clara todo entra en consideración, lo quieras o no.
Y hay que llegar a un consenso…
Es un consenso que tampoco te representa tanto, porque a lo mejor lo que tú has conseguido dentro de ese palmarés la gente no lo sabe. Lo que queda al final son los premios importantes, es lo que acaba definiendo al festival de ese año, y a veces uno no tiene más remedio que resignarse, es ley de vida. Pasa aquí como pasa en todos los trabajos y en todas las cosas que son colectivas, que uno tiene que aceptar cosas con las que no está al 100% de acuerdo. Es lo que hay.
El primer día hubo esa rueda de prensa que fue tensa, con esa mención a sus declaraciones en una entrevista de 2018.
Tonterías. Hice una broma en una revista rusa. Dije que me gustaría ser espía ruso y que dejaría el cine. ¿Qué quieres que conteste a esas cosas? Ninguna pregunta fue sobre cine. Al otro le preguntaron de la extrema derecha, al otro sobre Israel, ¿nosotros qué tenemos que ver con todo esto? Es que no lo entiendo.
Al ser directores de cine se les pide que se posicionen sobre los temas de actualidad.
Sí, supongo que como a cualquier persona pública o a cualquier artista, pero personalmente yo nunca he hecho ninguna película política ni que tratara de esos temas, ni me interesa una mierda. Yo estoy con la cosa más formalista de la evolución de lo que define el cine contemporáneo. Cuando aquí en el jurado me hablan del tema o del argumento... Si yo ni me acuerdo de lo que ha pasado ni de lo que hablan. Ni me importa. De hecho, no miro ni he mirado nada del catálogo. No sé ni qué coño estamos mirando. Sabía que había una de Bruno Dumont porque lo leí o porque alguien me lo dijo. Todos van informados y saben qué director es, y yo entro allí y no sé ni cuánto dura. Bueno eso sí que lo miro, pero aparte de esto nada.
Casi sería mejor que todos los jurados fueran a ciegas. Menos condicionantes.
Claro. Yo puedo juzgar perfectamente cualquier película, cualquier imagen en segundos. De hecho, digamos que mi trabajo me ha hecho famoso por ello. Yo ruedo 500 horas de un tema muy heterogéneo y mi trabajo más fino, o uno de los más finos junto con la dirección de actores, es este, enjuiciar imágenes. Ver cuáles son sus puntos fuertes y cuáles son los débiles. Ver cómo esto puede combinar para crear sensaciones complejas, más acordes con la percepción de la vida y no simplificaciones en base a un guion tratando un tema tonto.
Hay mucha tradición aquí, en Berlín, de cine político reivindicativo y a mí es un tema que no me interesa para nada. Es que además me parece inútil, tiene un efecto nulo en ese pretendido objetivo infantil de concienciación. Las películas más preocupadas por el contenido político suelen ser en general las películas con un tratamiento más académico y formalmente más adocenado. Yo he seguido otras tradiciones. Para que una cosa sea políticamente subversiva siempre tiene que pasar por una forma subversiva, jamás por un tratamiento académico, porque te tratarán como un niño.
Hay mucha tradición en Berlín de cine político reivindicativo y a mí es un tema que no me interesa para nada. Me parece inútil y con un efecto nulo en ese objetivo infantil de concienciación
Entonces no sé si está de acuerdo con esa frase atribuida siempre a Godard de que un travelling es una cuestión ética, moral.
Claro que sí. Todas las decisiones formales impactan en la percepción de lo que tú estás viendo. Y a veces es una percepción desde la confusión, desde el éxtasis, desde la sublimación… hay mil formas de penetrar en la imagen que no responden necesariamente a la didáctica dramática de unos personajes que te están explicando algo sobre un tema. Hay miles de aproximaciones diferentes, miles de maneras de relacionarte con las imágenes que pueden crear un impacto, a veces físico, pero siempre pasa por esta cosa emocional. Mucha gente dice eso de ‘me ha emocionado’. A mí no me ha emocionado nunca una película, solo me emocionan estéticamente. Es que no sé ni qué quiere decir. Pensar que una cosa que es una ficción, te lo tomes tan en serio…
¿Nunca ha roto esa barrera, nunca se ha emocionado?
No. El efecto catártico puede existir, pero eso es, digamos, un efecto casi físico. Pero esto de emocionarse, o creerse lo que está pasando… hostia, es un poco infantil. Otra cosa es la fe. La fe en las imágenes. La fe en que las imágenes tienen una especie de certificado real y profundo, que certifican algo que pasó, pero esta fe no se puede confundir con la emoción por la historia.
En el documental Chambre 999 usted habla sobre el cine y habla de “la fantasía ineficaz”, no sé si es a esto a lo que se refería ahora mismo.
Exacto, es una fantasía que precisamente no sirve para nada. No te enseña nada. No aprendes nada, pero te crea una percepción del mundo compleja y siempre mantiene su vigencia, porque está hecha no con verdades ni con cosas sabidas, sino precisamente con lo desconocido. Y este desconocimiento, este misterio, se mantiene vivo en las grandes obras, que son imperecederas. Pero al menos tienes que tener la disposición de crear de esta manera. Hacer algo que te sorprenda a ti mismo. Este es otro de los grandes temas de mi manera de trabajar, la pérdida del control. La pérdida del control sobre lo que estás haciendo es un elemento esencialísimo, y de hecho es como trabajan todos los escritores. El escritor escribe personajes, pero luego estos van cogiendo una entidad propia que se escapa incluso del escritor que lo está creando.
En algún momento hay que volver a coger el control de la película, imagino.
Creo que no, y ese es el error. En el cine contribuye mucha gente, pasa por muchas etapas. La escritura es una persona sola escribiendo y es una de esas muchas etapas, y no puedes pretender controlarlo, domesticarlo o simplificarlo. La pérdida de control para mí es un elemento importantísimo y que definirá al cine. Esto mezclado con la inocencia, evidentemente, y con procesos de manipulación formal, ya sea de montaje, de posproducción, pero siempre con esta posibilidad de pérdida de control que nace también de que la película ya tiene un sentido, hay una homogeneidad al principio, que es el concepto de la película. Sobre esta base se puede acceder a esta premisa de la pérdida del control.
Ha mencionado la inocencia.
Es lo más importante para mí. Tú no tienes que saber nada de lo que estás haciendo. Análisis y creación no funcionan, excepto en fases como el montaje.
Es muy curioso porque normalmente cuando se dice que una película es inocente se usa como algo negativo.
Es la inocencia con la que tú te enfrentas a tus propias imágenes. Tú no sabes más que tus propias imágenes, y por lo tanto eres inocente. Cuando tú ya sabes más, entonces ya no eres inocente. Eres un vendedor de algo.
Hay mucho vendedor bueno.
Pero vendedor de productos malos. Malos vendedores de productos malos.
En esta industria hay buenos vendedores también.
Estos son los cínicos. Y por qué no, también habrá gente con producto bueno que no quiera vender su producto. Lo decía Marguerite Duras. Ella hizo una película y le preguntaron por ella y dijo: 'Acabo de rodar una pero no sé si se la enseñaré a nadie'. Viniendo de Duras, probablemente era un producto bueno y no quería ni venderlo. Es un tema de egos, que esto ocurre mucho en los jurados también, que mucha gente habla para escucharse a sí mismo. En todas las actividades humanas donde hay que decidir ocurre. Por eso yo digo que no discuto con nadie. No quiero hablar, no quiero hacer ningún debate. Como máximo una entrevista, pero esto de una mesa redonda con siete personas, y además con público… no sirve de nada. La gente solo habla, algunos para escucharse, y otros por vanidad, por la imagen que quieren proyectar de sí mismos. No hay ningún interés en el intercambio real de ideas, y esto lo vemos en todos los trabajos. Por eso Karl Lagerfeld decía que no hacía reuniones.
Lo más importante en el cine es la inocencia, no puedes saber más que tus propias imágenes
Ahora mismo está trabajando en el montaje de su documental sobre la tauromaquia, ¿cómo va?
Bueno, estamos empezando.
Yo pensaba que lo veríamos pronto.
Bueno, la veremos este año, eso sí. ¿Dónde y cuándo? No lo sé. A ver, no es verdad que esté empezando. Hay un proceso muy largo en todas mis películas, que es el visionado. Yo veo todas las imágenes que se han grabado, de todas las cámaras a tiempo real y voy analizando lentamente. Hablamos de 300 o 400 horas, y cada día puedas mirar seis o siete horas, pues ya puedes empezar a contar solo el visionado lo que representa. Es un proceso duro, pero una vez está hecho empieza ya el montaje propiamente. Y como son tan interesantes las imágenes que hago en general, por su misma pérdida de control, hay muchos elementos sorprendentes o genuinos. La cámara graba cosas que son invisibles al ojo humano. Entonces, es otro mundo nuevo y es muy bonito. Esta fase ya se ha pasado y estamos montando.
Antes ha dicho que no le interesa un tema político y ha hecho una película sobre la tauromaquia…
Yo solo la he filmado. Yo no soy el torero, ni el de la industria, ni nada. Yo solo pierdo con esto. Habrá gente que me odiará. Era un lujo totalmente innecesario, contraproducente para mí. No tenía ninguna necesidad de hacerlo. Pero era el único tema de documental que podía hacer. En el documental el tema es todavía más importante. A mí me gustan los documentalistas rusos y chinos, que hacen cosas que no son políticas porque son artistas, pero que la realidad política que suelen retratar es muy cruel y se la juegan. Se juegan incluso la vida y la carrera. Ellos sí que van en serio en esto y no podemos comparar lo que hacen ellos con eslóganes de tres al cuarto.
Yo no soy el torero. Yo solo pierdo con esto. Habrá gente que me odiará. Era un lujo totalmente innecesario, contraproducente para mí. No tenía ninguna necesidad de hacerlo
Usted que busca tanto la forma, en los documentales es más complicado.
A mí una cosa que me gusta en los documentales es cuando me pregunto, ¿cómo coño lo han hecho?, ¿cómo han llegado a grabar esto?, ¿cómo esta gente se ha degradado y se ha llegado a dejar grabar así?, ¿cómo han llegado a este grado de profundidad sobre un tema que tenía todas las barreras y no era posible pero lo hayan atravesado todo? Esta es la gran pregunta para mí, y es algo formal en el fondo. Evidentemente, hay temas en los que las barreras son superiores, pero aún así es un tema formal de cómo planteártelo, cómo convencer a la gente. Y es fascinante. Acepto otras formas de documental, pero el cine político, volviendo al tema de antes, para mí consiste, como punto de partida básico para encontrar algo interesante, en buscar lo malo de los buenos y lo bueno de los malos.
Es todo lo contrario a lo que se suele ver.
Sobre todo en el documental, porque hay como una buena conciencia que prevalece. Me parece muy ingenuo, porque formalmente no te va a dar nada interesante.
Y después comenzar a rodar la nueva película, Out Of This World, que ya se ha anunciado.
Aquí, en Berlín precisamente, hemos tenido unas reuniones importantes y se está trabajando con hipótesis. Parece que se rueda este año, a finales de verano, en agosto, pero eso se tiene que confirmar ahora, inevitablemente en 15 días como máximo. A lo mejor tenemos buenas noticias de que va para adelante. Creo que estamos cerca, hay unas posibilidades muy grandes. Yo creo que ya no se puede esperar más. De hecho estamos trabajando aquí con la gente que está preparando el rodaje, y hay una parte ya con fechas concretas de rodaje, incluso un plan de trabajo, pero ya sabes que con los americanos…
Es casi una profecía autocumplida, dijo en aquella entrevista que le citaron al comienzo de la Berlinale que quería ser espía ruso y la película va de un espía ruso.
Bueno, es una comedia. Es más, sobre la rivalidad entre Rusia y EEUU. Es algo casi sentimental. La historia es una fantasía. Mucha gente le recriminó a Tarantino que había cambiado la historia en su última película, pero es que el cine no es un libro de historia. En la ficción la gente va predispuesta a leer cosas que pueden ser mentira. Entonces hay un margen, pero es un gran debate, porque las imágenes tienen ese índice de realismo y sobre todo si se hace como yo, con buenos actores, con organicidad… pues te lo crees y te confunde. Tiene ese poder un poco maligno y muy absorbente.