Crítica

'Argentina, 1985', el juicio a la dictadura que nunca tuvo el franquismo emociona en Venecia

Venecia —
3 de septiembre de 2022 22:16 h

0

Un país que no conoce su historia está condenado a repetirla. La frase se dice mucho, pero parece que no siempre se aplica, o al menos no en nuestro país. Hasta hace poco Franco seguía enterrado en un mausoleo. Al dictador se le siguen dedicando misas, el enaltecimiento del franquismo todavía no es delito y por no tener, no hemos tenido ni un juicio a la dictadura. Un juicio que sí tuvieron en Argentina en 1985, un acontecimiento histórico que marca un punto de inflexión en la vida del país latinoamericano. Su cine ha retratado, y sigue haciéndolo, los años de Videla, pero hasta ahora no habían hecho una película sobre aquel juicio.

La oportunidad ha llegado ahora, y ha llegado porque varios elementos se han unido para contar esta historia en un momento donde es necesario recordarla. Decir que nuestra democracia es frágil y que hay que seguir peleando en un contexto de auge de la extrema derecha. Ha sido Amazon quien ha dado el apoyo económico para realizar Argentina, 1985, una superproducción que se ha presentado en el Festival de Venecia, donde se llevó la mayor ovación escuchada en la sala de prensa. Hasta en tres ocasiones se vitorearon los créditos mientras muchos secaban sus lágrimas con pañuelos. Es una película que duele, que escuece y sabe a verdad y a rabiosa actualidad.

También la presencia de dos productores fundamentales. El primero, Axel Kuschevatzky, y la segunda, Victoria Alonso, conocida por ser una de las grandes mandamases de Marvel Studios y que no olvida sus raíces y la necesidad de hacer memoria a través del cine. Ella es una de las personas que ha levantado este proyecto que es la película más ambiciosa de Argentina. Una superproducción como esta tenía que tener una estrella al frente, y ese no podía ser otro que Ricardo Darín, uno de los mejores actores del cine actual que desborda talento como el juez Julio César Strassera.

Argentina, 1985 es una película que desde España da envidia. Primero, por ver cómo el país tuvo el juicio que aquí nunca hicimos a nuestra dictadura. Segundo, por ver cómo una plataforma produce cine adulto y de calidad. Y tercero, por el resultado final, un mecanismo en donde todo funciona. Parte del mérito es de la dupla Santiago Mitre y Mariano Llinás, que han escrito un guion lleno de ritmo y emoción. Un guion que hace memoria, que ilumina el pasado desde el presente y que pone su foco en la juventud, elemento necesario para afrontar el futuro. Lo hacen, además, sin que decaiga el ritmo en las más de dos horas de película y arriesgándose a introducir bastante humor. Un drama judicial clásico, sólido, emocionante y, aunque la palabra suene a tópico, necesario. Desde ya una de las películas que debería estar en el palmarés y que tiene todo para arrasar en salas argentinas, donde Amazon la estrenará antes de llegar a su plataforma.

En una coincidencia sádica del destino, el pase de la película en la Mostra llegó justo después del atentado frustrado contra Cristina Fernández de Kirchner, un hecho que el equipo de la película comentó en la rueda de prensa. Santiago Mitre aseguró estar en shock. “Nos enteramos cuando aterrizamos aquí. Es un hecho horrible que no creíamos que pudiera suceder. Si hay algo que nosotros creíamos que el juicio del 85 había saldado para siempre es el uso de la violencia, y es algo que repudiamos enérgicamente. Pensábamos que ese 'nunca más' que dice Strassera era para siempre, y vemos que la violencia sigue existiendo, y por eso la película cobra una vitalidad que nosotros no pensábamos que fuera a tener”, dijo el director del filme. 

Para Darín el filme habla de un juicio que no solo es historia de su país, sino que “sirvió de ejemplo para el resto del mundo”, y se muestra seguro de que a pesar de hablar “de un hecho del pasado, tiene connotaciones en nuestra actualidad en todo el mundo”. Destaca que el punto de vista “mira a las generaciones nuevas, a aquellos que tienen que tener muy claro que no se puede bajar los brazos”.

La primera batalla ocurre en el campo real, pero la segunda ocurre en la memoria, y el cine nos permite mantener vivas situaciones que son importantes ahora y para siempre

Ante la desmemoria y para esas nuevas juventudes, el equipo defendió el cine como “arma para revisar la historia y para reflexionar y mantener viva la memoria”. “He hablado mucho con Moreno Ocampo -fiscal adjunto del caso-, y siempre dice que la primera batalla ocurre en el campo real, pero la segunda ocurre en la memoria, y el cine nos permite eso, mantener vivas situaciones que son importantes ahora y para siempre. Esta película habla de Argentina, pero también habla del resto del mundo”, añadió Santiago Mitre. 

Una de las más contundentes en la rueda de prensa fue Victoria Alonso, que cree que los argentinos canalizan su rabia por lo que pasó a través del cine y el arte, porque lo que ocurrió nunca se puede olvidar. “Podemos intentar olvidar o reprimir lo que vivimos, pero forma parte de quienes somos y esa violencia no se va nunca. A la muerte no se le puede romantizar. Una cosa es la violencia psicológica, que todos la vivimos, pero es que la muerte fue un hecho que llegó a 30.000 personas y hubo millones que tuvieron que ir al exilio. Esa es nuestra bandera y no la otra. Vivimos un momento de fragilidad de la democracia y esta película no puede llegar en mejor momento. Nosotros vivimos la muerte, sabemos que la violencia no lleva a nada, y como legado a nuestros hijos queremos mostrarles un capítulo de nuestra historia que el arte tiene responsabilidad de mostrar. La nuestra era enseñar de la mejor manera posible este genocidio que fue de una violencia salvaje”.

Todos se mostraban emocionados por haber levantado una película tan importante para Argentina y tan justa con aquel momento fundamental de su historia, aquel en el que, como dicen en el filme, se logró “una paz que no estuviera basada en el olvido, sino en la memoria” y en un momento que sabían que podía ser “la única oportunidad”. En España se prefirió optar por el olvido, se perdió la oportunidad, y solo nos queda envidiar y aplaudir una película como Argentina, 1985 y fantasear con que alguna vez los crímenes del franquismo sean juzgados.