- VÍDEO: Puedes ver la entrevista completa que Edu Galán le hace a Borja Cobeaga
Borja Cobeaga termina con una entrevista (más) en el bar “La Gloria” de Malasaña y se prepara para la nuestra, que ya no sabe ni cuántas lleva, porque está promocionando su tercera película, Negociador, sobre los encuentros del primer Gobierno de Zapatero, representado por Jesús Eguiguren, con ETA. No le noto cansado del ajetreo: entiendo que le gusta cómo le ha quedado su película, una cosa que no siempre ocurre, y, sobre todo, que hablar sobre el tema, sobre aquella negociación con la banda terrorista y sus alrededores, le gusta aún más.
¿Quién es Jesús Eguiguren?
Un político socialista que fue el principal negociador del Gobierno de Zapatero con ETA. La primera vez que me llamó la atención fue en un especial en el que Jordi Évole le hizo dos entrevistas: una, antes de la tregua, y otra, después. Noté que aquella situación le había dejado tocado: la experiencia de haber sido el principal negociador había tenido sus consecuencias porque su negociación había salido mal cuando se rompe la tregua con el atentado de la T4, y, encima, después de que asesinaran a amigos suyos. Esa experiencia le había dejado particularmente afectado en lo político, en lo profesional, en lo personal… Recuerdo su mirada, cómo miraba al infinito. Pensé que ahí había una historia y fue justo cuando Luis Rodríguez Aizpeolea publicó ETA: las claves de la paz, un libro sobre este tema, que devoré.
¿Qué conservas de Eguiguren en tu protagonista, Manu Aranguren (Ramón Barea), y por qué tomas la decisión de adaptar a personas reales como personajes con nombres similares?
Vi que lo que había fuera de las mesas de negociación era material para una comedia melancólica brutal. Y no es que yo le imprima comedia, sino que ya era comedia en sí. Hay cosas que ocurrieron realmente en el diálogo que ni siquiera en Aterriza como puedas podrían pasar: por ejemplo, Josu Ternera y Jesús Eguiguren viendo juntos los encierros de los Sanfermines antes de ponerse a negociar. En la película adapto esas situaciones a otras similares porque como el libro de Aizpeolea no era una recopilación sobre anécdotas, pensé en fantasear un poco sobre todo esto. Es decir, voy a tratar de mostrar lo que pasó pero además dar un paso más allá. Otro ejemplo: lo que pasó es que cuando el etarra Thierry y Eguiguren estaban en Oslo, durante uno de los peores momentos de la negociación, se van a un restaurante de las afueras y el camarero... ¡es de Valencia!
Lo que ocurrió en la realidad es que el camarero no les reconoció pero mi pregunta como guionista y director es “¿qué habría pasado si les hubiese reconocido?”. Y en el momento que empiezo a fantasear sobre esta y otras situaciones, pienso en cambiar los nombres y decir que es una adaptación libre porque hay muchas cosas que me he inventado. Eso sí, he querido ser fiel a la hora de transmitir una cosa: mientras uno se piensa que hay una solemnidad brutal en estos procesos, la realidad es mucho más de andar por casa.
La comedia tiene mucho que ver con el empeño de alguien en lo imposible y cómo, siendo espectadores, sabemos que este alguien, aquí Eguiguren, no va a conseguir la paz aunque le veamos perseverar una y otra vez. Es decir, tropezarse en bucle, sin aprender, como Peter Sellers en El guateque. ¿Crees que Eguiguren podría haber conseguido la paz o era la ilusión de alguien que se veía como un mesías?El guateque
Nunca le vi como un mesías, sino como un tío muy determinado con un plan y, en mi opinión, sí que hubo momentos en los que estuvo muy cerca, especialmente cuando se produjo la negociación con Josu Ternera, porque había dos facciones en ETA muy consolidadas y con muchas diferencias entre ellas. Una, representada por Ternera, apostaba por el diálogo y veía que no se podía estar como diez años antes, y la otra estaba encasquetada en seguir como siempre. Eguiguren vio bien una cosa desde el principio: en la banda terrorista se quedaron descolocados porque, en lugar de la línea habitual de negociadores “oficialistas”, mandan al más nacionalista de los no nacionalistas. En ETA descubren a alguien que no es totalmente ajeno a su realidad.
Es una película de bares y de hoteles.
Y de comer. Se comen desde marmitakos hasta ensaladillas repugnantes de gasolinera.
Me interesa mucho el bar en el que empieza y termina la película y que, de alguna forma, es el País Vasco.
Ahí está el País Vasco completamente. Negociador es la crónica de un fracaso pero tampoco tenía sentido acabar mal la película cuando estamos viviendo el alto el fuego de ETA ahora mismo. Yo no tenía final para el guión y, viendo un reportaje de la televisión vasca sobre Eguiguren, contó algo que me ayudó a terminar la historia y que, encima, es real: Jesús conocía a unos tipos de su pueblo que no le saludaban desde hace treinta años pero, cuando fracasó su parte de la negociación, le empezaron a saludar; con lo cual, él entendió que algo se había conseguido. Es lo que trata de transmitir la película: la ilusión del protagonista que se da de cabezazos contra la realidad, pero que, finalmente, de algo sirve. Ese bar de txikiteros con uno comiendo al fondo al que no saludan los que entran: eso era la convivencia en el País Vasco.
Y los escoltas en el bar. No te olvides.
Cuando Eguiguren negociaba, iba sin escoltas y se sentía más libre que nunca. ¿Es curioso, eh? Tengo estampas brutales de haber crecido en Euskadi. Me acuerdo de estar por la Gran Vía de Bilbao, un fin de semana, bastante tarde, y ver a una pareja besándose y a dos tipos como a diez metros. Entonces me di cuenta: era un político o una política bajo la mirada de sus escoltas. En el País Vasco estaba la violencia evidente, más trágica, pero nos habíamos acostumbrado a vivir la violencia sorda, del día a día.
¿Qué queda de ETA sin ETA?
He pensado esto en términos cinematográficos. De la misma manera que cuando murió Franco, empezaron a hacerse películas sobre la Guerra Civil y la posguerra, me imagino que el espectador vasco nos diga en cinco años a los cineastas “¡solo hacéis películas sobre ETA!”. A nivel de sociedad, evidentemente no son ETA, pero hay simpatizantes del entorno abertzale que están en puestos de poder, como en el Ayuntamiento de San Sebastián. Si nos dicen hace seis años que las cosas iban a estar así, alucinaríamos. Se ha acelerado mucho el proceso de normalización: es increíble la naturalidad con la que nos hemos tomado todo esto. A mí me deja impactado cómo estamos asumiendo de manera natural que hace diez años había tiros en la nuca y ahora ya no… es un poco Disneylandia… es peligroso, no lo sé.
Pero, aún en esta normalización aceleradísima de la que hablas, hay procesos subterráneos: Otegi encarcelado, el acercamiento de presos…
Y Eguiguren defenestrado. Ha habido muchos movimientos de negociación que no conocemos y te da la sensación de que ha habido unos que han dado muchos pasos y otros que no los han dado. Existe una política penitenciaria bastante regresiva y mira donde están los dos tipos que más han hecho por llegar a nuestra situación actual: Otegi, encarcelado, y Eguiguren, defenestrado.
Salvas a Eguiguren de sus oscuridades personales…
Creía que no tenía sentido en la película. En realidad Eguiguren es un tipo casado y con familia al que yo en el filme muestro como solitario para remarcar su obsesión, que también es la del pueblo vasco, por acabar con esa situación.
Están todos cojonudos. Barea.
Es un actor que resulta muy gracioso sin ninguna intención de hacerte reír.
Es gracioso hasta comiendo un filete.
Cuando aceptaron Ramón Barea, Josean Bengoetxea, el trasunto de Josu Ternera, y Carlos Areces, como Thierry, fue el impulso definitivo para hacerla.
Areces deslumbra a la película el rato que aparece como Thierry. Es un actor increíble.
Es gran actor. De igual manera que Josu Ternera era un hombre muy seco pero muy cabal a la hora de negociar, con Thierry pasaba lo contrario. Era un tipo más abierto, más sociable… pero, de repente, podía tener un cambio de humor que te helaba la sangre. Con Areces supuestamente le das esa pátina de ligereza, de “es un cómico”, y hace que se te hiele la sangre.
Formalmente ruedas una escena extraordinaria, la detención de Thierry, que es cine policiaco puro y que supone un cambio importante con respecto a tus comedias e, incluso, una pequeña revolución dentro de la propia Negociador.Negociador
Como espectador me gusta el thriller más aún que la comedia y esta escena es lo más cercano a lo que puedo hacer porque ¡no me queda el thriller! (Nos reímos). La escena de la detención de Areces es el falso clímax: ojalá algún día pueda rodar un thriller puro pero tengo la sensación de que alguien, en algún momento, se tirará un pedo en una escena y me lo joderá.