Entrevista

Alex Garland imagina una guerra civil en EEUU: “Trump es un extremista que se ha apoderado de un partido convencional”

Javier Zurro

18 de abril de 2024 22:17 h

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Las distopías suelen plantear mundos futuros que nos alertan de dónde podríamos llegar si nada cambia. Las consecuencias del cambio climático, del auge de la extrema derecha… los miedos de una sociedad plasmados en forma de fábula para concienciar. El problema es que el mundo real ya está tan en destrucción que las distopías se han convertido en realidades. Ya no vale imaginar un mundo futuro corrompido, porque el presente se desenvuelve entre guerras, negacionistas, fascistas desatados y esa crispación que todos citan y que se palpa en el ambiente.

El cine de Alex Garland siempre ha sabido captar bien los temores y ansiedades del momento. Lo demostró en Ex-Machina, y en Men, y ahora se hace mucho más patente en Civil War, que muchos han descrito como una distopía muy realista, pero que asusta por lo plausible y posible que parece lo que plantea, una guerra civil en EEUU. Las imágenes del asalto al Capitolio resuenan en las cabezas todavía y podrían ser parte del filme del cineasta británico. Su apuesta es contar todo desde el punto de vista de los fotoperiodistas que cubren el conflicto y que quieren capturar la imagen definitiva, la de la caída del presidente fascista que se ha atrincherado en la Casa Blanca.

El filme es imponente, mete al espectador en una barbarie que se cree, pero ha sido criticado también por su ausencia de asideros ideológicos. Garland juega a no explicitar si el presidente es demócrata o republicano. Te sumerge en el horror y solo los espectadores politizados irán pillando las referencias que dejan claro los ‘lados’ de la historia. Esa ambigüedad es buscada, consciente, y él la justifica en las entrevistas que da y en donde explica que esto, para él, no es una distopía, “sino una reflexión sobre las ansiedades, el extremismo y el fracaso en contenerlo”. 

“De alguna forma quería confundir al no especificar si el presidente era republicano o demócrata”, confiesa Garland, pero cree que “la clave es que Texas y California estén del mismo lado”. “Estaba tratando de reflexionar sobre qué pasaría si hubiera un presidente que es un fascista, ¿podrían Texas y California dejar de lado sus diferencias políticas y acordar luchar contra él? Si piensas que no es posible que puedan dejar de lado sus diferencias políticas, entonces, ¿qué dice eso sobre la polarización, ya sea en otras personas o en ti mismo? Por eso creo que más que una confusión, es un desafío”, aclara.

Es consciente de que no puede controlar cómo se recibe su película, y no lucha contra cómo se entienda el filme. Considera que “en caso de malinterpretación, casi sería deliberada”. Por si quedaban dudas subraya que su película “no está interesada en el enfrentamiento de izquierda contra derecha”. “Soy de izquierdas, soy miembro del partido laborista británico, pero en estos momentos estoy más preocupado por el enfrentamiento entre extremismo y centro”. El largometraje llega en pleno año electoral y con la sombra de Trump de nuevo en el horizonte. 

Yo soy de izquierdas, soy miembro del partido laborista británico, pero en estos momentos estoy más preocupado por el entrenamiento entre extremismo y centro

La llegada de líderes de extrema derecha al poder ha hecho que Civil War sea más espeluznante, y para Garland eso es “porque Trump es un extremista”. “Es alguien como Nigel Farage en mi país. Trump es un extremista que se ha apoderado de un partido político convencional y, en cierto modo, reformó el partido en relación con su tono y cambió el tono de ese partido”. Para Kirsten Dunst, protagonista y brillante como la periodista del filme, lo que el mundo necesita son mujeres en el poder, y para mostrarlo solo le bastan unos ejemplos: “Mira Nueva Zelanda, mira cómo le fue a Alemania… mira los datos. Necesitamos menos hombres blancos y heteros en el poder”.

Crítico con la izquierda

Alex Garland aprovecha también para reflexionar y pensar en qué ha hecho mal la izquierda para que gente como Trump llegue al poder o para que el Bréxit triunfara: “Hace unos años, cuando Hillary Clinton se presentó a presidenta, ella usó todo el rato una palabra para definir a los votantes de Trump: deplorables. Les estaba insultando, y creo que puede que perdiera esas elecciones porque usó esa palabra. Lo que la izquierda está haciendo es confundir de alguna manera a Donald Trump o Nigel Farage, o a Boris Johnson, con la gente que vota por ellos, y son cosas diferentes. Tengo amigos de derechas. A veces son de derechas por razones ideológicas. A veces son de derechas simplemente porque la familia en la que crecieron era de derechas, y no son deplorables. En realidad, no son extremistas. Simplemente están siguiendo una especie de patrón. Demonizar a esas personas al mismo tiempo que demonizan a los extremistas, en realidad es un prejuicio. Creo que tiene prejuicios y que encima esa estrategia no ha tenido éxito”.

Mira Nueva Zelanda, mira cómo le fue a Alemania… mira los datos. Necesitamos menos hombres blancos y heteros en el poder

La película también habla sobre el periodismo, una profesión que Garland defiende y que piensa que ha perdido su poder, como explicó en un encuentro en la Academia para presentar la película. Él mismo se ha tenido que enfrentar a un titular erróneo en una entrevista hace poco. Un medio publicó que se retiraba y tuvo que pedir una rectificación. Un caso “entre los 10 millones de ejemplos que hay al día”. “Para mí es intrascendente, pero puede tener consecuencias. Mira lo que pasó con Jonathan Glazer en su discurso de los Oscar. La gente malinterpreto su discurso, y yo me planteo si no fue deliberado. Luego nos podemos ir al extremo, donde están los líderes políticos que a veces abrazan el fenómeno de las fake news, y manipulan”, opina.

Los fotoperiodistas (también los de su película) se plantean la cuestión ética de qué mostrar y qué no. De dónde está la línea que separa al morbo de la noticia, y algo de eso hay también en el trabajo del director de cine, y para Garland siempre hay une reflexión sobre “cómo se muestran las cosas”, “En Civil War esa pregunta estaba relacionada con la violencia, con la representación de la violencia, pero por ejemplo en Ex-Machina fue sobre la representación de la desnudez. En ambos casos, con el desnudo o con la violencia, el cine tiene instintos. Instintos muy, muy fuertes, y hay que se consciente y tener cuidado con ellos”.