Luis Tosar toca el ukelele y canta en el auditorio de un crucero. El preso Malamadre de Celda 211 o el Antonio maltratador de Te doy mis ojos cambia de registro y se pasa a la comedia en Yucatán, la última película de Daniel Monzón en la que interpreta a un estafador. El dinero es el gran protagonista del filme. “Es una putada, pero está por encima de todo lo demás en la gran mayoría de las ocasiones”, lamenta el actor, y sentencia, “tiene demasiada importancia en nuestra sociedad”.
El intérprete gallego, tres veces ganador del Goya y Concha de Plata al mejor actor en el Festival de San Sebastián, es uno de los actores más prolíficos, reconocidos y aclamados del cine español. Y también de los más comprometidos y más abiertos a proclamar su conciencia social y política. Habla sin pelos en la lengua y con tacos. Honesto y directo.
Su fuerza y valor interpretativo suelen recaer en su expresión corporal, en su mirada intimidatoria, en la intensidad y contención de sus gestos y, sin embargo, en directo habla rápido y contundente. La serie de la televisión gallega Mareas Vivas fue la que le hizo dar el salto a la fama en 1999, antes de que cineastas como Vicente Aranda, Jaime Chávarri, Álex de la Iglesia, Patricia Ferreira o Manuel Martín Cuenca le llamaran para protagonizar sus películas.
¿Por qué el dinero condiciona tanto el comportamiento del ser humano?
El dinero provoca cosas que uno no creería que podrían llegar a pasar. Una herencia es casi una condena para una familia. Somos codiciosos por naturaleza y, junto con la envidia, son males que están muy presentes en la sociedad moderna tal y como la concebimos. No ocurre tanto en otras estructuras sociales en las que el dinero ni siquiera existe. Desde el momento en el que hay papel o moneda, aunque sean virtuales, ya hay algo que acumular y la acumulación para el ser humano es terrible.
¿Cómo recibió el cambio de Gobierno?
Es una fantástica noticia como ciudadano, pero no sé si tanto para el mundo del cine, que siempre está dando un poco bandazos. Te diría que independientemente de que haya un gobierno de derechas o de izquierdas, ninguno acaba de enterarse bien de cómo funciona nuestro negocio. Es muy complejo y quizás no debería depender solo del ministerio de Cultura, sino también del de Industria. Siempre estamos en un territorio un poco ignoto para todos los políticos en general. Cada vez que entran nuevos cargos en instituciones como el ICAA [el Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales] volvemos a estar en arenas movedizas, porque los proyectos se retrasan. Es lo que pasa siempre.
¿Qué opina la polémica sobre la bajada del IVA de las entradas de cine y la no consecuente reducción de su precio en salas?la bajada del IVAla no consecuente reducción de su precio
En el cine tenemos bastante más problemas que el IVA. En las entradas de espectáculos, que son más caras la bajada del IVA, puede tener una incidencia mayor. Es verdad que hay gente que directamente no ha movido sus cifras, cada uno sabrá qué esfuerzo puede hacer. Hay exhibidores que lo hicieron antes y ahora ya no pueden. Tampoco puedo entrar mucho porque depende de las finanzas de cada uno.
Acarreamos otras dificultades, como estar viviendo un momento de transformación total de la forma de ver. La manera de consumir ha cambiado y no sabemos muy bien hacia dónde va. Creo que asistiremos a una forma de contemplar cine que hasta ahora ni nos habíamos planteado. Las plataformas nos están viniendo muy bien, porque hacen que nuestras películas tengan repercusión en lugares que hasta ahora estaban vetados, pero por otro lado la comodidad de ver los contenidos la tablet o el teléfono hacen que la competencia con las salas sea muy alta.
En 2003 ganaste el Goya al Mejor actor protagonista por Te doy mis ojos interpretando a un marido maltratador y, 15 años después, seguimos asistiendo a constantes casos de crímenes machistas. ¿Piensa que hoy en día hay más o menos Antonios que cuando lo interpretó?Te doy mis ojos
No puedo dejar de pensar que España es un lugar muy extraño, creo que a veces vamos hacia atrás. Te lo juro. Creo que nos cuesta acoplarnos al mundo moderno. Tengo la sensación de que no somos una sociedad lo suficiente evolucionada en comparación con lo que deberíamos, supuestamente, ser.
Si echamos cuentas vemos que hace 15 años estábamos haciendo una película sobre esto, andábamos sobre las 60 y pico mujeres asesinadas al año a manos de sus parejas y las cifras son similares mucho tiempo después. Cuando hicimos Te doy mis ojos realmente creíamos, quizás de manera un poco ilusa, que podía tener cierta función social el tratar este tema, expresarlo, hacerlo comprender aunque fuera en forma de ficción. Pensamos que podría servir pero es decepcionante cuando la realidad se impone porque te das cuenta de que no parece que hayamos ayudado.
¿Cómo fue meterse en la piel de un hombre maltratador?
Lo que uno puede llegar a entender es que hay mucha frustración y desubicación por parte del mundo masculino. Igual que el femenino ha ido en claro proceso de transformación, avance y progresión en las últimas décadas, hay un sector amplio de esta sociedad absolutamente patriarcal que no sabe donde colocarse. También hay mucha ignorancia y, cuando no tienes los instrumentos necesarios para gestionarla, se convierte en lo que a veces vemos en las noticias. Una especie de ser bruto, animal y que no tiene otra forma de expresarse que la violencia.
Creo que ocurre más que en mi generación. Viví mi adolescencia en los 80, un momento en que había una sociedad muy liberal, en la que ya todo se mezclaba, los roles se confundían, parecía que se iba a hacia un lugar un poco más diverso y ahora veo mucha más oposición. Alucino con las letras de reggaeton, en mi época jamás habíamos escuchado algo así, y mira que aquella época fue rompedora y transgresora. Hay como una especie de vuelta atrás, a roles muy rancios y antiguos en gente muy joven.
¿Qué ha fallado?
Habla muy mal de mi generación. Hay algo en lo que nosotros nos despistamos porque estos adolescentes son hijos nuestros. Quizás se nos pasó algo, puede que pensáramos que la cosa ya estaba resuelta y para nada. Tampoco veo que educativamente estemos haciendo un esfuerzo porque nada mejore. No puede ser que la educación y la forma de educar sigan siendo las mismas que cuando yo estudié. No se incide en determinados temas que son muy importantes en una sociedad que quiere progresar y evolucionar para bien.
Actor, hombre y cerca de los 50. ¿Le preocupa que envejecer pueda hacer que le lleguen menos papeles?
Sí. Al envejecer en esta profesión hay menos trabajo, es lo que hay. Y más en el mundo de hoy que es el mundo de los jóvenes cada vez más. Vivimos en una sociedad muy cruel en este sentido, hay mucha presión y en el mundo de la mujer es brutal. No tiene piedad. Hay cánones de belleza impuestos de una manera absolutamente dictatorial, si te sales un poco de la norma es muy difícil encontrar donde trabajar en la industria.
¿Esto ha sido así siempre? ¿Ha habido tiempos mejores?
Estoy en riesgo de ser un poco nostálgico, pero diría que antes había un poco más de margen. Cuando reviso películas de antaño creo que había más variedad física. Ahora ves productos en los que todo el mundo es muy guapo, y eso sí que es preocupante porque no son reflejo de ninguna sociedad. No hay por qué crear una ficción paralela en la que todo el mundo crea que hay un mundo mejor al que puedes acceder porque el mundo es el que es. Somos guapos, feos, altos, bajos, gordos, menos gordos, viejos, jóvenes, un poco de todo.
Crear una realidad paralela en la que todo es muy bonito genera una presión que ningún ser humano puede aguantar. El paso de los años es una especie de tortura para las actrices que no debería existir. Porque justamente los intérpretes se supone que somos mejores a medida que pasan los años. Lo jodido es tener la sensación de que lo que haces cada vez es peor.
¿Cómo vive la repercusión que tienen sus palabras por ser una figura pública?
Cualquier cosa que diga un actor se convierte en algo más grande sí o sí, bien por las estupideces que decimos a veces o por tener un altavoz que otros no tienen. Intento usarlo de la manera más inteligente posible, sin herir sensibilidades. No puedo dejar de ser ciudadano por muy actor que sea. Creo que sobre política hay que ser claro y sincero. Es una cosa pública. Lo ideal sería que todos pudiésemos hablar de política de forma transparente y natural sin que fuera un drama.
Quizás tenemos que ser más exigentes con nuestros políticos y más responsables a la hora de ejercer el voto, que es otra cuenta pendiente en este país. A veces no nos importa un comino votar o no votar, ni a quien votas. Parece que no va a pasar nada, pero pasa.
¿Qué se podría hacer para mejorar esta situación?
Hacen falta tiempo, porque hay ciertos desengaños que la sociedad española tiene que vivir, y memoria. No dejamos de ser una sociedad democráticamente muy joven, hay un poso que dejó una manera de actuar en la que todavía seguimos funcionando. El nepotismo o escepticismo siguen ahí porque la única manera de funcionar era esa, nos parece que es la manera natural, y no lo es.