Dorothy se toma un 'tripi' y viaja por la versión 'queer' de 'El Mago de Oz' que crea Paco León

Javier Zurro

San Sebastián —

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Imaginen que en mitad de El mago de Oz, Dorothy tomara un 'tripi' junto al hombre de hojalata, el león y el espantapájaros y acabaran en un mal viaje en el que se les dilatan los ojos como a un dibujo animado e incluso ven a Michael Jackson a lomos de una mantarraya. Parece que la anterior frase la hubiera escrito el teclado predictivo del teléfono móvil, pero no, es una de las infinitas ideas que propone Paco León en su inclasificable Rainbow, una versión moderna y queer de El mago de Oz. León da un triple salto mortal con su nueva película, tanto a nivel narrativo como de puesta en escena. No siempre cae de pie, pero al menos se arriesga a jugar hasta el límite con un título tan libre y surrealista que parece difícil creer que exista. Lo hace gracias a la unión de Telecinco Cinema y Netflix, donde se estrenará el 30 de septiembre, una semana después de su llegada a los cines.

León cambia de registro en esta versión moderna del clásico donde Dorothy es una chica del extrarradio que vive con su padre y su perro. Aquí no es Dorothy, sino Dora, y la interpreta Dora Postigo. Se escapa para encontrar a su madre, y en el camino (viaje lisérgico incluido) se encuentra a tres trampantojos del espantapájaros, el león y el hombre de hojalata en los cuerpos y rostros de Weka, Ayax Pedrosa y Luis Bermejo. ¿Y las brujas del este y del oeste? Pues unas Carmen Machi y Carme Maura desatadas y pasándoselo pipa con este musical extraño destinado a dividir al público.

Queda claro que Paco León no se achanta ante nada, ni ante los clásicos que muchos considerarían intocables. Recuerda que hay muchas versiones de El mago de Oz, y alguna incluso tan loca como la suya: “La de Michael Jackson es delirante, increíble. Una película con negros de la Motown… impresionante”. Lo dice antes de soltar la bomba que, “aunque no la parezca”, él no era especialmente fan de la película. “Estaba buscando una historia que me permitiera desarrollar un universo con sus propias reglas y me topé con este cuento, con esta novela que me la leí en bilingüe para practicar el inglés y dije, esta es. Porque es un cuento, porque tiene una protagonista femenina que es una líder de unos desclasados, y porque habla de diversidad, de aceptarse a uno mismo. En fin, discursos muy fáciles de asumir hoy en día”, explica.

Otra de las cosas que le apetecía era saltar de su universo pegado a la calle al “terreno de la fantasía”. “Me apetecía juntar la fantasía y el realismo, y hacer un musical que no es tampoco un musical. Y, sobre todo, que me diera la oportunidad de trabajar con gente a la que admiro, que es el motor de hacer esta película. Es casi una excusa para contar esta historia. Es para poder trabajar con Dora, para poder trabajar con Ajax, con Weka, con esos maquilladores, para meter a mis hijos en una escena. Meter todas esas colaboraciones de diferentes artistas, de disciplinas muy distintas, de bailarines, coreógrafos, artistas plásticos y cantantes… Sí, la historia en realidad es una excusa”, asegura entre risas.

Aunque Rainbow parezca alejada de las dos películas de la saga Carmina y de Kiki, el amor se hace, hay un elemento común a todas ellas, la libertad. No solo la creativa, sino que todas abordan la libertad de decisión, la libertad sexual… algo que Paco León cree que más que un tema de la novela, es un tema suyo que sale de forma automática. “Yo intento apurar los límites de la libertad. Como no soy nada académico y como mi formación tampoco, como director creo que ser un analfabeto cinematográficamente también te da una osadía. Por eso me quiero permitir hacer cosas que normalmente no se hacen”.

Yo intento apurar los límites de la libertad. Como no soy nada académico y mi formación tampoco, como director creo que eso también te da una osadía

Una libertad que no se siente forzada, que no aparece en un ejercicio de tokenismo (apariencia de diversidad para evitar las críticas), sino que aparece de forma natural. León explica el trabajo que se ha hecho en todos los departamentos pero deja claro que, al final, esa diversidad viene de la realidad, que es lo que realmente le inspira. “Tú te das una vuelta por Lavapiés y ves eso, ves a un no binario, a un negro hablando con una gorda, a una china… Y todo eso está más en la realidad que en la ficción. Yo creo que con que se equipare un poco lo que ves en la calle con lo que ves en las películas o en las series, ya está bien. Creo que sorprende que se haga, pero creo que es bastante realista”.

Dice que quiere escapar de “lo reivindicativo”, pero su discurso y sus películas siempre tienen un poso activista en sus ansias de libertad. “Huyo un poco de lo reivindicativo porque me da un poco de pudor, la verdad. Pero sí quiero practicar cosas como eso, como la diversidad o la libertad. Cosas que me parecen básicas y que hay que defenderlas siempre y que, aunque algunos pensemos que está muy asumido, sigue siendo muy necesario reivindicarlas”. Su Dorothy lo hace en un viaje en coche donde las baldosas amarillas son las líneas de una carretera comarcal que termina en una fiesta tan loca como el universo de su creador.