Jordi Évole: “Con la censura preventiva quieren que nos acojonemos para la próxima”
Aunque el Festival de San Sebastián se haya inaugurado de forma oficial con la última película de Hayao Miyazaki, todo el mundo sabe que los focos y la atención mediática no han estado allí. Pocas veces la sección Made in Spain había tenido tanta repercusión, pero fue ahí donde se proyectó No me llame Ternera, el documental de Jordi Évole y Màrius Sánchez en el que entrevistan al exlíder de ETA Josu Urrutikoetxea. Producido por Netflix -que lo estrenará el próximo 15 de diciembre-, el documental se ha convertido en una inauguración extraoficial.
Venía, cómo no, precedido de polémica. Días antes más de 500 personas -entre ellas nombres como Fernando Aramburu- firmaron un manifiesto contra el filme sin haber visto siquiera la entrevista y hasta se pidió al festival que cancelara su proyección. El Zinemaldia continuó con lo previsto, y Évole y Sánchez afrontar la rueda de prensa más esperada del certamen. Horas antes atendieron a elDiario.es
¿Cómo habéis vivido todo lo que se ha montado alrededor de No me llame Ternera?
Jordi Évole: Yo, personalmente, con un poco de decepción, porque esperaba que no se liase tanto. Me sabe mal porque en algunos casos son gente incluso a la que admiras, pero no entiendo esa necesidad de decirle a la gente lo que tiene que ver o lo que no tiene que ver. Me parece que en el fondo es una falta de respeto hacia el público. Es una manera de idiotizarlos. De decirle ‘Tú no eres suficientemente listo como para saber lo que te conviene o no te conviene ver, ya te lo voy a decir yo, que yo me he leído libros así de gordos’. Hablo de una parte de los que han pedido que no se vea el documental. No hablo de las víctimas en absoluto. Las víctimas para mí no pueden tener nunca un reproche.
Marius Sánchez: Lo hemos vivido con mucha tranquilidad. Con la tranquilidad de saber que cuando esto se viera el suflé bajaría un poco, que creo que es lo que lo que va a suceder.
¿Estais tranquilos en ese sentido?
M.S.: Sí, porque ha sido un proceso muy largo y muy meditado. Nos hemos hecho muchísimas preguntas. Llevamos tres años de proceso antes de llegar hasta aquí. Todas las preguntas, todos los cuestionamientos que se te puedan pasar por la cabeza nos los hemos hecho. Somos un equipo muy obsesivo en ese sentido. En el antes, en el durante y en el post. Y hemos llegado aquí después de un proceso muy largo, muy honesto y muy riguroso.
¿Sigue siendo ETA un tabú o solo es un tabú cuando se toca desde un sitio?
J.E.: Yo creo que es un tabú cuando se toca desde un sitio o cuando lo toca según quién, porque aquí ha habido entrevistas a cúpulas de ETA cuando ETA mataba y no ha habido ningún tipo de manifiesto a la contra. Yo creo que se establecen una serie de prejuicios respecto a quiénes hacen la entrevista.
M.S.: Prejuicios basados en la nada, prejuicios injustos.
J.E.: Cuando a nosotros nos vinculan con el entorno de la izquierda abertzale, eso es no conocernos de nada. Pero entonces te dicen, es que tú tienes una foto con Otegi. Y eso es cuando yo digo que se idiotiza a la población. A partir de una foto con Otegi hecha en un restaurante, porque te la pide el dueño del restaurante, tú deduces que ahí hay una connivencia, una colaboración. Es que es todo muy absurdo, es todo muy absurdo.
M.S.: Diré que cuando en este proceso nos acercábamos a la izquierda abertzale, su reacción era de oposición, de considerar que nosotros nunca seríamos las personas que tenían que hacer esta clase de de documentales, porque no seríamos ni objetivos ni rigurosos. Entonces, dar por sentado que por nuestra parte hay cierta camaradería con la izquierda abertzale es como mínimo, sorprendente.
Que nos hiera la historia, que nos hiera nuestro pasado… es que nos tiene que herir a veces, sobre todo para rectificarlo y para no volver a cometer los mismos errores
De hecho, a Josu Ternera no le ha gustado.
J.E.: Pero mira, te diré una cosa. Ha hecho unas declaraciones en las que, evidentemente, afirma que no le ha gustado, pero ha respetado mucho la autoría. Ha dicho que hemos hecho lo que creíamos que teníamos que hacer, una frase que, por ejemplo, en Sortu no he oído. Es verdad que no le ha gustado. Nosotros también le dijimos desde el primer momento que esto no iba a ser ningún homenaje, que tuviera claro que íbamos a hacer un repaso por la historia de ETA, con sus momentos más horrorosos. Tenía que ver imágenes que yo no sé si él había vuelto a ver alguna vez. Yo no sé si él había vuelto a ver la casa cuartel de Zaragoza reventada, no sé si había vuelto ver a los guardias civiles de Vic abrazándose con la cara ensangrentada.
No sé si creéis que lo que ha manifestado vuestra película es cómo se ha movido el tablero político. Que de alguna forma las posiciones de la derecha cada vez son más de extrema derecha y que cuando tocas algo como ETA…
J.E.: Yo creo que el tablero en este país siempre ha tenido ese sesgo. Es que nos podemos ir al ejemplo de La pelota vasca, que pasó exactamente lo mismo y no había extrema derecha en el Congreso. O ya le pasó a Cobeaga y Diego San José con Fe de etarras. Yo creo que está ese punto de ‘a ver quién toca este tema, porque depende de quién lo toque ya no nos va a gustar’. Es verdad que el tablero se ha movido en los últimos años, pero ya estaba un poquito movido hace 20.
¿Duele oír que has herido a las víctimas?
M.S.: Las víctimas han estado presentes durante todo este proceso tan largo. Las hemos tenido tanto en cuenta a la hora de escoger una palabra y no otra, a la hora de escoger una imagen de archivo y no otra. Siempre te preguntas si esto que estás haciendo puede ser doloroso. Es verdad que el tema vasco es todavía muy reciente. Hay heridas todavía muy recientes, pero no creíamos que fuera tan peliagudo como ha resultado ser.
J.E.: Discrepo un poco porque a mí también me hieren cosas de las que dice Josu. Hay cosas que dice que se me clavan como puñales. Pero es la realidad de lo que piensa todavía un sector de la gente que perteneció a ese mundo. A mí cuando categoriza a las víctimas, cuando habla de esa forma de los guardias civiles, a mí me hiere, ¿cómo no le va a herir a una víctima? Pero que nos hiera, que nos hiera la historia, que nos hiera nuestro pasado… es que nos tiene que herir a veces, sobre todo para rectificarlo y para no volver a cometer los mismos errores.
Para mí, sí hay un valor en este trabajo que hemos hecho, y es el valor pedagógico. Si hay un chaval de esos que ahora salen en las encuestas que con 25 o 30 años no tienen ni idea de quién fue Miguel Ángel Blanco y ven nuestro documental, como mínimo van a conocer algo de la historia de nuestro país, la más dolorosa. Pero sabrán que hubo un tiempo en que en nuestro país se podía poner un coche bomba en un supermercado, que le pegaban un tiro en la nuca a un concejal de un pueblo. Eso pasaba en este país y los que hemos crecido con eso, vemos con desesperación que no se recuerda. Yo lo veo con mi hijo. No necesito irme a ninguna encuesta. Entonces tenemos que elegir de qué lado estamos. ¿Estamos del lado de la frivolización y de cantar cosas con el nombre de Txapote sin saber quién era, o del de interesarnos en quién era Txapote y qué hizo? Para mí ahí estaría un poco la división y la elección sobre en qué país quiero vivir.
Creo que es la entrevista en la que se ve a Jordi más tenso.
J.E.: Estaba súper concentrado. Había un nivel de cuidado a la hora de elegir cualquier palabra... es que cualquier gesto se puede malinterpretar. Tienes que cuidar mucho también tu lenguaje corporal. No puede haber un rictus de sonrisa, no puede haber una especie de empatía con el invitado. Además es que no existe esa empatía. Pero bueno, es mi trabajo. Cuando te metes en un jardín así ya sabes dónde te metes, entonces lo que tienes que intentar es hacerlo lo mejor que sepas. Yo tengo mucha suerte porque trabajo con un equipo con un talento del copón y me lo ponen todo muy fácil. Al final me toca a mí defender eso. Para nosotros lo más fácil hubiese sido no hacer esta entrevista. Eso es lo más fácil, quedarme en casa esa semana con mi hijo tranquilamente y ahí no tendríamos ni un problema.
La pregunta entonces es por qué la hacéis, por compromiso político, social…
J.E.: Porque hay un compromiso con tu tiempo y hay un compromiso con el oficio. Hay una especie de pacto no firmado con el espectador, con el lector o con el oyente. Tú le tienes que ofrecer a aquella persona información lo más buena y lo más exclusiva que pueda ser. Y si tienes la oportunidad de entrevistar al líder de una organización terrorista, tú sabes que vas a estar en tu sitio, que no te vas a doblegar y no le vas a hacer la pelota, sino que le vas a hacer la entrevista que toca. Es que periodísticamente es indiscutible, poder entrevistar a alguien que vivió eso desde dentro. ¿Por qué no lo haríamos, por el qué dirán? Pero eso es lo que se pretende. Es lo que se pretende con la censura preventiva, que no hagamos lo que queremos hacer, que nos acojonemos para la próxima, que te lo pienses dos veces. Cuando has visto el jaleo que se ha liado y todas las hostias que te has llevado… Eso es lo que se busca, que no lo vuelvas a hacer.
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