La noche del 3 de diciembre de 1976 se escucharon 87 disparos en la calle Hope Road de Kingston, Jamaica. Sorprendentemente, nadie murió. De los atacantes poco se supo, ya que escaparon de la zona en menos de cinco minutos y nunca fueron capturados. La víctima, en cambio, sí que era reconocida por ser el cantante de reggae más famoso del mundo. Es decir, Bob Marley.
ReMastered es una serie documental estrenada por Netflix el pasado 12 de octubre centrada en eventos de la música que pasaron a la historia. Consta de ocho capítulos publicados de forma mensual y, el primero de ellos, Who Shot the Sheriff?, analiza las numerosas incógnitas tras el tiroteo que intentó acabar con una de las figuras más visibles del movimiento rastafari.
Partidos políticos, la CIA, deudas con gánsteres… Después del asesinato fallido todos empezaron a elaborar numerosas teorías acerca de sus responsables. ¿Por qué querían matar a Bob Marley? ¿Cómo salió de allí solo con una herida en el pecho y en el brazo?
Who Shot the Sheriff? Sigue la estela marcada por la novela Breve historia de siete asesinatos, de Marlon James, la cual consiguió el premio Man Booker en 2015. Esta investigación, al igual que el documental, relaciona el incidente con el crudo contexto social y político que vivió Jamaica en la Guerra Fría y, más concretamente, con la campaña electoral de 1976. Los apoyos estaban divididos entre el socialdemócrata Michael Manley, del Partido Nacional del Pueblo (PNP); y el conservador Edward Seaga, del Partido Laborista de Jamaica (JLP). Dos bandos que, en realidad, eran el reflejo de del bloque oriental y occidental.
Tal escenario llevó el país caribeño a una situación de crisis, una especialmente presente en barrios marginales como Trenchtown. La canción Johnny Was de Marley servía como resumen de la brutalidad de aquella época: “La mujer se llevaba las manos a la cabeza y lloraba porque habían disparado a su hijo en las calles”.
Un concierto contaminado por la política
La insurgencia se había convertido en protagonista del país. Debido a ello, Bob Marley y Don Taylor, su mánager, propusieron al Primer Ministro Michael Manley la idea de hacer un concierto gratuito para todos. Se trataba del Smile Jamaica Concert, un evento gratuito cercano a la Navidad que no tenía intención de respaldar ningún partido, sino de reivindicar la paz y la unidad.
Sin embargo, la cita acabó marcada por la política: Manley aprovechó la ocasión para convocar elecciones poco después del acto. “Buscaron una fecha cercana al concierto para que pareciera que el concierto era en su nombre”, señala en el documental Nancy Burke, una vecina de Bob Marley. No importó que el Smile Jamaica Concert estuviera planeado antes de que se supiera el día para acudir a las urnas. A ojos de ciertas personas, el cantante se había convertido en un defensor del partido PNP.
“Bob se cuidaba de ser políticamente neutral. No era del JLP ni del PNP, pero tenía relevancia política”, explica en el reportaje Paul Burke, exlíder de las juventudes del PNP. Dicho tono reivindicativo podía encontrarse en temas como Trechtown rock, convertida en un himno para jóvenes que defendían su independencia del sistema político.
Los defensores de Edward Seaga estaban en contra de que se celebrara el concierto, y no dudaron en coaccionar e incluso amenazar de muerte al propio artista. Ante esto, Bob tuvo que recurrir a una escolta oficial del Estado (del PNP) que, en teoría, debía cubrirle en todo momento. Al final, no sirvió para nada.
No impidieron que los mencionados asaltantes entraran en la casa del cantante. Tampoco que Don Taylor recibiera cinco disparos en el abdomen. Ni siquiera que Rita Marley, esposa de Bob, fuera gravemente herida por una bala que, según la BBC, quedó atrapada entre su cuero cabelludo y el cráneo. En el instante menos oportuno, los escoltas desaparecieron.
“Estaban cada puta noche en los ensayos. Excepto aquella noche”, recrimina Alvin Seeco Patterson, músico y amigo íntimo de Marley. Aparecieron entonces varias teorías: que fue provocado por el gobierno de Michael Manley para poner el foco sobre sus rivales, que fueron los simpatizantes de Seaga para impedir el concierto o que fue la CIA para eliminar a alguien tachado como “subversivo” por los norteamericanos.
Finalmente, a pesar de todo, el Smile Jamaica Concert se celebró. Bob Marley actuó durante una hora en el escenario, momento que aprovechó para quitarse la camiseta y enseñar ante el público sus heridas. Con ello alcanzó un nuevo estatus, ahora era aquel al que quisieron matar y no pudieron.
El exilio y la vuelta del héroe
Aquel atentado contra su vida provocó el exilio autoimpuesto de Marley hacia Inglaterra. Allí continuó difundiendo el movimiento rastafari a través de sus temas, ya convertidos en himnos para toda una generación. No obstante, la brutalidad entre diferentes bandos continuaba reinando en Jamaica, y solo alguien fuera de los extremos políticos podía poner solución a aquello (o al menos intentarlo).
Convencieron a Marley, que por entonces se encontraba en Londres, para que volviera a su país natal y participara en el concierto benéfico One Love Peace. ¿La finalidad? Paliar la violencia con su carisma reconciliadora. Y, precisamente, el día de su regreso hubo un terremoto de 3,5 grados de Richter en Jamaica. Pero esa noticia era secundaria. Lo importante era el titular que abría a gran tamaño en los periódicos: vuelve Bob Marley.
Por unos instantes, One Love Peace consiguió que se dejaran las diferencias a un lado. Reflejo de esto fue la decisión de Marley de llamar a los dos rivales políticos para que se estrecharan la mano allí, sobre el escenario y ante miles de personas. Como el historiador Roger Steffens menciona en Who Shot the Sheriff?: “El momento se comparó con el de Cristo en la cruz entre los dos ladrones”.
Fue entonces cuando Jim Brown, uno de los mafiosos más poderosos de Kingston, visitó a Marley para entregarle el dinero de las entradas del One Love Peace. En ese momento todo cambió. El rastafari reconoció a aquella persona, la había visto con anterioridad el día que le dispararon. Brown era un laborista, uno de los hombres de Seaga, y líder de la peligrosa pandilla jamaicana Shower Posse. Entre otros récords, tenían el de ser los principales traficantes de cocaína y heroína en Norteamérica.
One Love Peace no trajo paz. Paradójicamente, Seaga fue elegido Primer Ministro en 1980 estableciendo así los lazos de Jamaica con el gobierno de Ronald Reagan. Un año después, Bob Marley fallecía de cáncer a los 36 años y dirigía sus últimas palabras a su hijo Ziggy: “El dinero no puede comprar la vida”.