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José Luis López Vázquez, nuestro Jack Lemmon que dignificó al 'españolito' de clase media

José Luis López Vazquez en 2005 con su Goya de Honor

Javier Zurro

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En 1967, José Luis López Vázquez que el 11 de marzo cumpliría 100 años— estrenó 12 películas. Era prácticamente imposible ir al cine y no encontrarse con su rostro en una marquesina, en un cartel o en un anuncio. Era una estrella absoluta y arrastraba a millones de personas a comprar una entrada. No respondía al tópico del actor de Hollywood. No era un galán, no tenía una voz cavernosa y sensual. Por no tener, no tenía ni pelo, y sin embargo ahí estaba él, llevando a hombros una industria del cine que se pegaba con la censura para poder salir de la comedia ligera.

Al observar esos 12 títulos de 1967 se entiende bien la esencia de un actor que era capaz de rodar el mismo año 40 grados a la sombra y Peppermint Frappé. La primera, un clásico del 'cine de barrio' de TVE y ejemplo perfecto de comedieta popular dirigida por Ozores y protagonizada por Gracita Morales. La segunda, una de las películas más radicales, personales y modernas de la historia del cine español. Una obra maestra de Saura que hizo que todo el mundo se quedara con el rostro de López Vázquez gracias a otros títulos como La prima Angélica. Hasta Charles Chaplin lo hizo. Cuando el actor vio el filme de Saura le preguntó a su hija Geraldine, protagonista del filme, que quién era aquel intérprete que definió como uno de los mejores que había visto nunca. Tenía algo único y al alcance de muy pocos. 

Para el hijo del actor, José Luis López Magerus, la característica que le hizo especial era su “versatilidad”. “Era una máquina de hacer películas, le daba igual ocho que ochenta, él tiraba para adelante con lo que fuera. Haciendo aspavientos, cucamonas, yendo donde las suecas… pero de repente le llama Saura, se quita el bigote y te hace Peppermint Frappé, que él mismo decía 'tengo cara de lavabo'”, dice sobre su padre en la presentación de la exposición organizada por la Filmoteca para conmemorar su centenario.

Para Borja Cobeaga, director de Negociador y Fe de Etarras, el éxito descomunal de López Vázquez habla bien de nuestro cine: “El cine español tendrá muchas cosas malas, pero una de las buenas es que un actor puede tener una carrera de éxito siendo bajito, calvo y con cara vulgar. Eso es lo que representa López Vázquez, la excelencia en la actuación para encarnar al español medio. Bien sea en comedias de Berlanga o del desarrollismo, o en dramas intensos de Saura. Lo bueno es que sigue pasando, que en España hay actores y actrices, pero menos, que no hace falta que sean galanes o guaperas para triunfar, tener protagonistas y una carrera prolongada”. 

Su compañero Diego San José compara al actor español con una leyenda internacional. “Es lo más parecido que tenemos a Jack Lemmon, alguien que es muy bueno en comedia y también sabe hacer drama. Una de las cosas que ha hecho que se tenga más respeto por la comedia, que tiene la etiqueta de género menor, es comprobar que los actores que son buenos en comedia son buenos en drama y que al revés no ocurre”, opina el creador de Venga Juan.

López Vázquez no solo saltaba de género a género sin despeinarse, sino que, como señala Javier Ruiz Caldera (responsable de Tres bodas de más o la recién estrenada Malnazidos), “nunca se le caían los anillos por pasar de una comedia familiar y accesible a hacer Mi querida señorita o una comedia ligera”, eso le otorgaba una variedad de registros que para el director es algo que se echa “muchísimo de menos” en el cine actual.

El cine español tendrá muchas cosas malas, pero una de las buenas es que un actor puede tener una carrera de éxito siendo bajito, calvo y con cara vulgar

Borja Cobeaga Director y Guionista

La versatilidad de José Luis López Vázquez no se demostraba solo en que pasaba de un género a otro sin despeinarse, sino en lo diferentes que eran sus interpretaciones dentro del mismo. El José Luis López Vázquez de Sor Citroen no tiene nada que ver con el que trabajó con Berlanga. “Dentro del mismo género interpreta cosas muy variadas. Es difícil verle tirar de piloto automático. Es un actor capaz de hacer el personaje de la comedia más verborreica, lleno de gestos, y luego ser el protagonista de El pisito, cuyo final es su ‘cara de palo’. Su abanico de posibilidades es de maestro absoluto”, apunta San José. Todos coinciden en que parte de su éxito se debió a su capacidad de conectar y representar al ciudadano de a pie, “a un español auténtico, lo que Berlanga decía 'el españolito'”. “Eso ya no es virtud del actor, eso o lo eres o no lo eres, y él lo ha sido y es el que mejor ha representado ese tipo de mediana clase vapuleado por una España que él vivió”, subraya.

Un actor de mil caras, con registros que van de la excentricidad a la sobriedad, incluso a veces en la misma escena. “Tiene hasta un canon suyo que está apoyado en ese personaje de humor físico, lleno de gesticulación. En cada sílaba tenía un nuevo gesto. Él podía haberse apoyado en eso toda su vida, igual que hacen muchos actores americanos que hacen una cosa bien y la repiten muchas veces, pero él luego hizo la comedia más disparatada, o La cabina, que es nuestro primer Emmy internacional y donde solo tiene una frase. Está 40 minutos apoyado en nada. Ni en la comedia ni en el texto. Eso es un reto que se lo lanzas al 95% de los actores de la historia del cine español y en uno de los dos flancos muere. Hacer esos dos extremos es de leyenda absoluta”, opina Diego San José. En su haber, otra película para la historia, Mi querida señorita, que para Borja Cobeaga tiene el mejor final de la historia del cine español: “Veo un plano de López Vázquez en esta peli y eso es cine. Esa mirada triste, esa manera de andar”.

Un centenario con poca ayuda

Para conmemorar el centenario de José Luis López Vázquez, la filmoteca ha organizado una exposición que rescata una labor suya casi desconocida, la de diseñador, ilustrador y escenógrafo. Una función que desarrolló antes de triunfar como actor y que compaginó en los primeros años, pero que dejó por completo cuando triunfó con El pisito. Su hijo recordaba en la inauguración que aquel momento fue un punto de inflexión. “Nunca más dibujó nada, lo hizo cuando yo nací, que me hizo un dibujo a bolígrafo, un boceto, pero jamás cogió un boli o un lápiz más. Se compró un caballete enorme, pero para nada”, dijo con humor.

A su lado estaba el ministro de Cultura, Miquel Iceta, que confesaba que desconocía esta dimensión del actor y se mostraba apabullado por la “sensibilidad artística y la capacidad de innovación y creación” de López Vázquez. “Demostró que era una artista antes de brillar como actor. Merece la pena que todos valoremos lo que es su trayectoria. Hemos llegado a ser lo que somos gracias a gente y trabajos como el de José Luis López Vázquez”, añadió Iceta bajo los diseños del actor que se exhibirán en la sede de la Filmoteca de Madrid hasta el próximo 5 de junio.

Es uno de los pocos actos organizados por las instituciones públicas. En unas declaraciones a este periódico hace un par de meses, su hijo manifestaba su enfado “por la falta de colaboración de las instituciones madrileñas que se han mostrado muy reticentes a la hora de impulsar actos relacionados con el centenario”. Revelaba que el Ayuntamiento solo les había ofrecido una inmensa nave en el centro de Madrid que necesitaría una inversión muy elevada, y que la Comunidad estaba más abierta a organizar eventos “siempre y cuando no participe el Ayuntamiento”. La situación no ha cambiado, y aunque prefiera no manifestarse más, confirma que no hay cambios. “No con el Ayuntamiento, y con la Comunidad ahí estamos, es algo delicado”, zanja. Una celebración del centenario que se queda corta para uno de los grandes actores de la historia del cine español.

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